Campo de Voluntariado Joven de Cáritas: «Me ha abierto los ojos a una nueva realidad»

Publicado el 21/07/2023
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Campo de Voluntariado Joven de Cáritas: «Me ha abierto los ojos a una nueva realidad»

Entre las diferentes actividades que Cáritas diocesana está llevando a cabo este verano, se encuentra el Campo de Voluntariado joven, una iniciativa reciente que busca ayudar a los jóvenes que se acercan hasta Cáritas, a conocer las diferentes opciones de ayuda que ofrece la institución, acompañado de dinámicas diversas y momentos de ocio. Unos días muy especiales, que se desarrollaron en la primera semana de julio, con base en el Seminario Metropolitano de Oviedo.

Aunque estas actividades son bastante novedosas, en realidad siempre ha habido voluntarios jóvenes en Cáritas. En el año 2012 hubo un primer intento de aglutinar estas franjas de edades, entre los 16 y los 30 años, para ayudarles en su proceso como voluntarios, pero fue después de la pandemia, concretamente en el año 2021, cuando esta idea volvió a reactivarse, tras una Asamblea diocesana. Allí se vio clara la importancia de rejuvenecer el voluntariado, no para reemplazar a las personas que llevan más tiempo y con más experiencia, sino para que puedan aportar «frescura, ideas nuevas y otra forma de ver la realidad, que nos enriquezca a todos, técnicos y voluntarios». Así lo subraya Bárbara Fernández Bango, que en la actualidad es la responsable del Voluntariado Joven en la diócesis. «Los jóvenes nos transmiten sus ganas, su entusiasmo y muchas cosas beneficiosas», reconoce.

Participantes en el Campus de Voluntariado joven, junto con el Delegado episcopal de Cáritas, D. José María Hevia (a la izquierda), y monitores

El proyecto de Voluntariado joven diocesano tiene tres partes. «Por un lado está la sensibilización –explica Bárbara Fernández Bango–, de la que se encargan tres chicas jóvenes, que procuran acudir a aquellos espacios en los que podemos participar, desde colegios, institutos, ferias de asociaciones, ayuntamientos, etc. donde puede haber personas de entre 16 y 30 años, la franja de edad a la que va dirigida este proyecto. Una vez que se quieren acercar a Cáritas, pues está el ver en qué proyecto quieren participar: se pueden sumar a cualquier proyecto que ya tenemos, desde acompañamiento a personas mayores, personas sin hogar, en la tienda Koopera, con menores y familias: es decir, serían uno más. Pero la importancia y la especificidad de este proyecto es esa tercera pata: la participación. De jóvenes, para jóvenes, de hecho, este Campo de Voluntariado joven nace un poco así, hablando con los jóvenes que ya teníamos dentro de la entidad, preguntándoles qué te gustaría a ti hacer. Y también porque en los últimos años, no sabemos si a causa de la pandemia, sucede que cada vez se acercan más jóvenes que quieren tener experiencias de voluntariado puntuales. Así, empezamos a pensar qué podíamos hacer y viendo también las experiencias de otras Cáritas diocesanas, vimos que los campos de voluntariado eran una experiencia que cumplían todos los requisitos que estábamos buscando».

El Campo de trabajo comenzó con una convivencia en Covadonga el pasado 2 de julio, con doce participantes, la mayor parte de Oviedo, Gijón y Avilés, y cuatro chicas procedentes de Bilbao, puesto que estaba abierto a otros lugares de España. A todos ellos se les daba la opción de escoger un proyecto significativo en el que colaborar por las mañanas, y por las tardes, ya en el Seminario, se reunían para hacer un trabajo de reflexión personal. «En él profundizaban en lo que habían vivido en el voluntariado por la mañana, qué les había aportado, qué les movían internamente, y cómo les ayudaba para crecer internamente, como personas y como voluntarios», explica Bárbara Fernández Bango. Las noches se dedicaban al entretenimiento, ocio y actividades culturales.

Bárbara Fernández y Olga Vilpido

Olga Laredo Vilpido es una de las jóvenes que participó en esta experiencia. Natural de Gijón y estudiante de cuarto de Medicina, se enteró de esta actividad gracias a su padre, también voluntario en Cáritas. «Me interesaba el proyecto de Sinhogarismo, y especialmente me hubiera gustado participar en el CEA de Oviedo, con personas afectadas por la drogadicción, ya que por mis estudios de Medicina me resultaba atractivo conocer esa realidad, pero por problemas de reformas la casa estaba cerrada esos días, y finalmente estuve acudiendo al proyecto de personas sin hogar Luz Rodríguez Casanova, en Avilés». Una experiencia, afirma, con la que está «muy contenta» y que le ayudó a darse cuenta de que «todos tenemos una serie de prejuicios respecto a las personas sin hogar, y a mí esta experiencia me abrió los ojos a una nueva realidad. Son personas maravillosas que nos acogieron con los abrazos abiertos, nos contaron sus experiencias vitales que, al final, te hacen ver que lo que les pasa, nos podría pasar a cualquier; son historias duras pero que merecen ser escuchadas».

 

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