San Pedro Poveda en Covadonga

Publicado el 26/03/2018
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San Pedro Poveda en Covadonga

En el Año Jubilar de Covadonga nos hemos propuesto recordar la historia de personalidades destacadas que tuvieron vinculación con el Real Sitio. Comenzábamos este repaso con la venerable Práxedes Fernández y en esta ocasión nos centraremos en la figura de San Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana, que fue canónigo de la Basílica de Covadonga desde 1906 hasta 1913. Es en el santuario donde, además del dedicado servicio a la Virgen y a los peregrinos, emplea su tiempo en estudiar y escribir sobre pedagogía tras observar en sus viajes las carencias educativas que tenía España. Su labor en ese terreno será incansable durante toda su vida, precursora de muchas mejoras y referente, entonces y ahora, de muchos educadores.

Nace en Linares en 1874. Ingresa en el seminario, con la oposición de su padre que tenía otros planes para él, y se ordena sacerdote en 1897. Al poco tiempo de comenzar su labor sacerdotal, participa en una misión popular en las Cuevas de Guadix, una zona muy desfavorecida en la que pocos reparan. Pedro Poveda se propone mejorar las condiciones de vida del barrio y pone en marcha escuelas gratuitas para niños y niñas que de otra manera no tenían acceso a la educación. Abrió también comedores populares y organizó clases para adultos y talleres para las mujeres.

En 1906, precisamente un 8 de septiembre, recibe el nombramiento como canónigo del Cabildo de la Basílica de Covadonga y días después toma posesión de su cargo en, según sus palabras, “aquel sagrado recinto”. Su atención a los peregrinos fue constante: escribió folletos para ayudarles en su vida cristiana y la publicación “Visita a la Santina” que pretendía promover las actividades en el Santuario.

Su preocupación por la educación y sus inquietudes pedagógicas era una constante en su día a día en Covadonga y en 1911 logra hacer realidad una idea que, al amparo de la Santina, llevaba tiempo madurando: la fundación de academias que formaran parte de una Institución Católica de Enseñanza y que impartieran formación a los estudiantes de Magisterio. Con la ayuda de algunas profesoras de la Escuela Normal de Oviedo, funda en esta ciudad la Academia femenina para normalistas, titulada de Santa Teresa de Jesús.

En su tierra, conoce a Josefa Segovia, una joven formada en la Escuela Superior de Magisterio, profesora de la escuela Normal y a punto de ser Inspectora de Primera Enseñanza. Se convertirá en su gran colaboradora. Con su ayuda y apoyo y el de un grupo de jóvenes muy formadas y con gran interés y entusiasmo comienza a consolidarse la Institución Teresiana que había comenzado en aquella academia de Oviedo. Impulsó la apertura de la primera residencia universitaria femenina en Madrid para luego ir a las principales ciudades españolas. Mas allá de España, tres colaboradoras se fueron a Chile para la dirección de una Escuela Normal de maestras o a Roma, ciudad en la que otras jóvenes estudiaron o trabajaron como docentes e investigadoras.

La mujeres son sin duda fundamentales en el revolucionario proyecto educativo de Pedro Poveda. Siempre las valoró y confió en ellas y en sus capacidades para ser protagonistas activas de su obra. Esta sirvió de impulso para el papel de la mujer en el mundo educativo y profesional.

En 1924, por medio del “Inter Frugiferas”, el Papa Pío XI daba la aprobación pontificia a la Institución Teresiana. Esta nunca ha dejado de agradecer y recordar el especial significado que tuvo Covadonga en la vida de su fundador. Por deseo de él, desde 1934 peregrinan anualmente al lugar donde todo empezó y la rosa que la Santina lleva en su mano derecha es un regalo que la Institución quiso hacerle con tantos pétalos como casas teresianas había en aquel momento.

Y llegan los años treinta que se caracterizan en España por una gran radicalización social y política, en muchos sectores aderezada con un particular anticlericalismo. Muchas de las palabras de ese tiempo de Pedro Poveda, conocido ya por sus fuertes ideales religiosos y educativos explicados en sus numerosos escritos, piden fomentar las actitudes evangélicas ante los tensos momentos que se vivían.

El 27 de julio de 1936 fue arrestado en su casa momentos antes de celebrar misa. Pedro Poveda se presentó ante sus captores con las siguientes palabras: “Soy sacerdote de Jesucristo” y en la madrugada del día 28 se convirtió en mártir por la fe. Su cuerpo fue encontrado en el cementerio de la Almudena.

La historia de entrega e inmensa labor realizada por Pedro Poveda hizo posible que el 10 de diciembre de 1993 fuese beatificado en Roma y diez años más tarde, en una ceremonia celebrada en Madrid, fue canonizado por el Papa Juan Pablo II que dijo de él en su homilía: “Captando la importancia de la función social de la educación, realizó una importante tarea humanitaria y educativa entre los marginados y carentes de recursos. Fue maestro de oración, pedagogo de la vida cristiana y de las relaciones entre la fe y la ciencia, convencido de que los cristianos debían aportar valores y compromisos sustanciales para la construcción de un mundo más justo y solidario”.

 

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