«La sensación que tengo es alegría por bautizarme y unirme a la Iglesia»

Publicado el 26/04/2024
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«La sensación que tengo es alegría por bautizarme y unirme a la Iglesia»

Verónica Vázquez, de 38 años, será una de las personas el próximo 11 de mayo reciba en la Catedral los sacramentos de iniciación: bautismo, primera comunión y confirmación. Hemos hablado con ella de su testimonio de fe y de su experiencia en el Catecumenado de Adultos en la parroquia de Hevia.

Imagino que ha sido un camino largo, pero ¿cuándo comienzas a plantearte la posibilidad de acercarte a la Iglesia y bautizarte?

La inquietud en sí comenzaría hace unos siete años. Aunque desde pequeña siempre tuve fe, acudía a Dios o rezaba a pesar de no estar bautizada. En mi casa mi padre, completamente ateo, y mi madre todo lo contrario. De hecho cuando nació mi hermano mayor y se decidió en la familia no bautizarlo mi madre le ofreció a la Virgen porque tenía temor de que le pasara algo por no estar bautizado. Yo toda la vida creí y recé a mi manera porque nunca tuve una formación religiosa, ni en el colegio porque tampoco estudié la asignatura de Religión. Mi abuela materna que era muy creyente siempre me decía «me voy a morir sin verte bautizada», pero yo siempre le respondia que eso tenía que ser un paso a dar cuando me naciese, no podía ser por así decirlo una imposición, aunque yo tenía esa creencia o esa fe.

Hará siete años empecé a darle vueltas, pero no sabía por dónde tirar ni a quién dirigirme. Un día, en una cena de empresa, lo hablé con un compañero del trabajo que tuvo una conversión muy fuerte y yo vi el cambio en él. Lo conocía de antes, y siempre fue muy buena gente, pero desde ese momento lo vi como transformado y pensaba que Fico me dejaba impresionada de su actitud, porque es la bondad en persona. Él es quien me hizo dar el paso definitivo porque lo veía y me decía: «esta es una señal. Alguien me lo puso aquí en este momento, precisamente ahora». También recuerdo que cuando falleció una amiga mía, estando en el funeral, en la iglesia, yo pensaba que si me pasaba algo a mí, ¿a dónde iba a ir? Cada vez la necesidad de pertenecer a la Iglesia y de bautizarme era mayor. Cuando comenté todo esto con Fico, él me presentó al padre Manuel y así comencé el catecumenado en la parroquia de Hevia.

Ya tenías una experiencia de fe como comentas «a tu manera», ¿qué te descubrió la catequesis?

Que Jesús nos ama a todos y que es una amor incondicional y también que la fe es más bonita vivida en comunidad y compartida. Allí nos juntamos todos cada uno de su padre y de su madre y tenemos unas reuniones muy bonitas en las que cada uno aporta su experiencia. El día que no puedo ir te da como rabia, te sientes vacía, porque ese tiempo que compartimos allí es una maravilla. Necesito mucha formación y el catecumenado como pincelada inicial me ha servido muchísimo.

¿Cómo se organiza la formación?

Lo que hacemos es leer textos de la Biblia, explicarlos y cada uno los interpreta. En ese sentido, hay mucha diversidad. Quizá yo soy la que menos entiende porque la formación es importante y la Biblia no es un texto fácil de entender ni de interpretar. Todo el análisis que se hace, yo sola o con solamente con el párroco, no lo haría; por eso también hacerlo en comunidad. Cada uno tiene su visión, da su opinión y su testimonio de cosas que ha vivido. A mí esto fue lo que me sucedió con mi compañero porque él me contaba cosas y se puede llegar a dudar, pero en mi caso como lo conozco y es alguien cercano de quien te fías, me hace creer que c es verdad que Dios nos va poniendo estas personas en el camino. Un hecho del que no nos damos cuenta hasta que estamos en la fe. En la vida normal sin fe no te das cuenta de esos puntos que te está poniendo Dios y luego ya desde la fe lo ves. Al menos esa es mi impresión.

¿Cómo afrontar ese 11 de mayo que ya está tan cerca? Imagino que recordando mucho también a tu madre y abuela que son las grandes creyentes de tu vida.

Con muchas ganas. La mayor sensación que tengo es alegría y que he conseguido mi meta de pertenecer, de unirme a la Iglesia. No sé explicar lo que siento, pero es una sensación como de paz: voy a conseguir lo que quiero y luego seguiré en el camino de la Iglesia. Lo que más pena me da en no haber podido hacerlo antes de que mi abuela falleciera. Pero desde donde esté espero que me vea y disfrute el día igual que yo. Siempre nos decía que era la mayor alegría que le podíamos dar. Mi hermano el mayor sí que pudo hacerlo y recuerdo su cara de felicidad en la iglesia.

 

 

 

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