La parroquia de San Juan XXIIII en Viesques (Gijón) acoge la única reliquia de Santa Faustina Kowalska que se venera en la diócesis. Ella es la religiosa polaca que recibió las revelaciones de la Divina Misericordia, cuya memoria litúrgica se celebra en este segundo domingo de Pascua, tal y como instituyó San Juan Pablo II, su compatriota, que además, la canonizó en el año 2000. Y ha sido precisamente la parroquia de San Juan XXIII el lugar elegido para celebrar la eucaristía presidida por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, en este final de la octava de Pascua y Domingo de la Divina Misericordia, invitado por el párroco, Andrés Fernández, y la comunidad parroquial.
En su homilía, recordando el Evangelio, Mons. Sanz analizó la incredulidad de Tomás, al no creer en la aparición de Jesús, y manifestó que quizá a ello se podría sumar la falta de convicción de los Apóstoles al hacérselo saber. «A veces queremos contar lo hermosa que es la luz, estando nosotros apagados. Hablar de lo bella que es la Gracia, teniendo nosotros pecados persistentes. Lo que contamos es cierto, pero el testimonio aún es prestado, no lo hemos hecho nuestro», afirmó.
Y reflexionó sobre la manera en que Jesús se hizo presente a través de la historia también a los santos. Como sucedió con Santa Faustina Kowalska, que recibió «el regalo de una aparición, con un corazón que ardía en misericordia»; «San Juan Pablo II, prendado de su testimonio –afirmó–, quiso dedicar el segundo domingo de Pascua a la Divina Misericordia». Y añadió que «la misericordia no es una debilidad; la debilidad es la violencia».