ONG Entreculturas: «Trabajando allí donde termina el asfalto»

Publicado el 12/04/2024
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ONG Entreculturas: «Trabajando allí donde termina el asfalto»

Con motivo del encuentro internacional de jóvenes de Fe y Alegría que tuvo lugar en Madrid a principios de mes, representantes de proyectos que se llevan a cabo en Argentina y en el Chad se acercaron hasta Asturias para dar a conocer su labor, que apoya desde aquí la Delegación de la ONG Entreculturas. Como explica su responsable en Asturias, María Jesús Banciella, Entreculturas es una ONG perteneciente a la Compañía de Jesús, conducida por laicos, que tiene como labor fundamental «sensibilizar a la población de la necesidad de apoyar a otros lugares que están bastante lejos de nosotros pero que necesitan que se les ayude en todos los ámbitos, no solo en el económico, sino también en el personal». Entreculturas, afirma su responsable en Asturias, «se genera a partir de una Red Educativa que se llama Fe y Alegría –y que se sigue llamando así en Latinoamérica–, nacida en 1956 de mano del padre Vélez, un sacerdote jesuita que vio que en Venezuela los niños más desfavorecidos no podían ir al colegio de ninguna manera». «Por ese motivo –explica–, nuestro dicho siempre es nosotros vamos donde termina el asfalto«.

Grupo de representantes de Entreculturas en Asturias

Entreculturas trabaja recaudando fondos para apoyar todas estas iniciativas, principalmente la educación, aunque también en la protección de la mujer, principalmente en África. Y tienen «cinco causas justas», tal y como explica su responsable en Asturias: «La primera es la Educación –explica Banciella–; la segunda, la Inmigración: ayudar a todos los que van en proceso o se encuentran ya en un lugar que ellos consideran mejor. De hecho, tanto en las fronteras de África como en las fronteras americanas tenemos grupos de jesuitas con gente voluntaria que está trabajando precisamente en la defensa de los derechos de estas personas. Otra causa es la Igualdad de Género: nosotras aquí lo tenemos menos difícil, pero hay muchos países donde hay grandes diferencias aún entre el hombre y la mujer. Por otro lado está el Cuidado de la Casa Común: cuidar lo que la naturaleza nos da. Y eso significa apoyar a la gente que quiere trabajar en su lugar de nacimiento, en el campo, seguir cultivando y pudiendo vivir de ello, que es muy difícil, no solo en África sino muy especialmente en América Latina. Finalmente, la última causa es la Ciudadanía Global, los jóvenes. Venimos ahora de un encuentro en Madrid muy importante, con representantes de once países diferentes donde hemos visto que los jóvenes son la fuerza humana que va a poder cambiar el mundo. Poco a poco, pero se hará».

Janina Garbesi es miembro del Equipo Coordinador de Fe y Alegría en Argentina. Acaba de participar en el encuentro internacional de Madrid y explica que en su país la organización tiene una labor muy importante en los procesos de participación juvenil en diferentes provincias del territorio. «Trabajamos en contextos de encierro, con Bachilleratos de Adultos para que terminen la Secundaria y también uno de los tantos programas en los que estamos implicados es el de la Educación Integral de Calidad para que los jóvenes puedan realizar procesos de formación para el compromiso ciudadano, realizando acciones de incidencia tanto en su comunidad, a nivel local, como también con una conciencia global para poder incidir en la sociedad para transformar la realidad. Eso es lo que nos une en Fe y Alegría, educar para transformar, desde la transformación personal a la transformación comunitaria, para poder seguir construyendo esta ciudadanía global».

En el Chad las circunstancias sociales y por tanto el trabajo que se lleva a cabo es muy distinto. Mª Jesús Banciella lo conoce bien: «Hay dos problemas que nos preocupan especialmente. Uno de ellos son los matrimonios prematuros con niñas de 10, 12 años, que estamos trabajando para poder erradicarlos, así como la mutilación genital. En el Chad Entreculturas trabaja especialmente con niñas y mujeres en el ámbito de la Educación, para ayudarles a ser algo más libres, en la medida de lo que se pueda. Esa libertad en la escuela ellas la pueden ejercer en la medida que allí tienen la capacidad de poder manifestarse y de poder ser ayudadas, algo impensable fuera de este ámbito, porque las mujeres en el Chad no pueden manifestarse nunca públicamente, ya que no pueden hablar sin permiso de los hombres».

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