Raúl Tinajero, responsable de la subcomisión de Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal Española ha estado en la diócesis para ofrecer una charla titulada “Retos y oportunidades de la pastoral con jóvenes” dentro del programa de formación permanente del clero. Con una amplia experiencia como profesor de instituto y en la Delegación diocesana de Juventud de Toledo, Raúl Tinajero ofreció claves muy concretas a la hora de afrontar la pastoral juvenil en una formación muy amena, salpicada de experiencias y anécdotas personales que la hicieron más cercana y práctica.
Las propias inquietudes que los jóvenes expresaron en el Sínodo dedicado a ellos en 2018 fueron el punto de partida de la conferencia. En aquel momento pidieron más protagonismo en una Iglesia que aceptase las diferencias, que fuera tolerante y que no juzgase, que escuchase, acogiese y les comprendiese. Pedían también una Iglesias más moderna, “¿y a qué llaman moderno hoy en día?”, se preguntó el ponente, “a que sepa comunicar mejor con el lenguaje de los hombres y mujeres de hoy, dijeron ellos mismos. No nos comunicamos bien y nuestra tarea es comunicar el Evangelio, no podemos llegar a ellos con formas que no entienden”. Un hecho que va unido a que “mucha gente no conoce a Cristo, por lo que desde él tenemos que mostrar a la Iglesia, no al contrario. Hace falta un primer anuncio. En ese sentido debemos saber que los jóvenes siguen con inquietud de apertura a lo trascendente, les llama la atención la figura de Jesús. Por lo tanto, enseñémosles un Jesús que les quiere y se entrega por ellos, seamos reflejo de él”.
Este fue le primer propósito, de varios concretos, que marcó Raúl Tinajero a la hora de desarrollar la pastoral juvenil “que no puede quedarse en una pastoral de eventos, aunque necesite de ellos; hay que propiciar el encuentro con Cristo, que se den cuenta de que camina a su lado, en su propia realidad, al igual que la Iglesia”. Para ello recalcó la importancia de que quienes acompañen a los jóvenes tienen que hacerlo desde el convencimiento de “creer que lo que tengo puede transformar su vida, hace falta una conversión personal para llegar a la conversión pastoral”. El segundo propósito pasa por proponerles y acompañarles para que se inserten en una comunidad, “ayudarles a comprender que su parroquia les necesita, que en ella tienen su espacio” y que enlaza con el cometido de “desarrollar proyectos de misión a los que ellos se sientan llamados, hacerles ver su corresponsabilidad a la hora de la tarea de la evangelización, que sean conscientes de que ellos también pueden hacer esta tarea”. No se debe olvidar tampoco la importancia de ofrecerles una formación adecuada para su edad, teniendo en cuenta que en el concepto joven se incluye a niños o adolescentes desde los doce años hasta los primeros años de la treintena. Y haciendo mucho hincapié en que la fe no puede ser “solo sentimental, debe ser experimental y vivirla en la realidad que cada uno tiene”, lo que llevará a dar testimonio “de vida de fe” en todas las situaciones de la vida. Y es que “no hay pastoral con jóvenes sino hay acompañamiento en el discernimiento vocacional”, recalcó. Un objetivo que no se limita a acompañarles en su pasos si se inclinan por la vida religiosa, sino en general y para ello es importante ofrecerles testimonios de todo tipo de personas implicadas en la Iglesia. Es por tanto una pastoral “relacional, de tú a tú, y es que es ahí donde se transmite la fe, sin ello es imposible evangelizar”.
Una tarea ardua, pero como bien concluyó Raúl Tinajero “merece la pena, son el ahora de Dios y hay que confiar en ellos. Sembremos, sigamos haciéndolo, y los frutos llegarán”, señalando que muchos jóvenes que en determinado momento se alejan sobre todo hacia la treintena, “si se siembra bien, vuelven, sienten la necesidad de regresar a su casa que es la Iglesia y nosotros estamos para acogerles”.
