“Aquellos Magos se dejaron sabiamente provocar”

Publicado el 07/01/2022
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“Aquellos Magos se dejaron sabiamente provocar”

“Celebramos la Epifanía del Señor, su manifestación a todos los pueblos, cuando en el establo de Belén de pronto se abrió la puerta a toda la humanidad: pastores y ahora los Magos de Oriente. Y nos viene a la memoria aquella infancia en la que nosotros también éramos inocentes y sencillos, capaces de soñar en que en la vida hay regalos, emulando aquellos presentes que tres sabios del Oriente pusieron a los pies de un Dios infante que los miraría con sorpresa entre sus pucheros llorosos o sus sonrisas de pompas de jabón”. Así comenzaba su homilía el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, en la eucaristía con motivo de la solemnidad de la Epifanía del Señor, ayer jueves, en la Santa Iglesia Catedral de San Salvador de Oviedo.

En su alocución Mons. Sanz Montes recordó que hay una “protagonista” en la Epifanía que “nos relata el Evangelio”: “Aquellos Magos vinieron atraídos por una estrella, es decir, se dejaron sabiamente provocar. Supieron amar sus preguntas, y no las censuraron ignorándolas, así como tampoco las domesticaron engañándolas”.“Llegaron –explicó el Arzobispo de Oviedo– y adoraron al Niño Dios. Reconocieron en aquel bebé el misterio resuelto de todos sus enigmas humanos, de todas sus búsquedas razonables, de todas sus preguntas a flor de piel. Y no pudieron por menos que regalarle cuanto llevaban de más noble, de más bello y de más valioso. Pero todo comenzó con esa estrella que Dios encendió en los ojos de aquellos Magos. Dios enciende estrellas en nuestra vida; son signos, indicios, ayuda de amistosa compañía. La estrella nos conduce por el camino justo, nos advierte si nuestros pasos se extravían, nos permite encontrar a Dios para el que nacimos”.

A lo largo de la eucaristía en la solemnidad de la Epifanía, hubo también un recuerdo especial a los dos trabajadores fallecidos en las obras del colegio San Vicente, de Gijón: “Desde ayer estoy pensando en dos familias nuestras en Asturias –dijo Mons. Sanz–. Han tenido que masticar amargamente algo inesperado que te siega la vida, cuando dos honrados trabajadores de 38 y 40 años murieron en Gijón al desmoronarse parte del edificio que estaban reparando en un colegio. Todo mi afecto a esas dos familias que no están abriendo regalos sino secando sus lágrimas, preguntándose con dolor cómo es posible lo que les ha sucedido. Rezo por ellas y por el eterno descanso de sus dos familiares fallecidos. Toda nuestra cercanía respetuosa y cristiana a esas dos familias como Iglesia diocesana”.

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