Dominicos, cinco siglos de historia en Asturias

Publicado el 22/06/2018
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Dominicos, cinco siglos de historia en Asturias

El 23 de junio del año 1518, el entonces Obispo de Oviedo, Mons. Diego de Muros, firmaba un documento por el cual otorgaba la donación de la casa y ermita de San Pedro Mestallón a fray Pablo de León y compañeros dominicos, para que pudieran levantar, en ese punto de la ciudad, el primer “Convento de Predicación”. En el propio texto que iban a firmar, podían leerse los motivos: (…) por ser muy amplia y difusa la dicha diócesis y estar la dicha ciudad muy remota y apartada de otras ciudades y lugares destos reinos donde aún había copia de religiosos, por ser como era montañosa fragosa donde los que no fuesen naturales o continuos moradores no podían vivir ni perseverar para poder ejercer el dicho oficio de la predicación.

Aquel grupo de frailes dominicos había llegado hasta Asturias poco tiempo antes. Gracias a la generosidad del Bachiller Bartolomé Vinagre pudieron alojarse en su casa, desde donde comenzaron a predicar. Al poco tiempo, venciendo no pocas oposiciones, consiguieron, gracias al empeño del obispo, ese terreno. Sin embargo, debido a la humedad de la zona, decidieron además adquirir por su cuenta los prados de alrededor, construyendo, allí, el Convento de Nuestra Señora del Rosario.

“Los frailes tenían inquietud por llegar a Asturias. Se sabe que fray Pablo de León había estado ya por aquí y le había llamado la atención lo abandonado que estaba todo desde el punto de vista religioso en la región. Por eso, se empeñó en venir a fundar”. Así explica ese primer paso de la Orden de Predicadores en Asturias el actual prior del Convento de Santo Domingo, fray Salustiano Mateos. Una labor que se extendió rápidamente por la región, ya que el modus operandi de los frailes era “ir a predicar en todos los sitios”, señala fray José Antonio Rodríguez, párroco de Santo Domingo. “El Rosario –dice– es una predicación con la figura de María. Ellos predicaban sobre la vida de Jesús, y al final de cada misterio rezaban a la Madre, y así lograron dejar la devoción a Jesús y a la Virgen en todos los pueblos por los que pasaron. Hoy hay constancia de más de 500 cofradías del Rosario en toda Asturias; algunas aún permanecen, y otras han desaparecido. Pero todo ello es gracias a la labor de los dominicos en estos cinco siglos de historia”.

Convento de los Dominicos en Oviedo

Una historia en la que no faltaron sobresaltos, especialmente en los últimos doscientos años; desde la ocupación del Convento por las tropas francesas, en 1809, hasta la exclaustración eclesiástica de 1835; la desamortización, veinte años más tarde, cuando todas sus posesiones fueron enajenadas, o la destrucción casi total, con la Revolución de Octubre de 1934. Una circunstancia, esta última, que los frailes hoy describen como “el efecto normal en una situación tan conflictiva donde se ataca a lo más débil, porque nosotros no teníamos con qué defendernos”. Tras la exclaustración, los dominicos regresaron y se instalaron en Corias. Entre otras fundaciones, en Asturias se levantó el colegio de Langreo, donde también llegaron las religiosas dominicas, y durante un corto espacio de tiempo, el colegio de Navelgas.

A lo largo de estos cinco siglos de historia la huella de los dominicos ha quedado impregnada en el día a día de los asturianos sin que quizá la mayoría repare en ello. Es posible que nadie caiga en la cuenta de que la calle Fray Ceferino está dedicada a un dominico, “un filósofo a quien por cierto Gustavo Bueno admiraba mucho”, afirma el prior de Santo Domingo, fray Salustiano. “Además, tenemos a Martínez Vigil, Obispo dominico y también conventual de Santo Domingo, al igual que el Padre Suárez. Todos ellos, con calles en nuestra ciudad como testimonio de una presencia de muchos años”. Entre muchos otros frailes que marcaron una época es obligado mencionar también al padre Gafo, “un pionero de lo que fue el sindicato, en la época de la preguerra”, afirma fray Salustiano. “Fue diputado de Cortes por Navarra, estudió en Lovaina, y tenía una gran formación para poder organizar un sindicato obrero de carácter católico. Desgraciadamente, lo mataron en la guerra”.

Todo ello sin olvidar al único santo asturiano hasta el momento, el dominico san Melchor de Quirós, natural de la aldea de Cortes, que pasó prácticamente toda su vida como misionero en lo que hoy conocemos como Vietnam, y allí murió mártir, a causa de la persecución religiosa del entonces emperador Tu-Duc. Su vida es la más conocida, pero la realidad es que los misioneros asturianos dominicos se cuentan por cientos, extendidos por América Latina y Oriente, en su mayoría.

Este sábado se celebrará, a la una del mediodía, una eucaristía de acción de gracias presidida por el Arzobispo, Mons. Jesús Sanz, en la parroquia de Santo Domingo, de Oviedo. A continuación, Mons. Sanz y los dominicos firmarán una copia del documento fundacional, que simbólicamente representará la renovación del compromiso de la orden con la ciudad. Por la tarde, a las ocho, el coro de la Fundación Princesa de Asturias ofrecerá un concierto en la iglesia, como colofón a los actos de celebración de este quinto centenario, que han tenido como objetivo “recordar y valorar nuestra historia, y darnos cuenta de que tenemos una trayectoria muy digna que merece la pena destacar y, sobre todo, para que permanezca viva en Asturias”, recalca fray Salustiano Mateos, prior del convento.

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