La imagen, tallada en madera y originalmente policromada, con un tamaño que alcanza los 80 cm de altura, representa a San Juan Evangelista y formaba parte de un Calvario, junto con la imagen de la Virgen María -que también se conserva en el Museo de la Iglesia (nº 049, E-060)-, y un Cristo Crucificado que no se ha conservado.
Representa San Juan Evangelista, con la cabeza ligeramente ladeada, joven, sin barba, sujetando un libro con la mano izquierda y apoyando la derecha en la mejilla.
El rostro de este San Juan Doliente parece transmitir cierta serenidad a pesar del dramatismo de la escena.
Está vestido con túnica ceñida con cinturón y manto sobre los hombros bajo el que asoman los pies descalzos. Los pliegues de las vestiduras son oblicuos, sumarios y artificiales y se recogen con el brazo izquierdo.
San Juan es el discípulo amado de Jesús, con quien compartió los episodios más significativos de su vida pública: las bodas de Caná, la resurrección de la hija de Jairo o la Transfiguración. También estuvo presente en su Pasión y Resurrección: la última Cena, la oración en el huerto de Getsemaní; es el único que estuvo presente a los pies de la Cruz y el primero que llegó al sepulcro vacío y también estuvo presente en el momento de la Ascensión de Jesús a los Cielos y en Pentecostés.
La representación de San Juan Evangelista de la parroquia de Biescas se ajusta a los convencionalismos medievales y la simplicidad formal y limitaciones de carácter técnico ponen de manifiesto que se trata de una obra de carácter local y periférica, lo que impide una datación precisa de la talla que se podría situar en los momentos finales de la Edad Media, en los siglos XIV y XV.