«Colaboremos en que se extienda el Evangelio de Cristo». Quinto día de la Novena a la Santina 2023

Publicado el 04/09/2023
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«Colaboremos en que se extienda el Evangelio de Cristo». Quinto día de la Novena a la Santina 2023

«Portadora del Evangelio» era el título para la predicación del quinto día de la Novena a Nuestra Señora de Covadonga, el domingo, 3 de septiembre, que corrió a cargo del sacerdote D. Marcos Argüelles Montes, de la UP de Redes. A la Novena acudieron como es tradición parroquias de diversos puntos de la diócesis, como Oviedo, Pola de Siero, Pruvia, Avilés, los Oscos, Salinas, Redes, Gijón, y también miembros del Instituto diocesano de Teología y Pastoral San Juan Pablo II, del movimiento Cursillos de Cristiandad y la Asociación Lepanto de Veteranos de la Armada, quien portó la imagen de la Virgen en procesión hasta la Santa Cueva.

«En este Santuario del monte Auseva en el que todos los asturianos más o menos creyentes nos sentimos hijos, pues no somos huérfanos, se ha convertido en un tesoro sin igual –dijo el sacerdote D. Marcos Argüelles en su homilía–».  «Hay una inscripción –explicó– que está a los pies de Pelayo, en el pedestal de la estatua que tiene a los pies de la Basílica, que dice «Nuestra esperanza está en Cristo. Este pequeño monte será la salvación de España». Y recordó que «Hace poco más de 1200 años un grupo de cristianos buscó refugio en estas montañas, bajo la protección de la Virgen María, cumpliendo lo que sus hijos rezamos en la oración más antigua que se conoce de la Virgen María Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desoigas nuestras súplicas, antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita. Aquel grupo de cristianos tenía fe, tenía una forma de ver y comprender el mundo distinta a las demás. Nada que ver con aquella forma verlo de aquellos enemigos de quienes huían. Su comprensión del mundo estaba inspirada en el Evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. No era solo una ideología, no era una estructura moral solo, sino un encuentro con una persona que cambió del todo sus vidas. Una persona a la vez divina y humana que trastoca el corazón del hombre cuando pasa por su vida. Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él». Y explicó que «Cuando uno descubre la sabiduría del Evangelio, hace tener en nada la riqueza. Cuando uno la descubre parece que todo lo demás le sobra. En nuestros días quizá ya no sean necesarias las lanzas y las flechas como en tiempos de Pelayo, pero no podemos dejar de luchar porque se proclame la Buena Nueva. Y poder decir con San Pablo Ay de mí si no anuncio el Evangelio. Una vez que se descubre el Evangelio y arde dentro de nosotros tenemos que anunciarlo, porque este tesoro no es para guardarlo para uno, sino que es para compartirlo».

Para llevar adelante esta tarea de evangelizar, el sacerdote mencionó dos «armas poderosas: nuestra palabra y nuestra vida. Tener una vida santa, es decir: que lo que decimos, lo que hacemos, lo que pensamos, sea coherente con el Evangelio que ha llegado a nuestra vida. Ser santo no es otra cosa que imitar a Cristo. Que Cristo sea la medida de nuestras acciones y que todo esté inspirado y basado en Él». Y recordó la importancia de no tener miedo: «vivamos en la esperanza: tenemos un tesoro grande que es la fe, saber que Dios nos ama: eso cambia la vida y cambia la historia. Colaboremos en que se extienda el Evangelio de Cristo».

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