«Vuestras voces quedan grabadas en el oído del corazón»

Publicado el 11/09/2023
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«Vuestras voces quedan grabadas en el oído del corazón»

«Cabría pensar que en 1.300 años, los 78 que hemos tenido escolanos en Covadonga es una nadería, y que no sería para tanto. Y sin embargo, lo es todo, porque son 78 años imborrables. Escolanos de antaño, escolanos de hoy, quiera Dios que escolanos de mañana tienen aquí una casa de puertas abiertas donde se les recuerda, se les quiere y se les espera. Por eso, en este canto último, el Himno a la Santina que, al menos a mí, me ha costado cantarlo, queremos daros ese abrazo bajo esta mirada que no se olvida; y vuestras voces quedan grabadas en el oído del corazón de un pueblo como Asturias y un lugar como la Santa Cueva de nuestra Santina. Gracias de corazón». Con estas palabras se dirigía en la Santa Cueva, el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, a los escolanos, el día de Nuestra Señora de Covadonga en el Santuario. Una fecha especialmente emotiva, no solo por lo que representaba en sí misma, sino porque suponía la última con la música interpretada por la Escolanía del Real Sitio, cuyo Cabildo anunciaba, el pasado mes de julio, el cese de su actividad.

Con este motivo, este año la ofrenda a la Santina, al final de la eucaristía en la Basílica, que habitualmente suele correr a cargo de un concejo o pueblo de Asturias, recayó en la propia Escolanía. Un momento especialmente conmovedor en el que uno de los jóvenes integrantes del coro leyó unas palabras y finalmente, cantaron el himno de Covadonga ante un público emocionado, que prorrumpió en un largo aplauso al finalizar.

Texto de la ofrenda de la Escolanía

«Santina de Covadonga, hoy venimos ante tu altar para despedirnos de ti como institución. Tú nos has llamado en la primera mitad del siglo XX y aquí estamos, casi un siglo después, como Abrahán, para “ofrecernos” y despedirnos de ti con el corazón encogido. Dejar hoy este techo no nos aleja de Ti, pero sentimos en lo más hondo una sensación de desarraigo al abandonar esta casa, al saber que ya no acogerá más nuestras voces y que quedará vacía.

Generación tras generación hemos sido escogidos para estar a tu lado, ser tu instrumento para cantar las alabanzas que tu pueblo te quería regalar. Hemos sido el canto y la poesía de la gente más humilde, que a veces no sabía transmitirte sus oraciones con la voz de la palabra, pero sí con la voz del afecto y el corazón, con la voz del alma. En ese trance siempre recordaremos el calor de las grandes celebraciones, donde los magníficos directores esgrimían sus músicas y sus mejores galas ante tu altar y ante el aplauso y la admiración del concurrido público; sea para ellos y también para nuestros profesores, educadores, religiosas y sacerdotes destinados en la Escolanía, nuestro mayor agradecimiento y recuerdo. Pero, también está en la memoria “el día de después”, en que quedábamos a tu lado con la soledad del duro invierno, y el trabajo diario de los gregarios, y los sinsabores de la agridulce montaña del Auseva. Ahí es donde notábamos el verdadero afecto de tu corazón y de las personas que quedaban a nuestro lado, y que, como nosotros, lo han dado todo por Covadonga.

Queremos darte las gracias por habernos dado la oportunidad de acercarnos al Creador a través de un lenguaje diferente, pero universal, el lenguaje de la música, con la cual intentábamos acariciar tus oídos para llegar al Padre. A través de esa música hecha oración, hemos crecido a tu lado, descubriendo los placeres del lenguaje sonoro de la creación. Gracias por habernos enseñado la alquimia de los sonidos para llegar a tus fieles de una forma diferente. Intentaremos transmitir todos esos valores que nos has regalado, en un futuro venidero, para que sirva de semilla a las nuevas generaciones y que siempre recuerden, a través de nuestros actos y a través de nuestro buen hacer, todo lo bueno que ha salido de tu casa. Que la semilla dé su fruto y que, en un tiempo no muy lejano, el terreno sea propicio para una nueva cosecha.

Siempre GRACIAS, Santina mía».

 

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