“Vuelvo con un sentimiento de gratitud”

Publicado el 24/01/2020
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“Vuelvo con un sentimiento de gratitud”

El diácono Miguel Vilariño describe su estancia en la misión diocesana de Gamia (Benín)

Durante toda esta semana, con motivo de la celebración, este domingo, de la Infancia Misionera, el diácono Miguel Vilariño ha recorrido diferentes colegios y parroquias de la diócesis compartiendo su experiencia en la misión diocesana de Gamia, en Benín, de la que ha regresado hace apenas diez días.

Se trata de una estancia ya habitual para los diáconos recién ordenados, en la que, durante varias semanas, acompañan a los misioneros que se encuentran allí en sus labores cotidianas como párrocos en misión. Una “experiencia muy enriquecedora”, tal y como ha explicado el propio Miguel, quien se ha dedicado a “acompañar al misionero, Antonio Herrero, en todo lo que él hace habitualmente: ir a las comunidades, celebrar la eucaristía, atender a los catequistas, a los niños, incluso alguna vez jugábamos con ellos con unas pelotas que llevamos”. El tiempo que le tocó vivir este año a Miguel ha coincidido con la Navidad, algo que ha sido muy especial y sobre todo, “muy diferente a lo que estás acostumbrado: allí no hay luces navideñas, no hay compras, no hay frío. Pero sí se vive de verdad el misterio del nacimiento de Jesús, con mucha ilusión”.

Tras más de treinta años con la misión ubicada en Bembereké, ésta se ha trasladado, a la comunidad de Gamia, dentro de la misma diócesis de N’Dalí. “Las dos tienen en común una comunidad de cabecera, en este caso Gamia, y luego además hay otras 17 comunidades que van creciendo poco a poco. En algún caso están más consolidadas, con muchos bautizados y donde se celebra habitualmente la eucaristía, y en otras están en pleno proceso de catecumenado, preparándose para el bautismo”, explica Miguel. “En aquellas en las que hay bautizados, se celebra la eucaristía una o dos veces al mes, porque el sacerdote no puede llegar cada semana. Ahí entra el juego la figura del catequista, que se encarga durante todo el mes de las oraciones y las diferentes celebraciones de la Palabra”.

“Hay muchos proyectos en marcha, como la idea que tiene el obispo de la diócesis de que en cada parroquia haya un colegio católico. Es algo que está estudiándose. Lo que sí que está en plena construcción son algunas iglesias, como por ejemplo en Baura, que se inaugurará si Dios quiere en Pascua”.

Miguel ha regresado a España tras su experiencia en Benín con muchas imágenes inolvidables en su retina, y especialmente impactado por la labor de los catequistas, que abandonan sus comunidades, sus casas y sus trabajos durante nueve meses, para poder formarse en un lugar concreto y destinado para ello y luego llevar a cabo su labor apropiadamente. En su ausencia, el resto del poblado les cuida el ganado y las tierras.

Entre otras muchas vi-vencias y aprendizajes, si algo destaca Miguel de su estancia estos días en la misión diocesana es un sentimiento de “gratitud”: “No valoramos las cosas hasta que las perdemos. Aquí vamos al médico cuando nos ponemos malos y allí eso no se puede hacer; o el hecho,  por ejemplo, de tener carreteras o derecho a la educación, el poder ir a la escuela.  En Benín, nada de eso se puede tener, se te rompe el corazón cuando ves a niños que están trabajando, cargando cuatro cosas para venderlas en el mercado. Es un país con grandes dificultades”.

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