Voz y corazón orante de la Iglesia

Publicado el 13/06/2019
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Voz y corazón orante de la Iglesia

El domingo 16 de junio se celebra la jornada por las vocaciones contemplativas

La Iglesia se une para agradecer y pedir por las vocaciones de religiosos de vida contemplativa en una nueva Jornada Pro Orantibus, que se celebra este domingo  bajo el lema “La vida contemplativa. Corazón orante y misionero”. Hombres y mujeres que desde sus distintos carismas y órdenes tienen la misión de orar por la Iglesia y también por todos aquellos que, por diversas razones, están alejados de la oración. La Comisión para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal ha recordado que “su testimonio de vida nos asegura, en medio de nuestro agobio de cada jornada, que en cualquier momento podemos dirigir nuestra mirada a Aquel que siempre ilumina nuestra oscuridad interior. Desde sus claustros y monasterios no dejan de contemplar el rostro de Dios y de irradiar luz a todos nuestros corazones”.

Uno de esos monasterios es el de la Visitación de Santa María de Oviedo, las Salesas, en la que llevan a cabo su misión once monjas. Es el caso de la hermana María Rosa, zamorana de nacimiento, que vive su vocación religiosa desde hace setenta años y que tuvo clara desde bien niña cuando una tarde de verano escuchó un Ave María en la radio, “aquello me impactó”. Primeramente ingresó en las Adoratrices debido a su interés por trabajar con jóvenes, pero una enfermedad impidió que continuase su labor allí y su maestra de entonces la dirigió al monasterio de las Salesas: “Desde el primer día fue como si hubiese estado toda la vida aquí y nunca me sentí dudar, siempre tienes la inquietud de si persistirás, incluso con mi enfermedad me preguntaba si Dios me quería como religiosa o no, pero no porque yo no sintiera la vocación sino por las circunstancias que vivía”.

Comenzó así su formación, que en la actualidad continúa igualmente marcada aunque los tiempos hayan variado, que la llevó al prepostulantado, postulantado, noviciado, profesión y profesión solemne. Años de preparación que sirven para asegurar que realmente esa es la vocación a la que han sido llamadas. “Después viene la formación permanente de toda la vida porque si no sería dejarnos llevar de la monotonía y la tibieza, hay que fomentarla y trabajarla porque tendemos a la comodidad o al olvido”, explica la hermana María Rosa. Ahora mismo, en el convento, su preparación está más centrada en los escritos que el Papa está publicando en referencia a la vida de las religiosas: “Quiere que de verdad seamos. O somos o no somos: o somos religiosas y te entregas a Dios de verdad o si no es así no merece la pena ni que estés en un sitio ni en otro. Si estás dentro del convento y no te das a Dios, ni vales para el mundo porque estás fuera de él, ni estás viviendo lo que la vida religiosa te pide. Si entras y quieres ser religiosa asegúrate de que Dios te quiere aquí”. Un discernimiento exigente y comprometido que se apoya, como explica la hermana María Rosa, “en la llamada de Dios, sientes que es la que te da fuerza para renunciar a todo”. Un paso que además parte de un acto de valentía y de una fortaleza de ideas y de carácter: “Solamente para hacer un voto de obediencia se necesita tener una personalidad, renunciar a lo tuyo para someterte a otra persona tienes que ver que esa persona es Dios si no de qué. Lo haces por alguien que te está llamando a una vida de mayor perfección y por eso te está pidiendo una renuncia. Hay que tener mucho carácter y mucha fuerza de voluntad para decir Señor, lo hago por ti. No se puede ser feliz regateándole al Señor. Sin Él no seríamos capaces”. Por ello la hermana María Rosa aconseja a quien pueda sentir la llamada vocacional que “tenga muchos encuentros personales con el Señor, que le pregunte al Señor que intente tener una vida de oración y por supuesto que invoque a María. La Virgen es la que te lleva a Jesús, pero tienes tú que fomentar eso. Señor me quieres para ti, esto que yo siento es que tú me llamas, o es otro camino. Hay que escuchar lo que Dios me pide”.

Oración y trabajo

El día a día de las religiosas de vida contemplativa es mucha veces desconocido y no se piensa que su cotidianidad está marcada por mucho tiempo de oración, eso es lo primordial, pero también por muchas horas de trabajo y labores para subsistir y conservar el patrimonio de los conventos. “Lo primero es nuestra vida espiritual y religiosa. Tenemos unos tiempos de oración que no se deben perder: nuestra misión en la Iglesia es eso orar por ella, por el Papa, por todos los fieles, por tanta gente que no se acuerda de Dios. Nuestra misión es rezar por todos, por este mundo tan confuso, cambiante, variado y hoy diríamos tan olvidado de Dios. Mucha gente nos pide por alguien y vienen a confiarles a las monjas sus preocupaciones”.

Su oración principal es el Oficio Divino y, desde las seis y veinte en la que da comienzo su jornada habitual, además de la eucaristía rezan Laudes, Sexta, Tercias y Nona, además de Completas, Maitines y el Santo Rosario, junto con tiempo para la oración personal. Entre las oraciones se intercala el tiempo de trabajo que puede ser común o individual de cocina, administración, lavandería… Además del estudio, bien de la formación permanente que llevan a cabo o reglada como por ejemplo la hermana que estudia Teología.

En la actualidad el trabajo que desarrollan  las hermanas es vital, aunque sin duda insuficiente para cubrir económicamente las obras que han debido realizar en la iglesia. Un grave problema de polilla ha provocado que techo, coro, imágenes etc. se hayan visto totalmente dañados teniendo que iniciar unas importantes obras de arreglo y restauración. Por ello las religiosas piden ayuda a fieles y benefactores para poder hacer frente a los costes de la obra.

Una obra que evitará que, edificios singulares de la ciudad como el monasterio de la Visitación, sufran daños irrecuperables si no se interviene a tiempo en ellos.

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