«Vivo mi consagración perpetua con agradecimiento, confianza y abandono en el Señor»

Publicado el 22/07/2022
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«Vivo mi consagración perpetua con agradecimiento, confianza y abandono en el Señor»

Este viernes 22 de julio, a las 19 h, tendrá lugar en el Seminario Metropolitano la celebración de los votos perpetuos de las hermanas Jessika Vanegas López y Yuly Huamán Condori, ambas pertenecientes a la Asociación Pública de Fieles Lumen Dei.

Jessika tiene 37 años, es natural de Colombia y estudió Ingeniería Industrial en Medellín, en su país natal. Así nos cuenta su historia de conversión:

¿Cómo fue tu infancia y tu juventud, viviste la fe desde pequeña?
Yo vengo de una familia cuyo núcleo era mamá, papá y dos hermanos, mas otros dos en el cielo, mayores que yo. Crecí en una familia de comerciantes donde tuve muchísimo amor, todo el amor que pudieron y supieron darme, pero cuyo centro no era Dios. Era la típica mentalidad de «salir adelante», que no está mal, pero el Señor no era el centro en mi hogar. Mi primera niñez transcurrió entre Caracas (Venezuela) y Cúcuta, que está en Colombia, en la frontera con Venezuela. Para la Universidad, me fui a Medellín, donde estudié Ingeniería Industrial.

¿Cómo surge entonces la vocación a la vida consagrada en Lumen Dei?
Gracias a Dios, sí que recibí el bautismo y la Primera Comunión, pero la Confirmación ya no. Solía decir que «no es que no fuera creyente, pero que Dios sí, y la Iglesia, no».
Pasaron los años y hacia la mitad de mis estudios universitarios me fui a vivir sola. Durante las prácticas estaba en un área de una empresa muy grande de Colombia, donde trabajaba en la gerencia logística. Recuerdo escuchar a una compañera de trabajo que decía “mamá, esta tarde rezamos el Rosario”, y como una lucecita del Señor, veía que eso era importante para ella. Un día, fui a una parroquia porque me habían regalado una Virgen de Guadalupe, cosa que a mí no me gustaba mucho, porque no me gustaban las imágenes religiosas. Sin embargo, una amiga me había dicho que la tenía que bendecir, y fui a una parroquia para que me la bendijera un sacerdote. Entonces, una señora apareció de la nada y al verme con la Virgen me dijo: “Tú te tienes que parecer a Ella; y tú te vas a consagrar a Ella”. En aquel momento pensé “hay gente loca incluso en las iglesias”. Sin embargo, a los pocos meses me encuentro un viernes por la tarde en esta parroquia, no sé muy bien por qué, y  recuerdo que al acabar la misa el sacerdote dijo: “Hoy empieza la consagración a Jesús por María, el que quiera quedarse, quédese”. Y apareció esta señora que me había hablado aquella vez (que luego me dijo que no recordaba haberme dicho nada); yo pensaba que me había reconocido. Me animó a quedarme, pero yo le dije que yo nunca venía a la Iglesia y que no sabía qué significaba eso de la consagración. Lo cierto es que no quería quedarme, pero ella me animó a probar, y finalmente permanecí.
Una vez allí, recuerdo que de todas las cosas que nos dijeron ese día, me quedé con que se trataba del Método de Consagración de San Luis María Grignion de Montfort y que se trataba de caer en la cuenta de lo que significan los compromisos bautismales y qué significa vivir como bautizado, todo ello con la intercesión de la Virgen María.
Y ahí empezó para mí un camino: conocer el espíritu del mundo, conocer a María, conocerte a ti mismo y conocer a Jesús. Quise hacerlo por propia coherencia, ya que estaba bautizada, y lo cierto es que desde el primer momento me enamoré de todo lo que pasaba en la formación para la consagración, todos los viernes durante un año.

¿Y cuándo entra en escena Lumen Dei?
Ese mismo día en que nos consagramos, la Virgen hizo que comenzáramos en aquella parroquia un Centro de Ayuda a la Mujer. Y Lumen Dei, que tenía otro similar en esa ciudad, nos empezó a acompañar, sobre todo espiritualmente, para ponerlo en marcha.

Llevas unos años con tu comunidad en Oviedo. ¿Qué labor lleváis a cabo?
Lo más importante es que yo estoy consagrada a Dios con mis hermanas para la misión.
Después, durante el día lo primero que tenemos es un tiempo de oración, a primera hora de la mañana, antes de la Santa Misa. Después, a lo largo de la jornada tenemos tiempo de oración en Comunidad: Vísperas, Laudes y en la noche Completas. También hacemos el Santo Rosario y una hora de Adoración por la tarde con el Santísimo expuesto. Todo eso de cara a nuestra vida interior. Vivo con tres hermanas más que el Señor me ha regalado y tenemos las tareas normales de una comunidad, en la casa.
En cuanto al apostolado damos catequesis en Las Regueras; tenemos apostolados virtuales de acompañamiento espiritual y prestamos un servicios en el Arzobispado, yo en concreto ayudo algunos días en portería y otros días en Bienes Culturales. Estamos muy ocupadas pero todo el tiempo le pertenece al Señor y es como que todo se vuelve oración y ofrenda.

Los que te conocemos y te vemos habitualmente, observamos que estás siempre sonriendo…
Yo creo que el Señor me ha regalado un temperamento que es muy sonriente. Pero sí que es diferente el motivo por el que sonríes. Cuando tú tienes tan claro que eres hija de Dios, que tienes al mejor Padre que se puede tener, que los hermanos que tienes alrededor es porque ese Padre te los ha dado, mi experiencia es ¿cómo no dejar de sonreír? Mi sonrisa es consecuencia de todo ello.

¿Cómo te sientes, cuando está tan cercano el momento de tu consagración perpetua?
Me siento muy agradecida, principalmente porque Dios me ha mirado con tanto amor y tanta a misericordia. Y lo estoy viviendo con confianza y con abandono. Ya se hizo la época del discernimiento. La Iglesia te acompaña y te ayuda a discernir y eso ya se acabó. Esto es para siempre. No importa lo que venga, estoy en las manos de Dios, en las manos de mi Padre.

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