Viernes Santo. Celebración de la Pasión del Señor en la Catedral de Oviedo

Publicado el 30/03/2018
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Viernes Santo. Celebración de la Pasión del Señor en la Catedral de Oviedo

Este Viernes Santo, a las cinco de la tarde, tuvo lugar la celebración de la Pasión del Señor en la Catedral de Oviedo, presidida por nuestro Arzobispo, Mons. Jesús Sanz. Al igual que ocurriera durante el Jueves Santo, el Oficio litúrgico fue retransmitido para toda España por la cadena de radio Cope. En su homilía, el Arzobispo de Oviedo recordó que se trataba de una celebración «sin canto ni procesión solemne de entrada. El altar, desmantelado. El obispo va sin anillo, sin báculo y si es arzobispo, sin palio. Despojados de todo como Cristo en el Calvario. Tampoco las campanas tocan a fiesta, ni siquiera su tañido de difuntos serviría para decirnos de qué muerte se trata. Propiamente no celebramos la Eucaristía: es el único día del año en el que no hay misa».

Tras la lectura del Evangelio, Mons. Jesús Sanz preguntó en voz alta: «¿Quién soy yo en este drama? ¿A qué nombre de aquellos le pongo yo mis apellidos? El relato, leído de rodillas y con el corazón abierto es todo un libreto donde se narra mi biografía. Algo de todos ellos tengo yo, y detrás de cada uno se asoma la sombra de todos mis momentos y retazos». Y recordando que al finalizar tendría lugar la ostensión del Santo Sudario, que se conserva habitualmente en la Cámara Santa de la Catedral, recordó que «El Santo Sudario es un testigo de lino que guarda como un secreto los ojos cerrados del Señor. Aquella mirada se abrirá para siempre resucitada después, pero por amor vivo a mis desamores muertos se cerraron a la hora de nona de aquel Viernes Santo. Es algo que en esta tarde mirando ese lienzo no debemos olvidar. Tampoco olvidamos a quienes prolongan con sus sufrimientos, sus desgracias y desamparos, la Pasión de Jesucristo. Hoy los crucificados por la violencia, las guerras y el terrorismo, por la corrupción y la indiferencia de tantos, por las desgracias y soledades, por los propios pecados y los ajenos, se reconocen junto a Cristo crucificado que en ellos vuelve a sufrir la Pasión».

Homilía completa

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