“Hay que valorar la aportación de los contemplativos”

Publicado el 28/05/2021
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“Hay que valorar la aportación de los contemplativos”

Entrevista a Manuel Ángel Acebal, Delegado Episcopal para la Vida Consagrada

 

“La vida contemplativa, cerca de Dios y del dolor del mundo” es el lema de la Jornada Pro Orantibus de este año, que como siempre se celebra en torno a la solemnidad de la Santísima Trinidad. Una jornada que tiene como objetivo orar por las comunidades de clausura, que en nuestra diócesis son nueve, en total, y todas ellas femeninas. 

Ha sido un año duro para todo el mundo ¿cómo lo han vivido en los conventos de Asturias?

Afortunadamente en ninguno de los monasterios y conventos de vida contemplativa de Asturias ha entrado el coronavirus, y tenemos que alegrarnos por ello. Su vida ordinaria no ha sufrido cambios profundos porque prácticamente viven siempre en un cierto confinamiento voluntario, libre, pero apartadas de la vida social más habitual. No obstante, sí que lo han vivido con preocupación porque la situación que trajo la crisis sanitaria preocupaba a todo el mundo y a las religiosas contemplativas igualmente. La muerte, la enfermedad, el desempleo, la pobreza, todas estas circunstancias les han preocupado. Ellas se vieron afectadas, como al resto de los ciudadanos, en algunos servicios como la sanidad. Y con esta situación de pandemia, la salida de los productos que fabrican se ha visto recortado y su precaria situación económica se ha agravado en muchos casos. Aún así, confían en el Señor y siguen con esperanza alabando a Dios y orando por la Iglesia y por la humanidad entera.

Tenemos en la memoria esas imágenes de las religiosas Dominicas de Cangas del Narcea fabricando mascarillas, o las oraciones que pedían desde todos los puntos de España a las Carmelitas Descalzas de Oviedo.

Sí, en toda España muchas comunidades de contemplativas colaboraron, por ejemplo cuando no había suficientes mascarillas se dedicaron algunas de ellas a hacerlo y también atendían a la gente que acudía a las puertas del monasterio para ayudar con alimentos. Lo poco que tienen, lo comparten.

En estos últimos meses no ha podido haber movimiento de gente, pero aún así ¿cómo están las vocaciones?

Pues es uno de los problemas que tiene la vida consagrada en general, y los contemplativos también: la escasez de vocaciones.

Vocaciones nativas de Asturias no ha habido prácticamente en los últimos tiempos, quitando una chica de Piedras Blancas que estará a punto de hacer su profesión solemne en las Dominicas de Cangas del Narcea.

Sí que han venido, por ejemplo, a las clarisas de Villaviciosa, alguna vocación nueva de América Latina. También se ha incorporado alguna religiosa ya profesa a las Agustinas Recoletas, procedentes de México y Guatemala, aquí a Oviedo. En las Agustinas Recoletas de Gijón se han incorporado miembros del monasterio de Lugo, para reforzar porque como el número ya era exiguo, estaban a punto de cerrar, y de esta manera, se han convertido en monasterio afiliado de Lugo. 

¿Qué podemos hacer para ayudar a estas comunidades contemplativas?

Las contemplativas, que oran tanto por nosotros, creo que agradecerían que también nosotros las tengamos presentes en nuestra oración. 

Y desde luego que no buscan ningún reconocimiento, pero sería bueno que también se valorase su aportación a la espiritualidad y a la vida de la Iglesia.

Creo que los contemplativos hacen una pastoral evangelizadora en el sentido de que, con su retiro, nos advierten continuamente que Dios es ese tesoro escondido; que merece la pena dejarlo todo para conseguir esa perla preciosa. Es el gran testimonio que nos ofrecen.

También nos recuerdan que la comunión es posible: viven en un ámbito estrecho, entre las paredes del monasterio, con personas de otras culturas y distintas razas y nos demuestran que la fraternidad es posible. Ese es otro testimonio que nos dan.

Y en un plano más material, diría que es bueno que las apoyemos. Ellas tratan de ser autónomas económicamente, en la medida de lo posible, pero podemos ayudarlas adquiriendo los productos que fabrican.

En la mayoría de los monasterios, la fuente principal de ingresos son las pensiones de las religiosas mayores, pero también hacen trabajos de repostería, se dedican a los bordados, a la confección de ropa litúrgica, o hacen las formas para el pan eucarístico etc.

Además, también se les pueden hacer donativos, porque si bien en la vida ordinaria más o menos se defienden y son autosuficientes, a veces surgen gastos extraordinarios y no tienen cómo hacerles frente. Recordamos por ejemplo el ataque de termitas que tuvieron las Clarisas de Villaviciosa hace un tiempo, y algo similar les sucedió a las Salesas en Oviedo.

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