«El truco es poner a Dios en todas las cosas que haces, para ser feliz»

Publicado el 03/11/2023
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«El truco es poner a Dios en todas las cosas que haces, para ser feliz»

Este mes de octubre, concretamente el día 2, se cumplían 95 años de la fundación del Opus Dei. Cercanos ya al centenario, conocemos de cerca a uno de sus miembros, Isabel Díaz-Haces, natural de Oviedo, madre de familia y coordinadora en Asturias de ITEFA, cursos de orientación para matrimonios y familias.

¿Cómo conociste el Opus Dei?
En realidad lo conozco desde que nací, porque mis padres son supernumerarios, así que mamé el espíritu desde bien pequeña. Y luego también tengo unas tías y un tío sacerdote del Opus Dei, así que el ambiente de mi alrededor me hizo comprender siempre muy bien lo que era la Obra. Y luego tanto en casa de mis tíos como en la mía, se respiraba un ambiente muy alegre. Yo me acuerdo que iba a casa de mis tíos y me divertía un montón, siempre estaban celebrándolo todo. Y cuando eres pequeña en todas esas cosas te fijas un montón. Y luego notaba también que el ambiente de mi casa era diferente al de mis compañeros de colegio. Y en momentos difíciles, cuando ha habido disgustos, cuando ha habido muertes, incluso en esos momentos se ha llevado con mucha alegría, o sea, nunca ha habido dramas ni cosas tremendas, entonces esas cosas cuando eres pequeña te marcan mucho.
Y luego acompañaba a mi madre a sus medios de formación, a sus charlas, a su misa, con toda naturalidad, entonces así conocí el Opus Dei desde pequeña y luego, de mayor, pues he seguido yendo pero por voluntad propia.

¿Cómo supiste que tenías vocación a formar parte del Opus Dei?
No es algo que yo haya visto de repente, como una revelación. Es algo que vas viendo poco a poco, sobre todo con el ejemplo que tienes alrededor. Vas viendo que merece la pena vivir así, y entonces te lo vas planteando. Al final dices, «saber que puedo ser santa en medio del mundo, cuidando de mis hijos, tomándome una cerveza con mi marido, trabajando muy bien, pues es todo un chollo«. Y luego, por supuesto, pues lo rezas, lo maduras y te planteas si Dios te pide formar parte, si tienes vocación. Y yo creo que a mí Dios me lo pidió.

¿Cómo es tu vida entonces como supernumeraria, como madre, en esta tarea que te lleva tiempo de coordinación de ITEFA, de estos cursos de orientación familiar?
Pues a ver, mi vida a secas es una vida normal como la de cualquier otra persona, pero mi vida como supernumeraria cobra un sentido muy grande y de eso se trata precisamente mi vocación. Desde que me levanto hasta que me acuesto, intento hacer cada tarea muy bien por insignificante que parezca. Y cada tarea que hago es obra de Dios y un encuentro con Él. Luego, mi marido y mis hijos son el camino que me llevan al cielo. Eso unido al trabajo y a las tareas que intento hacer cada vez mejor, pues esa mi vocación, ya que las hago por amor a Dios y por amor a los demás.
A ver, yo pienso que el truco es poner a Dios en todas las cosas que haces para ser feliz, incluso en las más simples, en las que te parezcan más tontas. Por ejemplo, en nuestra casa Dios es el protagonista, es uno más en la familia, y yo creo que cuando sientas a Dios a comer en tu mesa, intentas cocinar mejor, lo haces con más ilusión, te esfuerzas más y así con todas las cosas. Pues nada, yo lo que hago es intentar ir de Su mano en cada cosa que hago, pero no solamente en los temas de trabajo, también en la familia, en los momentos de diversión. Cuando voy, yo qué sé, de cervezas con amigos, pues también me llevo a Dios de cañas conmigo.
Y luego, por otro lado, también en el tema de la amistad, que es algo muy importante. Pienso que es otra manera de ser generoso, de darse a los demás y de compartir, de enriquecerse uno mismo. Y al final Dios quiere que nos lo pasemos bien.
Y luego también pasa a veces que las cosas no salen bien, porque no todo es maravilloso y en todas las familias se «cuecen habas» y hay disgustos y hay problemas. Y entonces yo creo que ahí es cuando llega el momento de abrazar la cruz y como Dios es Padre y va de la mano conmigo es cuando me da fuerza y me levanta.

Todo esto, estando tu familia «a una» puede parecer fácil. Pero parece que el mundo va en contra. ¿Cómo dialogas y cómo te enfrentas a todo lo que es diferente? ¿Cómo lo integras en tu vida?
Es verdad que parece que cada vez hay que remar más a contracorriente, ¿verdad? Y da la sensación de que ante cualquier cosa que dices, que haces o que piensas, la gente se te echa encima o le parece extraño. Y luego en el tema de los hijos también es verdad que tú les lanzas un mensaje y luego están oyendo otro totalmente diferente. Entonces es complicado.
Pero al final yo vivo en el mundo y por lo tanto amo el mundo y a las personas que viven en él. Y a mí me gusta el mundo y su gente, así que no tengo ningún problema para convivir con las personas que piensan diferente. Aparte de todo, es que relacionarme solamente con la gente que piensa como yo, sería un rollazo. No tendría nada nuevo que contarles. Me parece que lo bonito precisamente es poder intercambiar distintos puntos de vista, de formas de ver la vida y compartir tu verdad con los demás.
Además para transformar el mundo hay que transformarlo desde dentro y para eso hay que meterse de lleno. Y yo estoy convencida de que lo que lo cambia todo, es el amor.

En estos últimos meses el Opus Dei ha sido noticia por los cambios legislativos que se han propuesto en la Santa Sede en relación con la figura de las prelaturas personales, ¿cómo vives tú todo eso?
Pues tal y como nos ha transmitido el Padre, don Fernando: aceptando con obediencia todo lo que viene del Papa y de la Iglesia, que además es lo que nos ha transmitido siempre nuestro fundador, san Josemaría, y luego rezando para que la elaboración de los estatutos llegue a buen puerto.
Pero en lo que se refiere a mi vocación, no me afecta en nada porque mi vocación sigue siendo exactamente la misma. Yo sigo siendo parte de la Iglesia con un carisma propio, que es santificarme en medio de mis quehaceres diarios, con mi familia, con mis amigos, en mi trabajo y estando muy cerca de mi párroco y de nuestro Arzobispo, don Jesús.

 

 

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