Este año celebran sus tres décadas de existencia desde que, allá por el mes de febrero de 1989, un grupo de catequistas y colaboradores de la parroquia de los Santos Apóstoles de Oviedo decidiera dar “un paso más” en su ayuda a la Campaña anual contra el Hambre de Manos Unidas. “Alguien entonces pensó en hacer un rastrillo”, destaca Susana Fernández Iglesias, que en aquel entonces era una joven catequista de 18 años.
“Habitualmente la parroquia es muy generosa –destaca–. Pero pensamos en llevar a cabo una idea original para recaudar más fondos”. De esta manera, aprovechando la forma octogonal del templo, decidieron aquel primer año poner una mesa en cada salida. “Recuerdo que la gente había hecho pulseras de nudos, de esas que entonces se llevaban tanto –explica Susana– y también se ofrecían chuches”. Aquella recaudación ascendió a más de 10.000 pesetas, todo un éxito para ser la primera, y la cifra se unió a la colecta final de la parroquia.
“Año tras año hemos ido creciendo, especialmente en colaboradores. Actualmente lo organizamos entre unas 25 o 30 personas, y no podemos quejarnos porque en cuanto comunicamos que vamos a preparar un acto solidario hay mucha gente que se implica –afirma–. Tenemos puestos con libros y discos, otro con cuadros, otro con ropa de bebé hecha a mano, otros de cerámica, bisutería y objetos antiguos. En general, tanto establecimientos como personas en particular se vuelcan. Además ponemos un puesto de comida e instalamos un pequeño y sencillo bar con bebida que nos ceden los bares y alguna cosa que aportamos nosotros. También tenemos rifas y una tómbola. Y no sólo ayuda gente del barrio –destaca–, el dueño de un bar de Avilés, por ejemplo, lleva colaborando con nosotros –y por tanto con Manos Unidas– desde el primer año”. De los 4.221 euros que la parroquia recaudó, entre la colecta y el rastrillo, aquel primer año, a los 17.880 que consiguió el pasado 2018, hay un mundo, marcado por la solidaridad y el esfuerzo de los colaboradores y benefactores.
Los primeros años se organizaba fuera, en la plaza de la parroquia, lo que ayudaba a que más gente de la calle lo viera y se acercara a participar. De un tiempo a esta parte el Ayuntamiento no se lo permite, por lo que tiene lugar en los bajos de la parroquia, lo que no ha impedido que el rastrillo siga teniendo el mismo éxito, o más.