«Toda vida es digna y merece ser vivida»

Publicado el 19/12/2019
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«Toda vida es digna y merece ser vivida»

Entrevista a Ángel Jiménez Lacave. Médico oncólogo, docente e investigador

El doctor analiza los conceptos de eutanasia y muerte digna, a la luz de su experiencia profesional

A principios de este mes la Conferencia Episcopal Española publicó el documento “Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida”, un documento escrito con preguntas y respuestas sobre temas como la eutanasia y el suicidio asistido, la ética del cuidado de los enfermos o la medicina paliativa. Fue presentado por el Obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta, Presidente de la Subcomisión para la Familia y la Vida. En Oviedo, el oncólogo, docente e investigador Ángel Jiménez Lacave pronunciaba ayer miércoles, en la parroquia de San Pablo de la Argañosa (Oviedo) la conferencia “Controversia sobre la eutanasia. Diferencia entre eutanasia, muerte digna, derecho a decidir y auténtica libertad”. Así ha hablado para el semanario Esta Hora:

En estos últimos años se está entregando en cuerpo y alma a este tema de la eutanasia.

Sí, me estoy convirtiendo en un activista, porque veo la presión que están haciendo los medios de comunicación, en las televisiones etc., intentando convertirlo en una cosa normal. Y yo, que he estado 40 años de mi vida profesional viendo enfermos graves, compartiendo sufrimientos y luchando por su vida, veo que quieren arrasar todo aquello que intentamos construir los médicos.

¿Cómo valora este último documento de la Conferencia Episcopal?

Es muy amplio, y se nota quién es el presidente de la subcomisión: Mons. Mario Iceta. Él es médico y experto en bioética, y ello hace que el documento esté muy bien escrito y sea muy profesional.

¿Cómo define estos conceptos, a veces tan confusos?

Yo diría que el 20% de la población piensa que la eutanasia es “morir bien, sin sufrimiento”. Si esto fuera así, todos lo querríamos para nosotros, normal que la gente se apunte a ello. Pero lo cierto es que, a efectos de lo que podría legislarse, la eutanasia, dicho de una manera más bien burda, es “matar al enfermo para que no sufra”.

La Asociación Médica Mundial, compuesta por representantes de los diferentes colegio de médicos de distintos países, que por unanimidad, por cierto, están en contra, tienen una definición propia. Para ellos la eutanasia es “un médico que administra deliberadamente una sustancia letal, o que lleva a cabo una intervención para causar la muerte de un paciente con capacidad de tomar decisiones”. Es decir, que la eutanasia es un acto de quitar la vida, de matar.

Hay otros conceptos que también están en la calle, como el derecho a la “muerte digna”.

Yo también me apuntaría a ese eslogan de la “muerte digna”. Uno diría que se refiere a que, mientras estás vivo, te atiendan dignamente. Porque en realidad la muerte no es digna ni indigna, pues es un acto concreto. Así que, si se refirieran a tratar al hombre dignamente mientras vive, pues fenomenal. Pero el problema es que, por lo que yo he visto en sus declaraciones y en sus dossieres, es que defienden que, según el grado de enfermedad que tengas, eres más o menos digno, más o menos descartable, en palabras del Papa Francisco. Porque la calidad de vida, para ellos, es una cosa cuantitativa, y si tienes menos calidad de vida, entonces tienes menos dignidad. Como si la vida de un enfermo no mereciera la pena ser vivida. Sin embargo, como dice la Declaración de los Derechos Humanos, y ya lo dijo también Pablo de Tarso en su momento, la dignidad del hombre reside en el hecho de ser hombre. Y todos somos iguales, con la misma dignidad: sanos o enfermos, esclavos y libres, hombre y mujer, homosexuales o heterosexuales.

¿Cuál ha sido su experiencia como médico en estos 40 años?

Lo cierto es que todo lo que hemos hablado previamente son cuestiones filosóficas que no llevan a ningún sitio. Aquí lo que importa es la realidad, y la realidad que yo he vivido es que, en cuarenta años que llevo viendo enfermos, solamente tres me han pedido la eutanasia. Y esos tres, cuando han estado en el hospital y han sido bien tratados, se han olvidado completamente. Y no solo es mi experiencia, sino también la de otros oncólogos con los que he podido hablar y contrastar. ¿Quién habla de eutanasia, entonces? Los que están sanos: en conversaciones, en tertulias, hablan de enfoques teóricos, de disquisiciones filosóficas. Pero esos mismos, cuando están enfermos, lo que quieren es ser atendidos.

Yo siempre insistía mucho con mis alumnos en que supieran escuchar y ponerse en el lugar del enfermo. Porque los enfermos piden eso, que el médico sea “humano”. Normalmente las familias se dirigen a ti, además, preguntando si habrá “un tratamiento más eficaz”, y si demandan, lo hacen porque a veces piensan que no han sido bien atendidos, o porque creen que no les han puesto un fármaco porque es caro. Al menos en oncología, cuando la gente está bien tratada, no piden la eutanasia. Por lo tanto, ese clamor popular que dicen que existe sobre la eutanasia, según mi experiencia, es mentira.

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