«Testigo de una Iglesia comprometida»

Publicado el 28/11/2019
Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail this to someonePin on PinterestPrint this page
«Testigo de una Iglesia comprometida»

La fiesta de Santa Catalina, marco del homenaje a D. Juan Antonio Menéndez

La festividad de Santa Catalina de Alejandría, el pasado lunes, fue el marco elegido para celebrar un homenaje en honor del obispo asturiano fallecido recientemente D. Juan Antonio Menéndez, en el Seminario Metropolitano. Con la presencia del Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, y del director del Centro de Estudios Teológicos, Fernando Llenín, el sacerdote jesuita José Luis Pinilla, Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal, pronunció la conferencia “Don Juan Antonio Menéndez, testigo veraz de una Iglesia comprometida con los migrantes”. Una labor que D. Juan Antonio llevó a cabo en la Comisión Episcopal de Migraciones desde su nombramiento episcopal, en la que se implicó en cuerpo y alma llegando a conocer a fondo este fenómeno contemporáneo.

La acogida del homenaje, en el Seminario de su diócesis natal sobrepasó las expectativas del tal manera que, antes de comenzar, hubo que trasladar el acto desde el Auditorio, emplazamiento originario, hasta el Aula Magna del edificio, con mayor capacidad de público.

José Luis Pinilla trabajó codo con codo con don Juan Antonio Menéndez en la Comisión episcopal de Migraciones. Un destino que fue elegido personalmente por el que fuera Obispo de Astorga, pues, tal y como recuerda el jesuita “solía decir que, en su época de párroco tuvo que trabajar en Avilés con un colegio diocesano que tenía un 80%  de alumnado inmigrante”.

El colegio del que hablaba don Juan Antonio era el San Nicolás de Bari, conocido por su carácter integrador desde su creación. “Él quería entrar en una comisión donde se trabajara por los pobres y, en concreto por los migrantes”, recuerda Pinilla. “Todos nos quedamos gratamente sorprendidos cuando nos lo comunicó, y no hubo que decirle nada más, se le recibió con los brazos abiertos y desde el primer momento estuvo realizando una misión impagable”, afirma.

Su labor allí, destaca el jesuita en declaraciones a Esta Hora, “al ser presidente, era encajar todas las piezas”. Y es que la Comisión episcopal de Migraciones cuenta con siete departamentos que se ocupan de siete grupos distintos en el ámbito de la movilidad humana: “Desde mujeres en riesgo, víctimas de la trata, menores, carretera, apostolado del mar, ferias y circos, etc.” enumera. “En definitiva, tenía que coordinar todos estos departamentos y llevar la voz de esta Comisión al gobierno de la Conferencia Episcopal. Además, él asumió personalmente la dirección del departamento de Migración, el que más volumen de trabajo conlleva, y que se ocupa de las personas que llegan a España desde otros países”.

D. Juan Antonio llegó a conocer bien el fenómeno migratorio del que Benedicto XVI dijo que marcaba “una época”. “Hoy en día no se entiende una sociedad moderna que no comprenda la realidad de las migraciones como parte de su propia estructura –afirma Pinilla–. Las migraciones han venido para quedarse, y para configurar una sociedad que resulte enriquecida con la aportación que el inmigrante hace”. Estas afirmaciones son pura “doctrina social de la Iglesia y don JuanAntonio así lo explicaba”,  afirma el director de la Comisión de Migraciones. “No es que la Conferencia Episcopal se invente ahora una forma de actuar –asevera– sino que está recogido en la doctrina social, y más con este bendito Papa que tiene tan presente este fenómeno”.

El fallecimiento de D. Juan Antonio Menéndez dejó en el aire numerosos proyectos, pero no solo eso, sino “toda una línea de actuación”, reconoce. “Esta línea estaba muy sistematizada, pues nos empujaba a trabajar el tema de las migraciones desde el esquema del ver, juzgar y actuar: es decir, analizar la realidad, después mirarla desde el punto de vista del Evangelio, y a partir de ahí, actuar en consecuencia”, recuerda el jesuita. “Pero además –añade– hubo cosas muy concretas en las que se había embarcado y que quedaron en el aire, como fue la inauguración de dos departamentos. Uno de ellos, de atención a las víctimas de la trata, y el otro, de menores de la calle, conocidos como Menas. Ambos ya en funcionamiento”. Además, “quedó en el aire también la iniciativa de tender puentes con la inmigración en origen, algo que pergeñamos con él y que, si Dios quiere, conseguiremos el año que viene, visitando las diócesis del norte de Marruecos, principalemente Tánger y Rabat”. Finalmente también quedó parada la presencia en los ámbitos internacionales, no sólo ante la Iglesia romana, sino ante otros obispos europeos. “Una labor que ha retomado el actual presidente”, afirma el Director de la Comisión episcopal de Migraciones.

No fueron muchos los años en los que D. Juan Antonio pudo volcarse en el ámbito de las migraciones, pues no fueron muchos los años que vivió de obispo, pero sí dejó el legado de cómo vivía él esta realidad: “Las últimas intervenciones suyas fueron para recalcarnos lo que el Papa ha dicho después con frecuencia, y es que a los inmigrantes hay que acogerlos, protegerlos, promoverlos e integrarlos”, en el ámbito religioso, y también en el social. “Él fue un hombre profundamente agarrado a Cristo, como dijo el Arzobispo de Oviedo en su funeral”, recuerda. Esa es su mejor herencia.

Álbum de fotos del acto

Para mejorar el servicio, utilizamos cookies propias y de terceros. Si sigues navegando, entendemos que aceptas su uso según nuestra política de cookies.

Más información sobre cookies