Siete de cada diez alumnos asturianos eligen Religión en la escuela

Publicado el 21/12/2017
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Siete de cada diez alumnos asturianos eligen Religión en la escuela

En este curso, más de cien mil alumnos se encuentran estudiando la asignatura de Religión en los centros públicos y de iniciativa social, tanto laicos como religiosos, de nuestra región. Se reparten en Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato y suponen un 69,23% del total, una cifra que ha ido aumentando progresivamente en los tres últimos cursos. Así las cosas, prácticamente siete de cada diez alumnos opta por introducir en su currículo educativo Religión.

“Los datos estadísticos son muy esperanzadores en edades donde son los alumnos quienes eligen, como son los últimos años de Primaria, Secundaria y Bachillerato”, comenta Pilar Hernández, Delegada episcopal de Enseñanza. Sus palabras suscriben los últimos datos, que indican que, desde el curso 2015-16 –donde el 40% de los alumnos de educación Secundaria en los institutos públicos se decantaba por la enseñanza de Religión– se ha pasado al 58% de este año.
Por su parte en Bachillerato las cifras se mantienen alrededor del 30 por ciento con la dificultad añadida de que los alumnos deben cumplimentar siete horas de asignaturas de las denominadas específicas. Entre las opciones se encuentran materias con cargas lectivas de tres y cuatro horas, más Religión, que solo tiene una. De modo que si un alumno opta en primer lugar por una de cuatro, se ve limitado forzosamente en su siguiente elección. Infantil y Primaria son, en cambio, las etapas educativas –en los centros públicos– donde se ve un descenso de un par de puntos respecto al año pasado que, aun así, sitúa el porcentaje de alumnos en un 54 por ciento en Infantil y en un 60 en Primaria. En este caso la asignatura de Religión no es ajena a la baja natalidad que afecta a Asturias y que por lo tanto hace que el número de matrículas en general sea menor.
Estos porcentajes ponen de manifiesto que la asignatura de Religión sigue siendo considerada una parte fundamental de la educación que muchas familias quieren para sus hijos o en la que los propios alumnos están interesados en profundizar. Una materia que nada tiene que ver con la imagen de adoctrinamiento que en muchas ocasiones se presenta o de catequesis, que tiene otras connotaciones. “Está muy bien delimitado qué es la formación religiosa y qué es la catequesis. De hecho cualquier alumno puede matricularse independiente de que sea creyente o no o creyente de otra religión, la fe no es requisito para matricularse. Hay muchos alumnos que quieren saber. Para poder optar en libertad hay que conocer y ellos quieren hacerlo”, afirma la Delegada de Enseñanza, que matiza: “Cuando una persona se quiere comprometer existencialmente con Cristo a través de la fe, eso es la catequesis y se vive en la comunidad cristiana, en la parroquia. Un joven o un niño puede querer saber, sin comprometerse, y para eso es la clase de Religión”.
Las estadísticas que atienden a criterios geográficos ayudan también a dibujar el mapa de la asignatura en la región. Las zonas de interior de Occidente son las que mayor número de matriculados presentan en Infantil y Primaria en los colegios públicos con más de un 85 por ciento, seguidas de El Fresno con un 76%. En cuanto a núcleos urbanos se refiere, Oviedo está a la cabeza con casi un 62% y Gijón supera por poco el 50%. Esta tendencia se mantiene, con alguna diferencia, en Secundaria y Bachillerato. Oviedo mantiene su posición con un 25%, mientras que El Fresno con un 33% y Siero con más del 34, presentan las cifras más altas de la región.

Formación integral
Si hubiese que destacar una de las contribuciones esenciales de la materia de Religión a la educación es que está planteada para fomentar “el desarrollo integral de la persona. La vida tiene que tener un sentido y la asignatura ayuda a que se lo planteen. Además es imposible para entender nuestra cultura y forma de pensar que, independientemente de que uno sea creyente o no, sus raíces son cristianas católicas”, explica Pilar. “Los avances científicos y tecnológicos pasan de una generación a otra automáticamente, pero  el avance en valores, en desarrollo de la persona cada generación tiene que hacerlos suyos y personalizarlos. Cuando a veces hablamos de que hay un retroceso más que un progreso en este sentido es por eso, porque cada generación tiene que asumirlo y la educación tiene que acompañarla en ese proceso de llegar a ser persona en plenitud. La asignatura habla de eso y es necesario que cuente con profesores vocacionales que hacen ese acompañamiento desde la vivencia existencial”.

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