Esta original escultura de madera dorada y policromada, de una altura aproximada de 70 cm, es un relicario datado en el último cuarto del siglo XVI.
Está en depósito en el Museo de la Iglesia y es propiedad de la parroquia de San Isidoro el Real En la parroquia ocupaba uno de los nichos del retablo de San Ramón Nonato (antes de San Francisco de Borja), construido por Manuel de Pedrero en 1749 y situado en la última capilla de la nave del Evangelio.
La teca o caja donde se guardaban las reliquias está excavada a la altura del pecho y en la actualidad alberga una estampa de la santa del siglo XIX.
Se supone que este relicario habría formado parte del mobiliario y ajuar litúrgico que los Jesuitas trajeron a Oviedo a finales del siglo XV pues la actual parroquia de San Isidoro era anteriormente la iglesia del colegio San Matías de los Jesuitas (construida a lo largo de los siglos XVII y XVIII). En el año 1770 la parroquia de San Isidoro (situada en la actual plaza del Paragua), se traslada a la iglesia del colegio jesuita de San Matías, tres años después de la expulsión de la orden de España.
En el año 1770 la parroquia de San Isidoro (situada en la actual plaza del Paragua), se traslada a la iglesia del colegio jesuita de San Matías, tres años después de la expulsión de la orden de España.
El culto a las reliquias fue una devoción muy defendida por los jesuitas y conoce un notable impulso en el mundo cristiano con la Contrarreforma.
Santa Lucía es fácilmente reconocible por los ojos que reposan en el plato que sujeta con una de sus manos. La santa murió martirizada bajo la persecución de Diocleciano en el año 304, el 13 de diciembre, fecha en la que se celebra su festividad.
Cada 13 de diciembre el relicario vuelve a su parroquia, a San Isidoro, y el resto de año se puede contemplar en el Museo de la Iglesia.
