El Papa anima a poner el belén en Navidad

Publicado el 05/12/2019
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El Papa anima a poner el belén en Navidad

“El hermoso signo del pesebre. Sobre el significado y el valor del belén” es el título de la Carta Apostólica del Pontífice

El Papa Francisco acaba de publicar, coincidiendo con el primer domingo de Adviento, una Carta Apostólica para animar a revitalizar la tradición del belén.

Fue durante la visita al Santuario franciscano del Pesebre de Greccio, que realizó esa misma tarde, donde oró ante el fresco medieval del templo que conmemora la primera representación de la Natividad. Allí, colocó en el altar una estatua tallada en madera del Niño Jesús y procedió a firmar su Carta Apostólica.

El texto de la misma, titulada “El hermoso signo del pesebre. Sobre el significado y el valor del belén” comienza explicando la motivación de la misma, que es “alentar la hermosa tradición de nuestras familias que en los días previos a la Navidad preparan el Belén, como también la costumbre de ponerlo en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas…”. “Es realmente –dice el Papa– un ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza”.

Un ejercicio que, según el Papa “se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular”. “Espero que esta práctica nunca se debilite –afirma el Pontífice en la Carta–; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada”.

“Los pobres y sencillos recuerdan que Dios se hace hombre para aquellos que más sienten la necesidad de su amor”, afirma el Papa

Además, la Carta apostólica recoge el origen del belén “tal y como lo entendemos”, e invita a los lectores a trasladarse “con la mente a Greccio, en el valle Reatino; allí san Francisco se detuvo viniendo probablemente de Roma, donde el 29 de noviembre de 1223 había recibido del Papa Honorio III la confirmación de su Regla. Después de su viaje a Tierra Santa, aquellas grutas le recordaban de manera especial el paisaje de Belén. Y es posible que el Poverello quedase impresionado en Roma, por los mosaicos de la Basílica de Santa María la Mayor que representan el nacimiento de Jesús, justo al lado del lugar donde se conservaban, según una antigua tradición, las tablas del pesebre”. “Las Fuentes Franciscanas narran en detalle lo que sucedió en Greccio. Quince días antes de la Navidad, Francisco llamó a un hombre del lugar, de nombre Juan, y le pidió que lo ayudara a cumplir un deseo: “Deseo celebrar la memoria del Niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno”. Tan pronto como lo escuchó, ese hombre bueno y fiel fue rápidamente y preparó en el lugar señalado lo que el santo le había indicado. El 25 de diciembre, llegaron a Greccio muchos frailes de distintos lugares, como también hombres y mujeres de las granjas de la comarca, trayendo flores y antorchas para iluminar aquella noche santa. Cuando llegó Francisco, encontró el pesebre con el heno, el buey y el asno. Las personas que llegaron mostraron frente a la escena de Navidad una alegría indescriptible, como nunca antes habían experimentado. Después el sacerdote, ante el Nacimiento, celebró solemnemente la eucaristía, mostrando el vínculo entre la encarnación del Hijo de Dios y la eucaristía. En aquella ocasión, en Greccio, no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los presentes”.

“¿Por qué el belén suscita tanto asombro y nos conmueve?” Se pregunta el Santo Padre en la carta. “En primer lugar –dice– porque manifiesta la ternura de Dios. Él, el creador del universo, se abaja a nuestra pequeñez. El don de la vida, siempre misterioso par nosotros, nos cautiva aún más viendo que Aquel que nació de María es la fuente y la protección de cada vida”.

En la Carta, además, repasa los distintos signos del belén para “comprender el significado que llevan consigo”, desde el cielo estrellado en la oscuridad y el silencio de la noche, hasta los paisajes, la importancia de los pastores, los más humildes y “primeros testigos de lo esencial”,  hasta la gruta, con las figuras del Niño, de María y de José.

Por este motivo, “la preparación del pesebre en nuestras casas nos ayuda a revivir la historia que ocurrió en Belén”, y además, afirma el Papa, “el belén forma parte del dulce y exigente proceso de transmisión de la fe. Comenzando desde la infancia y luego en cada etapa de la vida, nos educa a contemplar a Jesús, a sentir el amor de Dios por nosotros, a sentir y creer que Dios está con nosotros y que nosotros estamos con ÉL, todos hijos y hermanos gracias a aquel Niño Hijo de Dios y de la Virgen María”.

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