Entrante de embutidos, langostinos cocidos, sopa de marisco, lechazo al horno, fruta y dulces navideños. Ese será el menú que podrán degustar las personas que este año se vean obligadas a tener su cena de Nochebuena en la Cocina Económica de Oviedo. Una jornada que, si bien pasarán fuera de sus hogares, rodeados de desconocidos y probablemente sin familiares, se desarrollará con toda la alegría y el cariño que pondrán la comunidad de Hijas de la Caridad que están al frente, junto con el numeroso grupo de voluntarios de todas las edades que frecuentan el edificio de la calle San Vicente de Oviedo. Entre ellos, nuestro arzobispo don Jesús, que retoma de nuevo la costumbre de acudir en Nochebuena, una tradición que llevaba a cabo cada año y que se había visto suspendida a causa de la pandemia.
“Como todo lo que celebramos, esperamos hacerlo con mucha alegría –afirma sor María Fernanda García, superiora de la comunidad–. Y también con mucha participación, no solo de voluntarios que durante todo el año colaboran con nosotros, sino también de grupos musicales que vienen a amenizar la cena de Nochebuena”. Si bien durante todo el año, los fines de semana y los festivos las cenas se dan en bolsa, la Nochebuena y la Nochevieja son dos celebraciones tan especiales, que se esmeran por hacerlas en casa.
No serán las celebraciones con las que muchos habrían soñado. A todos les gusta contar con un hogar confortable, comida en la mesa y gente querida alrededor. Sin embargo, hay muchas Navidades dentro de la Navidad cotidiana, y en este caso, las cifras de personas que se ven obligadas a acudir a instituciones como la Cocina Económica para poder contar con una comida digna, no solo no disminuyen, sino que se mantienen prácticamente iguales que en plena pandemia.
En aquel momento, muchas personas perdieron su trabajo. “Incluso pequeños empresarios que habían puesto todos sus ahorros en un establecimiento de servicios como bares o restaurantes tuvieron que cerrar”, reconoce sor María Fernanda. “También muchas personas del servicio doméstico, que dejaron de acudir a las casas en las que trabajaban y después no volvieron a requerir sus servicios”, afirma. “Es una realidad que tenemos desde hace muchos meses –continúa–, cada vez hay más personas de origen español, y otras muchas que no pueden regularizar su situación y no tienen acceso a ningún tipo de ayuda”.
Así, si durante la pandemia en la Cocina Económica de Oviedo se ofrecían seiscientos menús diarios, entre comidas y cenas, es decir, atendían a unas trescientas personas, ahora son unas doscientas cincuenta aproximadamente. Junto con ellos, las familias, que se contabilizan aparte porque al comedor solo pueden acceder personas mayores de edad. “Estamos atendiendo semanalmente a ciento sesenta familias que nos vienen derivadas de distintos colectivos, y las que nuestra Trabajadora Social atiende. Lo que detectamos –señala la superiora de la comunidad de la Cocina Económica– es que son los niños los que más sufren las consecuencias de esta situación. Cuando las familias no pueden arreglar su situación, ellos tampoco pueden acceder a becas porque muchas veces cuando llegan ya ha comenzado el curso, o porque algunos de los requisitos que se solicitan son inviables para ellos, por ejemplo la presentación de la Declaración de la Renta, que en su país no existe. Son situaciones muy difíciles”.
La Cocina Económica de Oviedo se fundó en el año 1888, por representantes de distintos sectores de la ciudad, reunidos a instancias del entonces obispo de Oviedo, fray Ramón Martínez Vigil. Tal y como se señala en la historia de la institución, era aquel un momento en el que Asturias vivía uno de los peores temporales de nieve que se recuerdan, cuyos efectos repercutieron especialmente entre los más desfavorecidos de la ciudad.
Desde entonces, el objetivo principal de la Cocina Económica de Oviedo, declarada Entidad de Utilidad Pública en el año 2005, es facilitar una alimentación sana y nutritiva a precio asequible. Y es que los usuarios aportan cincuenta céntimos por comida, para “hacerse partícipes y protagonistas, además de beneficiarios, de la obra de la institución”, aunque lo cierto es que no aportar dicha cantidad tampoco supone la privación del alimento.
El reconocimiento de la labor de la Cocina Económica en Oviedo y su historia centenaria ha calado de tal manera en la sociedad, que la actual superiora de la comunidad, sor María Fernanda García, reconoce que “yo llevo treinta años como Hija de la Caridad, y tengo que reconocer que la solidaridad y la raigambre de nuestra Institución en Oviedo es muy especial”.
Entre otras curiosidades, es frecuente en estas fechas ver a familias completas que vienen con sus hijos a hacer donaciones, porque así lo vivieron con sus padres, y quieren vivirlo de igual manera con los más pequeños. “Creo que este es un gesto muy importante –señala sor María Fernanda–, porque los niños descubren que, aunque no solo en estas fechas tan especiales existe la desigualdad y la vulnerabilidad en tantas personas, en Navidad quizá se hacen más patente estas carencias. Con ello, se asegura que en el futuro, estos niños también continuarán ayudando económicamente, o como voluntarios”.