Desde hace unos meses, en la Basílica del Sagrado Corazón, en Gijón, ha comenzado a fraguarse una nueva cofradía, que lleva el nombre precisamente del Sagrado Corazón. En estos primeros pasos de su andadura cuenta con algo más de setenta miembros, en una hermandad que afirma estar abierta a todas aquellas personas que deseen formar parte de la misma. “La Cofradía del Sagrado Corazón es para todos los públicos –explica el Rector de la Basílica, Manuel Robles–: de tal manera que un niño, un joven o una persona mayor pueden formar parte; e incluso no solo los cristianos como tal, sino también la gente que está alejada de Dios, o que está pasando un mal momento. El Corazón de Cristo es para todos, por lo tanto cualquier persona de buena voluntad que quiera pertenecer a la cofradía, será recibida con los brazos abiertos”.
La idea de la Cofradía surgió de la misma devoción al Sagrado Corazón, una devoción “que parece del pasado”, afirma el Rector, “pero que es actual, porque al Sagrado Corazón y a Jesucristo los necesitamos: es imposible ir adelante con la Cruz de cada día, sin la ayuda del Sagrado Corazón”. Como fruto de esa devoción nace esta cofradía, que tiene como objetivo honrar al Sagrado Corazón, reparar y también, una parte muy importante, es volcar su misericordia en los más necesitados. Con este motivo, entre sus primeras actividades está la institución del “Premio de la misericordia”, que falla un jurado compuesto por miembros de la cofradía, y que se otorgará cada año la semana antes de la solemnidad del Sagrado Corazón. Este año ha recaído en las religiosas Siervas de los Pobres Hijas del Sagrado Corazón, que hace unos meses inauguraban una casa de acogida para madres gestantes en situación de necesidad en el barrio del Natahoyo de la ciudad. “El premio surge para honrar y alentar la devoción al Sagrado Corazón en una ciudad como Gijón, y también para estar cerca del prójimo”, destaca Manuel Robles. Se les ha hecho entrega de 3.000 euros, como reconocimiento a su labor. “Son muchas las instituciones que necesitan esta ayuda –explica el rector– y es imposible cumplir a la vez con todas, pero iremos escogiendo aquellas que lo necesitan año tras año”.
En el día a día de la recién nacida cofradía, lo que se pretende es que los miembros “tengan a Jesucristo como centro de su vida, porque cuando se tiene amistad con Él, es fácil dejarse transformar. Tan sólo queremos que cada uno, en su lugar, viva como cristiano. La fe y el amor no tienen que estar solamente en la boca y en la mente, sino que tienen que estar en el corazón y en nuestras obras”.
