El Museo de Covadonga, creado para «comprender e interpretar la historia del Santuario»

Publicado el 08/12/2023
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El Museo de Covadonga, creado para «comprender e interpretar la historia del Santuario»

El recién inaugurado Museo del Real Sitio de Covadonga ha contado, para su nuevo planteamiento museológico –comisariado por Juan José Tuñón Escalada–, con los conocimientos de los doctores, profesores de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, Yayoi Kawamura y Vidal de la Madrid. Ambos forman parte del grupo de investigación «Ceán Bermúdez», al que pertenecen asimismo el profesor Javier González Santos; Javier Barón, actualmente Jefe de Conservación del pintura del siglo XIX del Museo del Prado y el actual Director del Museo de Bellas Artes de Asturias, Alfonso Palacio. Cinco miembros que, durante años, estudiaron las obras que alberga el Museo de Covadonga. Estas investigaciones dieron como resultado, en el año 2018, la publicación del «Catálogo de las piezas del Museo del Santuario de Covadonga», editado y financiado, al igual que ha sucedido con la actual renovación del Museo, por la Fundación María Cristina Masaveu. Este volumen ha servido de base científica para el desarrollo del discurso expositivo y museológico del Museo del Real Sitio de Covadonga», y ha convertido también todo este proceso en una iniciativa de mecenazgo de largo recorrido, por parte de la Fundación, desde la misma publicación del catálogo, hasta las obras de remodelación del Museo, que dieron comienzo en el 2017.

«Es, en primer lugar, un Museo con personalidad», afirma la profesora Yayoi Kawamura. Lo es porque «no es un museo que se encuentre en una ciudad, sino en un enclave muy singular como es un Santuario mariano, y eso es lo que define al museo en primer lugar», explica. Y ahonda más Vidal de la Madrid: «El Museo es consecuencia de la historia del Santuario, y orientado sobre todo a la comprensión y la interpretación de su historia. Un Santuario que solo se puede comprender a través de la combinación de tres factores –desarrolla el profesor–: primeramente, el hecho de que se encuentre situado en un paraje natural de gran belleza, que seguramente ya ha despertado interés desde tiempos remotos; en segundo lugar, se trata de un Santuario mariano, y como tal desde la Edad Media ha provocado numerosas peregrinaciones, hasta la actualidad, pese a encontrarse en un lugar apartado y remoto. Y en tercer lugar, un aspecto que le da carácter, personalidad y que condiciona mucho el Museo, es el hecho de que es un enclave histórico de especial importancia, no sólo para la historia de Asturias, sino para la historia de España. Los sucesos que tuvieron lugar allí, la hueste de don Pelayo venciendo a la expedición de castigo de los invasores musulmanes, suponen el punto de partida de ese largo periodo que conocemos como Reconquista y además también es el inicio de la monarquía asturiana, germen de la monarquía hispánica».

El Museo se levanta sobre el antiguo Hostal Favila, una construcción del Santuario iniciada en 1920, aunque no fue inaugurada hasta 1931. En sus comienzos fue concebido como un centro de recepción del enorme número de peregrinos que accedían a Covadonga pero no tenían un lugar donde pernoctar. Cuando dejó de funcionar como tal, empezó a tener otras funciones y entre otras, acogió el Museo. Desde los primeros momentos del planteamiento de la renovación de este espacio, se decidió que éste continuaría en el mismo sitio, y los nuevos espacios se adaptarían al edificio. «Su arquitecto, Román Villasana, conservó rigurosamente esos valores y decidió, en los espacios interiores, diseñar una especie de caja oscura para poder aislar la exhibición de las piezas, controlar las luces y exhibirlas con toda seguridad, al tiempo que garantizaba la máxima accesibilidad», explica el profesor Vidal de la Madrid. Estos detalles ayudan también a crear un ambiente íntimo y sosegado que invita al recogimiento.

Un momento de la visita guiada a la prensa, dirigida por los doctores Vidal de la Madrid y Kawamura

La mayor parte de las piezas que alberga el Museo llegaron al mismo como depósitos o entregas por parte de los fieles, por lo que significa el Santuario de Covadonga. «Eso le da ese carácter tan especial y es la esencia del propio Museo», recuerda la profesora Kawamura. Por un lado, se encuentra la serie cronológica de los Reyes de España, propiedad del Museo Nacional de El Prado, depositada en el Museo de Covadonga desde hace más de un siglo. «Mi compañero Vidal de la Madrid y yo teníamos claro que esta serie cronológica tenía que tener una presencia importante y por tanto disponerse en una sala dedicada especialmente para ella, cosa que hemos conseguido en la planta baja», explica. Y es que las obras de arte del Museo han sido estudiadas y seleccionadas en función de su calidad, temática, vinculación al lugar, y agrupadas en distintas unidades que, a través de un cuidado recorrido, permitan una visita entendible y fácil para los visitantes. Este es el objetivo fundamental que se ha perseguido: «que el Museo sirva para comprender e interpretar la historia del Santuario», afirma Vidal de la Madrid. «En este sentido, no es tan interesante tener obras artísticas de primera fila, como tener obras que evidencien esa historia y que nos vayan ilustrando a través de lo que ha sido la presencia de los fieles, de la Virgen, a lo largo de todo el recorrido. Todas esas salas tienen esa orientación: hay salas que están orientadas a la génesis del Santuario, con obras que ilustran cómo era el Santuario anteriormente; otras que hablan sobre sus promotores y otras que ilustran la presencia de los fieles a través de las donaciones, como los exvotos, por ejemplo».

¿Una obra preferida? Los doctores responsables del nuevo criterio museológico lo tienen claro. Para la profesora Kawamura, sin duda, se trata de la Corona de la Virgen y del Niño. «Dos coronas maravillosas –explica–, creadas por Félix Granda Buylla, sacerdote y artista de origen asturiano que además tenía un gran taller de arte sacro en Madrid, y que, con ocasión de la coronación canónica de la Virgen de Covadonga, elaboró, por supuesto contando con la ofrenda de los fieles. Y esa corona está ahí, en la planta baja, llamando toda la atención de los visitantes».

«En mi caso es muy difícil escoger una sola obra –reconoce el profesor Vidal de la Madrid–. Elegiría dos, que yo creo que ejemplifican muy bien esas dos líneas de interés que caracterizan al Santuario. por un lado, la fe mariana, que creo que está muy bien representada en una obra que es un depósito reciente del Museo Nacional del Prado, y es el modelo en escayola de la Virgen de Covadonga que realizó Juan Samsó para la Basílica, en 1908. Es una Virgen de madera coloreada, y en ella se refleja perfectamente esa idea de espiritualidad, de sensibilidad, de armonía y belleza que presiden las obras del escultor. Y ahora en el Museo podemos ver el modelo en escayola que utilizó el autor para crearla. La segunda obra que destacaría –continúa–, sería el retrato de Don Pelayo, realizado por Luis de Madrazo, que caracteriza mejor que ninguna otra la serie cronológica de los Reyes. Pelayo es el caudillo que protagonizó la rebelión contra la invasión musulmana y de donde parte, tanto la monarquía asturiana como la hispánica, y está reflejado en esta pintura como un auténtico héroe, con los elementos característicos de la tradición».

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