Mons. Julián Barrio, Arzobispo de Santiago, pronuncia el pregón de Semana Santa en la Catedral

Publicado el 02/04/2022
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Mons. Julián Barrio, Arzobispo de Santiago, pronuncia el pregón de Semana Santa en la Catedral

La Junta de Hermandades y Cofradías de Semana Santa de Oviedo organizó este sábado, 2 de abril, el tradicional pregón de Semana Santa. Este año el lugar elegido para el mismo fue la Catedral de Oviedo, y la persona encargada de pronunciarlo, el Arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Julián Barrio. Confluían de esta manera la celebración del Año Santo Compostelano y la del 1200 aniversario de la Catedral de Oviedo, ciudad esta, origen del Camino. La celebración estuvo acompañada musicalmente por la Schola Cantorum de la Catedral, y contó con representantes de las Cofradías y Hermandades que componen la Junta.

En el acto, Mons. Julián Barrio agradeció la invitación y la oportunidad de acudir a la «Sancta Ovetensis» en esta ocasión, y, entre otras referencias, quiso «interpretar la sinfonía de la religiosidad de la Semana Santa ovetense en tres claves»: en la del gozo, por la posibilidad de «compartir algo tan entrañable a todos»; la de la «fidelidad», porque «es hacerme eco del primer pregón que pronunció el Apóstol Pedro, cuando, en el pórtico de Salomón, el día de Pentecostés dijo: Varones israelitas el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo  Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis en presencia de Pilatos. Vosotros negasteis al santo y al justo, y pedisteis que soltaran a un homicida. Disteis muerte al Príncipe de la Vida, al que resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Arrepentíos pues y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados. Dios resucitando a su siervo os lo envía a vosotros primero para que os bendiga al convertirse cada uno de sus maldades. La tercera clave es la de la preocupación, porque no es fácil la tarea de interpretar con finura y elegancia las notas que componen esta realidad armoniosa con la que celebramos a Aquel que como escribió Miguel Hernández llegó con tres heridas: la del amor, la de la muerte y la de la vida. Tal vez dicho esto podría haber terminado la misión que se me encomendó. Pero he de recordar que nuestra historia es un tiempo de gracia, aunque nos encontremos con el contratiempo del pecado, que la vida ha vencido a la muerte, que la luz ha roto las tinieblas como velo que nos impedía acceder al misterio. Que la verdad hace estremecer a la mentira. Cristo es el camino y peregrina con nosotros, realizando una historia de salvación que se hace nuestra historia y que hemos de entender desde la fe para que nuestro credo se inserte en nuestra existencia y nos ayude a interpretar la pandemia, la guerra, las heridas de nuestra convivencia, los rostros de sufrimiento y angustia en las personas día a día».

 

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