El padre Kasimir Kouassi, natural de Costa de Marfil, es sacerdote numerario del Opus Dei. Se ordenó en el año 2021, en Roma, y al poco llegó a España. En noviembre, recaló en Gijón, donde ha permanecido unos meses “aprendiendo a ejercer como sacerdote”
¿Qué labor está llevando a cabo en Gijón?
La verdad es que llevo 3 meses en España, llegué en noviembre y estoy aquí aprendiendo a cómo ejercer como sacerdote y saber, por ejemplo, cómo atender a la gente. Me ordené hace muy poco, en mayo del año pasado y este periodo de formación me está ayudando a hacerme cargo de lo que la gente espera de un sacerdote. La ventaja de estar aquí en España, donde el Opus Dei está ya desarrollado, me permite saber cómo podré atender a la gente cuando vuelva a mi país, Costa de Marfil.
¿Cómo es la historia de fe de su familia? Porque sus padres no estaban bautizados…
Es verdad que mis padres no eran cristianos, eran animistas. La primera de la familia en convertirse fue mi madre y después, mis hermanos mayores empezaron la catequesis. Como diez años después de la conversión de mi madre, mi padre decidió bautizarse también. A mí, mis padres no me obligaban a ir a la Catequesis, pero como un amigo mío iba y me invitó, comencé a asistir. Con él, era más fácil que solo. Así, a los once años pude bautizarme y recibir la Primera Comunión. Puedo decir que fue una gran gracia de Dios poder tener este amigo que me animó.
¿Cómo recibieron sus padres la noticia de que quería ser sacerdote?
Sobre todo para mi madre fue un poco difícil, ella estaba contenta, pero como tenía una carrera antes de entrar en el Seminario –había estudiado Económicas– le costaba entender que me inclinara por el sacerdocio, teniendo perspectivas profesionales muy buenas. Yo le decía que creía que era la voluntad de Dios para mí. Ahora están muy contentos de tener un hijo sacerdote, sobre todo porque piensan que puedo ayudar a mucha gente en la sociedad.
¿Cómo conoció el Opus Dei en Costa de Marfil?
Yo asistía a un colegio público, estatal, pero tenía compañeros que frecuentaban clubes juveniles y desde muy pequeño me invitaron. Al conocer el centro, me gustó mucho porque se nos animaba a estudiar, a tomarnos en serio nuestra fe y también a ayudar a los demás. El mensaje que descubrí en el Opus Dei fue una novedad, y fue mi manera de conocer la Obra y acercarme a sus apostolados.
Para mí ser del Opus Dei, más allá de lo que uno puede ver, de obras grandes como escuelas o universidades, el mensaje que encontré interesante es que cada miembro puede hacer su apostolado con la gente que trata, puede hablarles de Dios, de la santificación en el trabajo y esa relación personal, uno con uno y uno con Jesús, fue para mí decisiva.
¿Cómo cree que enfocará su trabajo al regresar a Costa de Marfil, siendo tan diferente de España?
Es verdad que hay muchas diferencias entre España y Costa de Marfil, entre otras cosas, porque aquí la evangelización tiene 2.000 años de historia, y en mi país sólo tiene un siglo, con lo cual la Iglesia es muy joven. Además, también porque hay mucha juventud comparado con España. Sin embargo, creo que tanto para unos como para otros, el desafío es el mismo.
En España la gente a veces es un poco pesimista, cuando ve el futuro de la Iglesia, en África puede parecer que hay futuro, pero al mismo tiempo no podemos olvidar que los jóvenes de África sueñan con venir aquí.
Yo solo sé que cuando vuelva tendré que incidir en la esperanza que nos da Cristo.
Aunque haya diferencias importantes, el mensaje que se puede transmitir a ambos es el mensaje de la esperanza, de fiarnos de Cristo, de trabajar. Aquí en España también puede haber conversiones como en África. Tenemos que confiar en Cristo, con una mirada de esperanza de que Él es quien hace las cosas y Él es quien nos salvará.