El pasado sábado, 9 de marzo, se celebraba en Covadonga una nueva edición del Festival de la Canción Misionera, organizado por la Delegación Episcopal de Misiones. Alrededor de 250 niños y jóvenes de parroquias y colegios de toda Asturias se dieron cita en el Santuario para participar, un año más, de esta actividad en la que la música, el testimonio misionero y el encuentro eran los protagonistas.
Jesús Gómez, Jefe de Estudios y profesor de Música del colegio Buen Consejo de Avilés, uno de sus organizadores, explica que el objetivo fundamental de esta actividad es el «encuentro», que los niños conozcan la «actividad misionera» y que sepan que «la diócesis apuesta por el valor de la misión». Un valor que en el Festival de la Canción Misionera se expresa siempre a través de la música y la letra de las canciones, y ambas cosas, reconoció, «en esta ocasión habían mejorado sustancialmente respecto a otros años», ya que era notorio que «los grupos se habían esforzado mucho».
La organización del Festival, así como las canciones que cada grupo presentó, giraban en torno al lema del Domund «Pies en camino, corazones ardientes», y de la Infancia Misionera: «Comparto lo que soy».
Junto con la presentación de las canciones, los niños y jóvenes participantes pudieron escuchar testimonios misioneros, «una parte importante del encuentro», con la participación de una religiosa Agustina Misionera, que expuso su experiencia en el ámbito de la educación en diferentes países del mundo donde ejerció su labor y también el testimonio del canónigo David Cueto, que compartió su vivencia en la misión diocesana de Benín.
«Era sorprendente ver cómo los niños escuchaban con tanto interés lo que, a priori, podría parecer algo tan lejano para ellos», reconoce el profesor Jesús Gómez. Y es que para el Jefe de Estudios del colegio Buen Consejo de Avilés, «estos encuentros son importantes porque, casi sin querer, vivimos inmersos cada uno en nuestro propio ecosistema del colegio, de la parroquia, y la convivencia nos ayuda a salir de nosotros mismos y a que podamos vivir y sentirnos Iglesia diocesana y sobre todo Iglesia universal. Para los niños –subrayó–, es fundamental fomentar el encuentro, y que sean conscientes de que la misión comienza en nuestros propios colegios. Les recalcamos que no hace falta irse a un lugar muy lejano para saber que hay alguien que te necesita, que tenemos que vivir el Evangelio y cultivar esta dimensión misionera». «Por eso –afirma– animamos a que todos los colegios, parroquias y movimientos de la diócesis se unan los próximos años en esta actividad tan provechosa para todos. Porque el que participa una vez, repite».
