Los mártires de Turón, “artesanos de la paz”

Publicado el 08/10/2021
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Los mártires de Turón, “artesanos de la paz”

El sábado, 9 de octubre, festividad de los santos mártires de Turón. Ocho hermanos de La Salle y un sacerdote pasionista, asesinados por odio a la fe en el año 1934

 

¿Cómo está viviendo Turón estos días de recuerdo especial de sus mártires?

Turón siempre vive con gozo estos testigos ejemplares de fe, de perdón, de bienaventuranzas. Los mártires de Turón en un principio y aún incluso después de la canonización se recordaban tímidamente, porque se temía que supusieran revivir las heridas del pasado, de aquella Revolución de Octubre. Pero pasados los años, el pueblo de Turón se ha dado cuenta de que estos hermanos nuestros han sido y son un testimonio, unos pedagogos de la reconciliación, unos artesanos de la paz de este pueblo. Cuántos, en sus enfermedades, en sus discordias, han pedido la intercesión de los santos mártires de Turón, más allá de cualquier ideología.

Por lo tanto, reconozco que vivimos con mucho gozo estos días de triduo y de fiesta. 

Más, sabiendo que tenemos unos hermanos que hemos tocado en el tiempo. Hace poco enterré a una señora que había escuchado los disparos en el cementerio. Es decir, son mártires nuestros, de nuestra casa, con sus restos aquí en la parroquia. Con todo ello, sabemos que nos van a ayudar a ser un pueblo artífice de paz, seguro.

¿Qué podemos saber de ellos, hoy?

Los mártires de Turón en su totalidad no eran de aquí. No eran asturianos. Habían venido a educar entre las familias más pobres. Ese fue su mérito. Porque se movían capilarmente por todos los estratos sociales, especialmente entre los más necesitados.

Uno de ellos era argentino, y fue el primer santo de esa nación. 

Ellos habían llegado de fuera, como maestros, y aún sabiendo que Asturias era una zona peligrosa, y sabiendo que podían ser asesinados, decidieron venir y poner en marcha este colegio, pasara lo que pasara. 

El pueblo los llama “Mártires de Turón”, como si hubieran nacido aquí. 

Este año, además, acompaña el Triduo de Oración los días 6, 7 y 8, así como el día de la fiesta, un cáliz profanado por el Daesh procedente de Iraq.

Sí, este año hemos querido hacer una especie de comunión entre los mártires de ayer y los mártires de hoy. Y gracias a la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, vamos a contar con la presencia de un cáliz tiroteado en agosto de 2014, día en que hubo un atentado en Iraq, donde además de asesinar personas, profanaron los objetos religiosos. Con ese cáliz podemos celebrar la eucaristía, es decir, puede contener todavía la presencia del Señor en su Sangre, y recordamos con él que las heridas de Cristo siguen abiertas y que el corazón de Cristo sigue vivo a través de personas que han querido ser esos pedagogos de la reconciliación, cerrando ofensas con el perdón y sabiendo y haciendo saber a todo un pueblo que el mal se combate con el máximo amor posible. Que muchas veces pasa por ser manso, por ser humilde, por guardar silencio, por entregar la vida, a pesar de lo que digan y lo que hagan. 

Ese cáliz nos recuerda que tenemos que vivir el martirio de la vida diaria, que a veces nos golpea, pero siendo fieles a la voluntad de Dios en todo tiempo y lugar.

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