“A los enfermos les llevamos lo que desde la fe es la fuerza para ellos: Jesús”

Publicado el 09/02/2024
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“A los enfermos les llevamos lo que desde la fe es la fuerza para ellos: Jesús”

Este domingo 11 de febrero, coincidiendo con la festividad de la Virgen de Lourdes, se celebra la Jornada Mundial del Enfermo.  En la diócesis se han preparado diversas acciones: el sábado 10 de febrero en la parroquia de San Juan de Ávila de Avilés, a las 19.00 h, eucaristía y unción de enfermos; el lunes día 12, en la Basílica del Sagrado Corazón de Gijón eucaristía a las 19.30 h; y el sábado 17 a las 12.30 h en el Seminario de Oviedo la Hospitalidad de Lourdes celebrará la eucaristía.  Se ha invitado también a los grupos de pastoral de la salud que colaboran con estas parroquias. En torno a esta significativa jornada hemos hablado con el sacerdote Adolfo Álvarez que desde el pasado mes de julio es el Delegado Diocesano de Pastoral de la Salud.

«Dar esperanza en la tristeza» es el lema que este año propone la Conferencia Episcopal, ¿cómo podemos hacerlo desde la fe?

Con la cercanía a las personas que sufren: los enfermos, sus familias… en aquellas situaciones de vulnerabilidad en las que podemos hacernos presentes y así también acompañar desde nuestra fe a la manera de Jesús que nos enseña en la parábola del Samaritano.

En esta ocasión se pone el foco también especialmente en el sufrimiento que es quizás lo que más angustia cuando se habla de enfermedad.

Sí, se le tiene mucho miedo y Jesús no quiere que suframos, desde nuestra fe sabemos que el sufrimiento unido a Cristo es redentor. El mensaje del Papa que tiene como lema para la jornada mundial del enfermo «no conviene que el hombre esté solo: cuidar al enfermo cuidando las relaciones» pretende que enfermo, familia y otras relaciones, como los cuidadores, personas que están alrededor, estén coordinadas y vayan al unísono para que el enfermo no tenga vergüenza, como dice el Papa en su mensaje, a necesitar de ternura y de acompañamiento porque a veces sucede que se intenta ocultar la enfermedad o se cae en la no aceptación. Otro paso es que la familia esté presente y que se la ayude a acompañar, porque muchas veces se siente uno impotente y no sabe qué hacer. Por eso todo ese mundo debe estar interrelacionado.

Ha hablado de la soledad, que es un gran dolor para muchas personas, y también hay ocasiones que el enfermo siente que es una carga para su familia. ¿De qué manera se puede ayudar a evitar ambas cosas?

La soledad es un tema importante, es un drama para muchas personas incluso cuando están en el hospital hay personas que se sienten solas o que no tienen quién las acompañe. Por eso nosotros debemos hacernos presentes para ayudar en este terreno. Y también para hacer ver al paciente que no es ninguna carga, que nos necesitamos y ayudamos unos a otros y que nos sobrellevamos mutuamente, no somos carga para nadie.

Es capellán el Hospital de San Agustín de Avilés, ¿cuál es su labor?

Es sobre todo acompañar a los enfermos teniendo en cuenta que cada uno tiene su situación, también familiar y por eso en ocasiones hay que acompañarles también porque pueden atravesar momentos de oscuridad o de no aceptación de la enfermedad o de lo que conlleva a veces el desenlace final de la vida. Nos acercamos también para llevar lo que desde nuestra fe es la fuerza para ellos, que es Jesús, a través de los sacramentos. Particularmente de la Eucaristía, la Reconciliación y la Unción de los Enfermos; sabiendo que llevamos al Señor y una palabra de aliento. Es importante en este sentido desmitificar este miedo al sacramento de la Unción de los Enfermos que es un sacramento que nos ayuda a que en un momento de enfermedad podamos recibir la fuerza del Señor. Hubo un tiempo en el que en la historia del sacramento se le llamó la extrema unción que era ya en los últimos momentos, pero sobre todo es un sacramento para el momento de la enfermedad por ejemplo si uno va a tener que sufrir una operación seria, incluso se puede recibir varias veces a lo largo de la enfermedad. Lo que se pide en el sacramento es la fuerza de Dios para afrontar la enfermedad y seguir adelante. Lo mismo que en la ancianidad cuando vamos perdiendo las fuerzas y el paso de los años nos va sobreviniendo, la unción nos ayuda a recibir fuerza de vida. Hay que seguir insistiendo en que es un sacramento de vivos no de muertos y que ayuda mucho a la aceptación de la enfermedad.

La jornada además coincide con la Virgen de Lourdes, una de las advocaciones a la que más se dirige la mirada en la enfermedad.

San Juan Pablo II estableció que la celebración de la jornada fuese en torno a la Virgen de Lourdes. Su santuario concita muchos enfermos a lo largo de todo el mundo peregrinado y la intercesión maternal de la Virgen sin lugar a dudas ayuda a los enfermos, a las familias y a todos a cuidarnos, vivir acompañándonos y experimentar la fuerza de Dios. En la enfermedad y en los últimos momentos de la vida esa compañía y presencia de María nos arropa.

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