Las parroquias asturianas ante la catequesis

Publicado el 20/11/2020
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Las  parroquias asturianas ante la catequesis

Hace un par de meses, la Delegación Episcopal de Catequesis de la diócesis hizo público un protocolo para este curso, en el que se hacía hincapié en el hecho comunitario de la fe y en la necesidad de volver a la parroquia, dejando las catequesis virtuales para momentos de mayor necesidad, que, dicho sea de paso, a comienzos del mes de septiembre se antojaban muy lejanos.

En aquel tiempo, comenzaban las clases y todo el interés, las reuniones y las fuerzas en las parroquias se volcaban en organizar los grupos de catequesis y otras actividades, respondiendo siempre a las necesidades de higiene, distancia y seguridad preceptivas. Nadie contaba, sin embargo, con otro estado de alarma, con una segunda ola más dura si cabe que la anterior, y con una situación de incertidumbre que perdura en el tiempo y que ha hecho tambalear las ya de por sí frágiles certezas respecto a la disposición de las catequesis en las parroquias.

En este sentido, el Delegado de Catequesis, el sacerdote Manuel Alonso, recuerda que “el protocolo sigue vigente”. “En aquel documento –subraya– acentuábamos sobre todo la presencialidad de la Catequesis, pues no es algo que se pueda dar por correspondencia. Si no hay otra posibilidad, podemos ofrecerla on line, pero en principio la apuesta de la Delegación, del Obispo y del equipo de gobierno en la diócesis es la presencia en la parroquia –destaca el Delegado–, porque la fe tiene que vivirse en comunidad”. Dado que cada parroquia ha de organizarse en función de sus propias circunstancias y características particulares, se da la situación de que existen varias modalidades de catequesis, casi tantas como parroquias hay en la diócesis.

“Hay un poco de todo –reconoce el Delegado de Catequesis–. Hay gente que ha comenzado con normalidad –con la normalidad que se puede en estas circunstancias–, reduciendo grupos, llamando a las familias a la responsabilidad, etc. Hay otros, en cambio, que han preferido esperar o empezar de otra forma, es decir, tenemos una variedad muy grande. Yo estoy razonablemente contento, porque los sacerdotes han respondido, preguntan en la Delegación, quieren hacer las cosas bien y en la mayor parte de las situaciones, así lo están haciendo”.

Entre aquellas parroquias que han comenzado la catequesis de manera presencial se encuentra la de Nuestra Señora de Covadonga, en Oviedo. Su párroco, José Ramón Castañón, reconoce que afrontaron la cuestión “con mucha prudencia y precaución”. Atendiendo al protocolo instaurado desde el Obispado, se hizo un trabajo de equipo con catequistas y consejo parroquial. “Vimos entre todos que la presencialidad era la mejor opción para nosotros –reconoce el párroco–. Coincido con el delegado en que si no hay presencialidad, no hay catequesis, no hay encuentro con la comunidad, experiencia de transmisión ni evangelización”. Al mismo tiempo, explica que, en su caso, “la experiencia del final de curso on line, durante el confinamiento, fue un desastre: la gente se distanció, era todo muy deslavazado y había desinterés”.  Por eso, desde el comienzo de curso se decidió elaborar un protocolo que todos los padres tuvieron que firmar, junto con una remodelación de horarios y de grupos, creando un “equipo covid” que constantemente toma la temperatura, limpia e higieniza, duplicando horarios y realizando gran esfuerzo para cumplir con todas las normas de seguridad, debido al gran número de niños que acuden. “Pero claro, tenemos miedo”, reconoce el párroco. “Estamos manteniendo la presencialidad porque nos parece importante, y el compromiso de la gente en la parroquia ha sido determinante para ello. Creemos que lo estamos haciendo bien, pero ciertamente, semana a semana nos va preocupando. Seguiremos en esta línea hasta donde podamos”, confirma.

La parroquia de San Pablo, en el barrio de La Argañosa, en Oviedo, tiene, en cambio, un método mixto. La catequesis de Primera Comunión tiene lugar dos semanas en la parroquia, y una en casa. “Hacemos esto en cierta medida por el miedo a que en algún momento haya que cortar del todo, y tener así cierto rodaje para la catequesis on line”, explica el diácono Marcos Arguelles, responsable de esta etapa en la parroquia. “Así, durante la semana que no vienen, los niños trabajan en casa materiales que les mandamos nosotros, y hemos visto que este método tiene también una ventaja, y es que los padres se involucran en el proceso, algo que hasta ahora era para nosotros una asignatura pendiente”. Los materiales, explica, “no son difíciles de encontrar. Desde cosas que cuelga la Delegación de Catequesis de la diócesis en las redes sociales, hasta vídeos del Evangelio de esa semana, o contenidos de la Conferencia Episcopal. Está todo inventado”.

La parroquia de San Nicolás de Bari, en Avilés, comenzó a realizar la catequesis de manera telemática desde que se decretó el Estado de Alarma, de nuevo. “Comenzamos de manera presencial, pero tenemos tantos niños en cada curso, que llegaban a juntarse 300 en la iglesia, y resultaba un número tan grande que, por prudencia, decidimos cambiar. Además –explica el párroco, Alfonso López, – pertenecen a once colegios diferentes, lo cual dificultaba también la creación de los grupos burbuja”, reconoce. La parroquia, que cuenta con el asesoramiento de un médico, elaboró también con un protocolo especial para estos casos. “Nuestra idea es retomar la presencialidad en enero, cuando baje un poco la presión actual”, afirma. Mientras tanto, la catequesis semanal se desarrolla a través de la herramienta Zoom, en su mayoría, aunque algunos utilizan Teams y Whatsapp. “Para el seguimiento de la misa, retransmitimos on line a travé de Facebook y tenemos horarios diferentes según el curso, para que los catequistas puedan interactuar con ellos y que sean eucaristías más personales, porque cada etapa tiene un mensaje diferente”, dice. Un método que, de momento, funciona en la parroquia, pues “la gente responde muy bien”, aunque eso no quita que los niños echen de menos estar juntos. Sobre todo, los mayores de confirmación”.

También comenzó presencialmente la parroquia de San Pedro, en Gijón. Aurora Llavona es, junto con su marido, Enrique Palomo, coordinadora de catequesis, y el Estado de Alarma truncó los planes de poder desarrollar al menos un método mixto. “Íbamos a hacer una semana on line y otra presencial, cuando empeoró todo en Asturias –recuerda Aurora”. Ahora, los catequistas imparten media hora de catequesis por Zoom a los niños, aunque no todos se pueden conectar, por lo que los catequistas graban, además, unos vídeos de 5 ó 6 minutos para que los niños los vean y puedan trabajar desde casa. “Pensamos que lo mejor para los niños es que la catequesis sea presencial, pero dadas las circunstancias, ahora lo más apropiado es mantener la distancia porque hay muchos niños que están en cuarentena en sus clases”.

También en San Pedro han podido comprobar que la catequesis familiar, una asignatura pendiente, se pone en marcha de manera natural cuando los niños asisten desde casa a las sesiones por zoom. “Como los niños son pequeños y no saben manejar el ordenador, los padres se quedan cerca y más de uno nos ha felicitado y dado las gracias por la manera en que lo ofrecemos”, por lo que se revela este método como “una forma de llegar a la familia al completo”, reconoce Aurora.

La parroquia, que cuenta con un canal de Youtube que aprovecha mucha gente para seguir la misa desde casa, se sumó a las nuevas tecnologías antes de que comenzara la pandemia. “Antes del coronavirus, nosotros ya teníamos instaladas las cámaras y las redes sociales –dice Aurora–, parece que nos iluminó el Espíritu Santo”.

También ellos, sin embargo, planean volver a la presencialidad a comienzos de año, “si la cosa mejora”, eso sí “poco a poco y dando pasos seguros”.

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