«Las cofradías han de ser fermento de vida cristiana»

Publicado el 07/04/2023
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«Las cofradías han de ser fermento de vida cristiana»

Entrevista al sacerdote D. José Luis Alonso Tuñón, Delegado Episcopal Piedad Popular

Hace tres años estábamos encerrados en casa viviendo una Semana Santa diferente a cualquier otra que hubiéramos imaginado. Ahora, que podemos decir que estamos viviendo de nuevo la Semana Santa tal y como siempre la conocimos, ¿cree que ha habido un antes y después para cofradías y hermandades, y los cristianos en general? 

Haciendo un análisis un poco sereno y tranquilo, recuerdo un texto de la Sagrada Escritura, de cuando están en el destierro los israelitas, que dice: “Señor no tenemos ni templo, ni sacerdotes, ni un sitio donde ofrecerte…” La respuesta podría ser: “estamos derrotados”, pero lo cierto es que tenemos un corazón, es decir, lo que no tuvimos externamente, tuvimos que suplirlo interiormente. Ese «corazón contrito y humillado» que dice el salmo. Externamente la gente ha vuelto a celebrar la Semana Santa, pero la celebración propiamente de lo que es la Semana Santa no son las procesiones, que son muy importantes y es una gran manifestación de religiosidad –a lo mejor no tanto de piedad–, pero tienen que estar dependiendo de lo que se haya celebrado. Si no participé en las celebraciones litúrgicas, en la procesión ¿qué celebro?

La procesión no puede ser otra cosa más que la continuidad de lo que se celebró en el Misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Recuperar, externamente la Semana Santa se ha recuperado, sin duda. Pero ¿es propiamente una celebración de piedad, de sugerencia en nuestro interior de todo lo que significa nuestro caminar con Cristo? Esa es la cuestión.

D. José Luis Alonso Tuñón

¿Tiene la sensación de que estamos viviendo un resurgir de cofradías y hermandades de Semana Santa, aunque como dice, puede que no se corresponda con una vivencia en profundidad de este tiempo?

Ése el miedo que tengo. Que no se corresponda la participación externa con lo que es la vivencia religiosa profunda del cristiano, que quiere vivir esa adhesión integral, de inteligencia y voluntad a Jesucristo. Por eso somos cristianos, no porque creamos en verdades de fe ni porque participemos en procesiones, sino porque en nosotros hay una adhesión total a la persona de Cristo y de ahí deriva lo demás. Si deriva de otras fuentes, entonces ya no hablamos de piedad popular cristiana. Es una cuestión que está siempre muy en el aire pero en la base de los interrogantes y de la vida de las parroquias y, consecuentemente, de las cofradías que están ligadas normalmente a las parroquias.

Usted insiste en que no debemos confundir «piedad popular» con «religiosidad popular»

La religiosidad popular es mucho más amplia, de hecho, puede no ser cristiana. En la vida de cada día, en estas manifestaciones religiosas como las procesiones puede haber un componente de religiosidad bastante momentánea. Cuando recorre las calles el paso de la Dolorosa, ves cómo a la gente le caen las lágrimas. ¿Hasta cuánto dura eso?

En nuestra parroquia de San Isidoro de Oviedo, el Viernes Santo en la procesión del Santo Entierro sale primero una imagen del Niño Jesús apoyado en una cruz. Lo sacan niños de 8, 9 años. Sale después el Ecce Homo, que lo llevan jóvenes de 15 ó 16 años. Después sale la urna, el féretro con el Cristo Yacente, que lo llevan mujeres. A todo ello la gente asiste emocionada. Pero cuando sale la Dolorosa, aquello es la aclamación definitiva. ¿Por qué? Si el que importa es el que sale en la urna. De hecho, cuando llegamos a la Catedral, la Dolorosa está delante y cuando pasa el Cristo, la imagen de la Virgen se inclina delante del Hijo, que es Dios. Son símbolos que, bien entendidos, tendrían que ayudarnos a nosotros ayudarnos a comprender todo el significado de la procesión. Esto es algo que veo cada año y me parece significativo.

A las cofradías hoy se acercan cada vez más laicos que quizá no sientan que encajan en otros ámbitos de Iglesia. Pueden ser un primer paso para acercar a las personas a Dios.

Sí, pero luego en las cofradías todo funciona a base de minorías. Siempre hay un pequeño grupo que impulsa, que anima y que organiza aquello que es necesario para que la cofradía cumpla con su deber. Es decir: la formación, la vida litúrgica, la confraternización y el apoyo de la cofradía a la relación entre los cofrades. Son los medios que la cofradía pone a su disposición para que la cofradía sea realmente fermento de vida cristiana, de lo contrario queda reducido a una procesión, que es muy poco en los 365 días del año.

¿Qué tiene que tener entonces una cofradía para que sea lo que está llamada a ser?

Pues desde luego lo primero que tienen que ser es cristianos, y por lo tanto tienen que ser conscientes de lo que significa el pertenecer a una comunidad, porque hay que tener en cuenta que nuestra fe de cristianos no es una fe individual, es una fe comunitaria, es personal, pero no individual. Hay que vivir el Evangelio y sobre todo aquel pasaje que nos dice “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos”. Si el sarmiento no está unido a la vid, se seca y no da fruto y no sirve más que para cortarlo y tirarlo. La cofradía tiene un papel muy importante dentro de una comunidad cristiana, teniendo en cuenta sobre todo que las cofradías son «supraparroquiales», es decir no es necesario pertenecer a esa parroquia concreta en donde está la sede, para formar parte de la cofradía. Y por tanto tienen que influir en otras comunidades de las que ellos forman parte por su ser cristianos y por estar dentro de esa comunidad. Yo por lo menos nunca pido a los cofrades que no son de la parroquia que asistan a esto o lo otro de la parroquia, sino solo a los actos propiamente de la cofradía: el resto tiene que vivir su fe en su propia comunidad.

 

 

 

 

 

 

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