“Ponte en camino. No esperes más” es el lema de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada por las Vocaciones Nativas, que se celebra este domingo, 30 de abril. Es un momento para recordar la importancia de suscitar en los jóvenes la llamada a la vocación personal de cada uno, y que la comunidad cristiana, tal y como se recuerda desde Conferencia Episcopal, “promueva las vocaciones cristianas con la oración y el acompañamiento”.
Hemos hecho tres preguntas sobre la vocación a tres personas con perfiles muy diferentes entre ellas, por un lado, el Delegado de Pastoral Vocacional y Rector del Seminario, Sergio Martínez Mendaro; por otro, el Presidente de Confer diocesana, Roberto Gutiérrez OCD y finalmente, Julio César Rubial, profesor de Religión en el colegio Santa María del Naranco, de Oviedo, casado y padre de familia.
Las preguntas son las siguientes:
1.El lema de la jornada es “Ponte en camino. No esperes más”. ¿Qué están esperando los jóvenes hoy para ponerse en camino y buscar su vocación, su lugar en el mundo?
2.Faltan vocaciones para la vida religiosa, para el sacerdocio, pero también para el matrimonio. ¿Qué pesa más, la falta de compromiso, o el desconocimiento? ¿A qué creéis que se debe esta situación?
3.¿Qué es aquello que hace que finalmente el joven se mueva y dé ese paso para ponerse en camino?
P. Roberto Gutiérrez OCD.
1. Creo que hoy lo que los jóvenes nos piden es un testimonio de vida coherente. Y por otro lado, también sentirse acompañados. La parábola de este pasado domingo, de los discípulos de Emaús, ellos se sintieron acompañados por Jesús. Al principio no sabían quién era, pero luego le reconocieron al explicarles las escrituras y partir el pan. Yo creo que hoy el joven necesita de una experiencia de Dios, a través de los que vamos haciendo un camino y sobre todo, que se sientan acompañados.
2. Creo que lo que faltan son cristianos coherentes, porque una vez que se es testigo de esa fe, surgen vocaciones al matrimonio, a la vida consagrada o al ministerio sacerdotal. Hacen falta cristianos comprometidos con su fe, con la experiencia de Dios, y que sean ejemplo para los jóvenes. Creo que los jóvenes anhelan sentirse escuchados, que estemos en sus conversaciones, que vean que nos importan. Y desde luego que hay miedo al compromiso. Estamos en un mundo donde la duda, la incertidumbre, es algo que se palpa, por lo que ese “para toda la vida” del sacerdote, de la pareja que se va a casar, se hace muy difícil.
3. Creo que la alegría es lo que hace a los jóvenes moverse. Ver a un consagrado, una familia, un sacerdote con ilusión y entrega, eso motiva mucho. Esa plenitud de vida hace que te plantees que merece la pena entregarlo todo, entregarse a Cristo porque es lo que va a dar sentido a tu vida. Porque el dinero, la posición, eso puede ayudar o ser parte de la felicidad, pero todo tenemos por propia experiencia la certeza de que la felicidad completa no está ahí.
Julio César Rubial. Profesor
1.Creo que lo más importante es que los jóvenes descubran quiénes son, cuál es su identidad. Y es en la familia donde maduran y ponen en juego su libertad y así poder lanzarse al mundo. Los jóvenes necesitan adultos que sean buenos referentes y para ello, ayuda nacer en familias donde el padre y la madre se quieren, pues es el mejor regalo que pueden tener. En las aulas vemos a diario cómo tantos chicos están solos, con padres separados, o no, pero se encuentran a la deriva y existencialmente perdidos. Se necesitan también para todos ellos lugares de esperanza donde puedan vivir y caminar.
2.Creo que hoy en día muchas parejas que se quieren casar pisan la Iglesia para ese día por primera vez después de su Primera Comunión, en el mejor de los casos. Esto significa que están en las antípodas de la fe, de una fe madura y vivencial. Y después está el miedo a la entrega. El ser humano es emotivista, hoy en día hablamos mucho de emociones pero poco de virtudes, de capacidad de entrega, de sacrificio. Esa es la idea, en el fondo, que tenemos del amor. Creo que es importante que aprovechemos cualquier circunstancia con ellos para hablar, para evangelizar, para comunicar la belleza del amor y del matrimonio.
3.Es fundamental que los jóvenes tengan sus espacios para tomar cervezas y estar con sus amigos, pero también para vivir la fe, donde puedan juntarse con gente como ellos. En el colegio estoy haciendo bastante propaganda de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa porque creo que es una ocasión idónea para el encuentro con Jesucristo. Y al final es Él quien mueve los corazones.
Sergio Martínez Mendaro
1.Considero que es importante que tengan la capacidad de hacerse preguntas. Vivimos en un mundo que tiene cosas maravillosas, pero también muchas veces nos limita a la hora de hacernos preguntas sobre uno mismo. Esa inmediatez en la que nos encontramos nos hace perder un poco la perspectiva de futuro. Al final, nos instalamos en nuestra zona de confort, no nos gustan los problemas ni tampoco complicarnos la vida. De hecho, procuramos ahorrar a los niños todo sufrimiento y les negamos así el aprendizaje sobre las cosas negativas de la vida. Hay que aprender a preguntarse ¿cómo actúo yo en este momento? ¿Qué pinta Dios en mi vida? ¿Qué es lo que me está pidiendo? ¿Cómo respondo yo ante esto que me pasa?
2. Creo que al joven de hoy le hacen falta referencias. Nos pasa también a nosotros: cuando vemos un matrimonio al que se le nota lo mucho que se quieren, que viven como una verdadera familia, nos llama la atención. Cuando encuentras un religioso enamorado de su carisma y que está aportando en su comunidad, en la Iglesia, te llama la atención, y lo mismo cuando ves a un sacerdote entregado, que vive ese amor a Jesucristo y a lo que tiene entre manos, todo eso suscita preguntas en los demás.
Yo creo que el problema es que a veces nos perdemos, no tenemos esas referencias y si las tenemos, no las advertimos porque vamos corriendo siempre, sin profundizar.
3.El que ilusiona a los jóvenes de verdad es el Señor, por muchas vueltas que le demos. El problema es que a veces tenemos una concepción de Dios un poco aburrida, como que viene a incordiarme la vida. Pero cuando lo encuentras y lo experimentas, te das cuenta de que es todo lo contrario. Para llegar a eso, es necesario dedicarle tiempo. Entregarte a tope. Y quizá muchas veces se vive de manera superficial y en ese sentido cuesta encontrarse con ese Dios que, como decía San Agustín, vive en tu intimidad.