La «santa audacia» que pide el Papa en Tailandia

Publicado el 28/11/2019
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La «santa audacia» que pide el Papa en Tailandia

El misionero asturiano Fermín Riaño, recién llegado a España tras treinta años en Tailandia, analiza las claves del viaje

Desde el 19 de noviembre, hasta el 26 –el pasado martes–, el Papa Francisco ha estado realizando el que ha sido el trigésimo segundo viaje apostólico internacional de su pontificado. Los destinos han sido Tailandia y Japón, dos países que recibían, por segunda vez en su historia, la visita de un Papa.

Las imágenes de ambas visitas han dado la vuelta al mundo, por el interés que suscitaba la estancia de un Papa en unos territorios con una presencia católica minoritaria, donde la fe se puede profesar libremente, pero donde salirse de los cultos y los valores tradicionales, al mismo tiempo, se contempla como un fenómeno cuestionable y poco frecuente.

Fermín Riaño, sacerdote asturiano natural de Avilés, acaba de regresar de Tailandia, tras más de treinta años allí como misionero. De haber estado durante estos días en el país, es seguro que le hubiera tocado implicarse de lleno en la organización del viaje, siendo como era el responsable allí de las Obras Misionales Pontificias. Sí que se empleó a fondo, en cambio, la prima del Papa, Ana Rosa Sívori, misionera salesiana en el país desde hace cincuenta años, que ha hecho de traductora para el Pontífice durante su estancia en Tailandia. “La conozco bien y sé que se estará preguntando por qué ha tenido que salir tanto en las fotos”, revela Fermín Riaño. “Se dedica a la educación y lleva en el país veinte años más que yo, precisamente en la misma zona en la que yo me encontraba. Es una buena religiosa, discreta, a la que no le gusta figurar, pero le ha tocado hacer de traductora en este viaje”.

Un viaje que el misionero asturiano considera que ha supuesto “una ocasión para manifestar a los vecinos y la gente que no es cristiana lo que es la fe, la llamada a ser hermanos de todos y a trabajar por la fraternidad y el servicio a los más necesitados, que es lo que Francisco fue a anunciar, una Iglesia en salida que no busca grandes números sino vivir la misericordia y sentirse fraternidad guiada por Jesús”.

Para Fermín Riaño, el Papa ha hablado “muy claro” estos días en Tailandia. “Cuando habla castellano, además, se le entiende muy bien, aunque las traducciones al tailandés son más complicadas, pero su enseñanza será traducida con más fidelidad en estos próximos días”. “Ha sido claro, por ejemplo, a la hora de hablar de los derechos humanos para las mujeres y los niños, el comercio con las personas y el mundo de la droga”, repasa Riaño. “Igual –destaca– que el tema de los emigrantes, muy delicado porque, aunque a los tailandeses se les conoce como artesanos de la acogida, el país recibe mucha inmigración de países vecinos como Laos, Vietnam, Camboya, Birmania”.

El Papa Francisco se dirigió estos días a los jóvenes. De los 72 millones de habitantes de Tailandia, tan sólo unos 300.000 son católicos, y de ellos, más de la mitad son niños y jóvenes. “Para ellos la presencia del Papa, del testigo de Jesús entre nosotros, fue un impacto”, reconoce el misionero asturiano. “Son muchos los que se desplazaron hasta Bangkok para participar de las celebraciones y han podido escuchar el mensaje de Jesús para seguirlo, para ser discípulos misioneros de Cristo, y esto les habrá animado mucho”.

De la misma manera el Papa tuvo palabras para los sacerdotes y consagrados en el país, a los que alentó a tener “santa audacia” para inculturar la fe en sus lugares de trabajo. Algo que, para los que trabajan en el terreno supone claramente una llamada “a salir de los moldes donde te coloca la cultura asiática, y concretamente la tailandesa”, explica Riaño. “El religioso en Tailandia es una persona que se queda en el templo, al que se le respeta y se le venera, pero no se le pide más. La audacia a la que nos llama Francisco es a vivir esa santidad como la vivió Jesús, por los caminos, no metidos en la sacristía o las capillas, sino saliendo fuera y predicando el Evangelio de Cristo a los hombres que nos están esperando. Esta es la santa audacia a la que se refirió el Papa en Tailandia”.

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