Día de la Iglesia Diocesana: «La Iglesia me dio una oportunidad»

Publicado el 10/11/2023
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Día de la Iglesia Diocesana: «La Iglesia me dio una oportunidad»

En vísperas de la Jornada de la Iglesia Diocesana hemos querido conocer el testimonio de una persona que encontró en la Iglesia la ayuda que necesitaba para poder, junto con su fortaleza y determinación, poder encauzar su vida. Olive Uwurukundo tuvo que huir de su país debido al genocidio que sufrió Ruanda en los años noventa en la que apenas en cien días fueron asesinadas casi un millón de personas. Olive tuvo que pasar muchas vicisitudes para llegar a España, aunque ella destaca que fue de los afortunados ya que llegó en avión a través de la invitación de una familia española. Impedimentos legales y de burocracia marcaron los primeros momentos hasta que Castilla-La Mancha les acogió durante un tiempo para llegar en 2014 a Asturias. «Durante los dos primeros años estuve viviendo en un limbo», recuerda Olive, «no conocía a nadie más que a la familia donde trabajaba hasta que un momento dado me hablaron de las religiosas de María Inmaculada en Oviedo como un lugar donde te podían ayudar a encontrar trabajo». Pero este lugar le dio mucho más de lo que podía pensar en un primer momento ya que «empecé mi relación con la cara visible de las religiosas, la hermana Alicia, con el resto de hermanas y con todas las personas que allí van. Son como decimos nosotros nuestra casa porque participamos de las actividades del centro social, damos catequesis; es el centro de nuestra vida cristiana».

La huida de Ruanda supuso también para Olive dejar atrás sueños y también acostumbrarse a otro idioma, otra cultura… «El idioma fue lo más difícil, en Ruanda no se habla español y tuvimos clase para aprenderlo y también cuando nadie de tu alrededor habla tu idioma, te esfuerza más para aprender», relata. Y sin duda lo logró ya que en estos años ha conseguido escribir dos libros en español, «el primero me costó bastante, pero tenía que sacar las cosas de la cabeza». Adaptarse a la nueva situación hizo que no pudiera acabar los estudios que deseaba y que los planes tuvieran que cambiar, pero eso no le hizo rendirse y hoy por hoy «sé lo que quiero, estoy trabajando que es lo más importante, gracias a Dios, formándome… A veces me preguntan dónde me veo dentro cinco o diez años y siempre respondo que dónde Dios quiera».

Olive, en un momento de su trabajo con la Oficina de Bienes Culturales del Arzobispado

Esa fe le ha ayudado también mucho a lo largo de su historia, «pensaba que era cristiana porque iba a misa los domingos, pero me di cuenta de que no, que me faltaba algo más. En el centro de María Inmaculada tenemos un catequista y allí me formo, acudo a retiros y también nos han preparado para ser catequistas de otros grupos», relata, para añadir entre risas, «cuando te vas metiendo en más cosas te das cuenta de que no sabías nada». La fe es así su gran apoyo y tabla de salvación en ocasiones, «fue un pilar muy grande, si no fuera por ella estaría hecha polvo mentalmente hablando. Hay muchas cosas que me viene muy bien compartirlas con la gente del grupo del centro social, un sacerdote, una hermana o un laico con el que tenga confianza y compartimos la misma fe. Estoy agradecida de ser cristiana católica, no sé que estaría yo haciendo ahora mismo si no fuera por eso».

Su vinculación con el centro de las religiosas de María Inmaculada fue también el punto de partida para la labor que hoy por hoy realiza en el Arzobispado de Oviedo en el departamento de bienes culturales. «El párroco de la iglesia de La Corte, D. José Ramón, preguntó a la hermana Alicia por una persona que pudiese asentar los bautizos de la parroquia. Curiosamente yo le había escrito algo a la hermana hacía poco y ella se fijó en mi letra así que dijo: ella es la adecuada. Más adelante la responsable de la Oficina de Bienes Culturales buscaba alguien que le pudiese ayudar y D. José Ramón le habló de mí y aquí estoy yo catalogando libros. Nunca me hubiera imagino estar haciéndolo, aunque me encanta leer, y estoy aprendiendo mucho», una posibilidad que como ella misma expresa no hubiese sido real de «no haber estado en el centro, haber escrito aquellas líneas… y sobre todo si no hubiera habido gente  abierta a dar oportunidades».

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