«La escucha tiene un poder terapéutico inimaginable»

Publicado el 20/10/2023
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«La escucha tiene un poder terapéutico inimaginable»

José Carlos Bermejo, religioso camilo, es experto en humanización de la salud, en duelo y bioética y dirige el Centro Asistencial San Camilo de Tres Cantos en Madrid, además de ejercer la docencia en la Universidad Ramón Llull de Barcelona y la Católica de Portugal. Ha participado en las Jornadas del Cuidado que organiza la U. P. Llaranes-El Pozón en las que ha desarrollado la charla «Cuidado humanizado a través de la escucha»

En ocasiones nos centramos en la parte más material del cuidado olvidando otros aspectos como la escucha, ¿esta también cura?, ¿qué nos sucede cuando no tenemos quien nos escuche?

Tiene un poder sanante y terapéutico inimaginable. Cuando no la tenemos llega la soledad, la incomprensión, el engrandecer los problemas… sufrimiento evitable al fin y al cabo. Si no tenemos a nadie que nos permita drenar es como una herida que no encuentra modo de liberar para curar. Hay muchas circunstancias en que la persona necesita liberarse, narrar, y que alguien le ayude mediante este exquisito modo de acoger que es la escucha. Qué bien que en estos últimos años hay que personas que se especializan en escuchar y se profesionaliza de alguna manera porque ahí tenemos un recurso social para ayudar a recuperar la salud que no solo se encarna en nuestro cuerpo, sino en cómo en el modo íntimo vivimos las dificultades.

¿Perder a un ser querido es una de las circunstancias en las que más se necesita?

Perder a un ser querido u otras cosas, como los siete duelos del inmigrante, un trabajo, un deseo o una expectativa que vemos que no se va a cumplir, como ser madre por ejemplo. Perder genera tristeza y es una experiencia de amputación como si nos arrancaran algo y tenemos que aprender a vivir sin esa parte de nosotros mismos, reconstruyéndonos y reinventándonos.  Debemos hacer lo que llamamos el trabajo del duelo y algunas veces lo podemos hacer con nuestros recursos, solos, pero hay ocasiones en las que el duelo se complica y en estos momentos es necesario pedir a ayuda a quienes sean expertos en acompañamiento y en escucha. Personas que se hayan entrenado para ello, que hayan sido supervisadas para ver cómo se hace y cómo no se hace porque hay muchos estilos de acompañamiento que generas más malestar que alivio.

Coloquialmente decimos hablamos de que a veces echamos en falta un trato más humano, un concepto que has desarrollado a partir de la palabra «humanizar, ¿qué implica?

No hacer daño, evitar toda forma de maltrato. Hay muchos en nuestro alrededor, algunos por falta de competencia relacional, como frases que decimos.  Por ejemplo, “¿por qué lloras así si no es para tanto? o ¿por qué te quejas de que te duele si es normal que lo haga?” Estas expresiones las escuchamos en profesionales del cuidado, también en la familia y no nacen de la empatía sino de nuestra falta de autocontrol y de entrenamiento en el uso de la palabra para que esta sea también tratamiento que permita consolar. Eliminar toda forma del maltrato es humanizar, pero no es suficiente hay que promover realmente buenos tratos: cuidar al otro como nos gustaría que nos cuidaran a nosotros o mejor todavía, como espera que le cuidemos. Pasa también en la familia cuando cuidamos a un enfermo, alguien que tiene deterioro cognitivo, a lo mejor porque perdemos la paciencia o porque no hemos alcanzado suficientes cotas de humanización en nuestra vida. Nosotros en el centro de humanización de los Camilos en Madrid ahora estamos investigando el concepto de la ternura para humanizar el cuidado. La ternura es la expresión de la fortaleza humana ante la fragilidad y la vulnerabilidad del otro, es una expresión de compasión y tenemos que humanizar impregnando de ternura nuestros encuentros.

La esperanza es una palabra que se menciona en muchos de tus escritos.

Podemos pensar la esperanza, vestirnos un poco más de ella. He hecho algunos estudios sobre cómo es, no solo la expresión del mero optimismo ingenuo, sino con sus apellidos que se traducen en confianza, paciencia, tenacidad, coraje, compromiso por cambiar las cosas. Y también cómo dar esperanza, cómo ser testigos de que vale la pena trabajar por estar mejor y por cuidarnos y construir un mundo que sea más amable, que es posible, y más humano.

¿Cómo podemos escuchar mejor a quienes tenemos a nuestro alrededor?

Hay que entrenarse en hacer silencio, no un silencio para el que haga falta retirarse de la vida, pero hay muchas conversaciones que fracasan porque parecemos gallinas cacareando porque hablamos simultáneamente en vez de dejar a la persona que se exprese a su ritmo, particularmente cuando la narración tiene contenido emocional y hay situaciones de crisis. Hacer silencio dentro de la cabeza es muy difícil porque los seres humanos podemos tener dos o tres conversaciones a la vez: la que generamos con nuestro interlocutor y la que tenemos con nosotros mismos con nuestras preocupaciones, frases hechas y prejuicios sobre lo que el otro comunica. Por eso nos debemos entrenar en hacer silencio intrapsíquico para relacionarnos con nuestro interlocutor, liberarnos más de prejuicios y dar acogida a la diversidad que representa el otro. Porque luego también deseamos nosotros ser escuchados, que se nos permita a nosotros también narrarnos, ya que no serlo es no ser considerados y enfermamos en la mente o el corazón.

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