La Cruz, signo de identidad, de tutela y de victoria

Publicado el 24/10/2019
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La Cruz, signo de identidad, de tutela y de victoria

Escribe José María Hevia Álvarez, canónigo de la Catedral

“Con esta señal es tutelado el piadoso. Con esta señal es vencido el enemigo”. Esta era la inscripción que la Princesa Leonor buscaba leer en el reverso de la Cruz de la Victoria en su reciente visita. Una vez convertido al catolicismo, con todo su reino, el rey visigodo Recaredo, recibió del Papa Gregorio en 599 un fragmento del Lignum Crucis. El culto a la Cruz se incrementa entonces de modo inusitado en los territorios hispánicos: dedicación de iglesias, iconografía de la Cruz, veneración y liturgia. Las donaciones reales del taller orfebre visigótico incluyen  siempre cruces (Torredonjimeno y Guarrazar en los reinados de Suintila y Recesvinto, 649-672).

El primer templo cristiano construido en Asturias-España tras la invasión musulmana fue el de la Santa Cruz de Cangas de Onís, que en 737 ordenó edificar el rey Favila para albergar la cruz de roble de su padre, D. Pelayo: una cruz cristiana sobre un dolmen. Más tarde la tradición la convertirá en la Cruz de la Victoria (908).

Alfonso II es quien para Oviedo, su “nueva Toledo”, tomó la Cruz como emblema de la nueva monarquía –se hace ungir el 14.IX.791, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz–  y acuña esa inscripción (Cruz de los Ángeles 808). Sus su-cesores siguieron ofreciendo a la Iglesia este tipo de cruces gemadas con dicho emblema. En el año 873 Alfonso III y la reina Jimena ofrecieron la cruz a la basílica de Santiago de Compostela (sin aparecer tras su robo en 1906) y la Cruz de la Victoria la ofrecieron a la catedral de San Salvador Oviedo (908). La cruz de la base de la Caja de las Ágatas (910) fue donación de Fruela y la reina Nunilo. Son cruces anicónicas, sin Cristo. También se repite en piedra dicha inscripción como la cruz  cristianizadora de la fuente romana de Foncalada; la cruz con el Alfa y Omega del monasterio de San Martín de Salas (951), la cruz de tiempos de Ramiro II de León en El Salvador de Destriana. La identidad cristiana del emblema real se subraya al llamarle también “signo de salvación” (cruz de la lápida del palacio de Alfonso III, año 875). Proliferó sin el texto el signo asturiano de la cruz en bajorrelieves, frescos, manuscritos, y se mostró no tanto como imagen de la Pasión de Cristo sino más bien como designación de su gloria, su poder y su victoria sobre el mal y la muerte.

Gerardo Zaragoza esculpió en 1942 para el Jardín de los Reyes de la Catedral cinco bustos con un medallón que lleva la Cruz de los Ángeles. De los 78 ayuntamientos del Principado nos queda aún en la heráldica municipal de Asturias 26 escudos con la Cruz de los Ángeles, memoria de la tutela ejercida por el obispo ovetense. Otros 16 municipios usan la Cruz de la Victoria, que el Estatuto de Autonomía del Principado de Asturias acordó en 1984 como emblema de sus símbolos, inspirándose en el informe de Gaspar Melchor de Jovellanos.

Sin perder su identidad cristiana, la Cruz de la Victoria también asume la intencionalidad política de los orígenes de la Monarquía.

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