«Con la ceniza representamos el gesto de querer cambiar, convertirnos y dejarnos reconciliar por Dios»

Publicado el 14/02/2024
Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail this to someonePin on PinterestPrint this page
«Con la ceniza representamos el gesto de querer cambiar, convertirnos y dejarnos reconciliar por Dios»

Esta mañana a las 9,15 h tenía lugar, en la Capilla de Santa Bárbara de la Catedral de Oviedo, la Misa Capitular en este Miércoles de Ceniza, comienzo de la Cuaresma. Estaba presidida por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, que recordó en su homilía que «el calendario no tiene botón de pausa y nos vemos empujados por una inercia que nos lleva a vivir una nueva Cuaresma, cuando parece que acabamos terminar la Navidad».

En este itinerario de 4o días que los cristianos tenemos por delante, Mons. Sanz explicó que hay «un combate», tal y como se recuerda en la oración colecta del día. «El punto de partida es reconocer ese combate. No reconocerlo sería claudicar ante el enemigo –dijo–, porque existe un combate cristiano contra los enemigos espirituales». Y para poder vivir bien la Cuaresma, «es necesario poner nombre a mis enemigos, y ubicar dónde está mi combate particular, porque no hay batalla más perdida –dijo el Arzobispo de Oviedo– que las de la guerrilla clandestina, que no se sabe ni por dónde vienen, ni por dónde van». Y recordó: «aquello que a mí me quita mi paz, que me divide por dentro, es nuestro enemigo, y ponerle nombre es nuestro primer trabajo de Cuaresma» para, como dice San Pablo, nos dejemos «reconciliar» por Dios.

En un día como hoy, Miércoles de Ceniza, hay tres gestos básicos: ayuno, limosna y oración. Son tres gestos que hay que concretar, para «no ser hipócritas», como dice el Evangelio. «No vivir en el paripé, no exhibir una apariencia que esconde la nada: el ayuno –explicó en su homilía Mons. Jesús Sanz–, no consiste únicamente en prescindir de algunas ingestas, sino en prescindir de aquello que no me alimenta, que es tóxico y dañino para mi alma y para mi vida».

La oración, por otro lado, «no es la recitación sin más de las oraciones consabidas, sino la conciencia profunda de saberse contemplado por una mirada, por los ojos del Señor, y saberte acompañado por Él, que está siempre a tu lado y dentro de tu misma entraña, que no se escandaliza por nada tuyo, y que siempre te espera», explicó Mons. Sanz. Y finalmente, la limosna, que no consiste simplemente en el gesto de dar «unas monedas», sino que seamos también nosotros limosneros de nosotros mismos, pidamos alegría, fe, caridad cristiana».  «No vivamos la Cuaresma –finalizó el Arzobispo de Oviedo– porque el almanaque nos empuja a ello, sino con apertura para que Dios nos pueda sorprender. Con la ceniza representamos el gesto de querer cambiar, convertirnos y dejarnos reconciliar por Dios».

Para mejorar el servicio, utilizamos cookies propias y de terceros. Si sigues navegando, entendemos que aceptas su uso según nuestra política de cookies.

Más información sobre cookies