“En Catequesis es fundamental afianzar primero el trato con Jesucristo”

Publicado el 20/01/2023
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“En Catequesis es fundamental afianzar primero el trato con Jesucristo”

“La gente necesita experiencias, testimonios, ver en nosotros algo que les llene la vida y les llene de sentido. Eso es lo que realmente se busca en un catequista”. Así explica D. Francisco Julián Romero Galván, Secretario Técnico de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la Conferencia Episcopal Española lo que supone la labor del catequista en nuestros días. Una labor excesivamente “escolarizada” y que muchas veces se ha focalizado en transmitir un conocimiento, en vez de un encuentro que cambia la vida. El Directorio de Catequesis publicado por la Santa Sede el pasado 2020, trata de ofrecer un camino para el catecumenado adaptado a la realidad de nuestros días. Sobre este Directorio, sus propuestas y los retos que plantea, habló este sacerdote de la diócesis de Mérida-Badajoz, el pasado lunes en el Seminario Metropolitano, en una sesión de formación permanente para sacerdotes. El tema elegido, la Catequesis, es uno de los objetivos prioritarios, junto con la Pastoral Vocacional y la Pastoral Juvenil, a trabajar y profundizar a lo largo de este año. La sesión se puede ver en vídeo, completa, en el canal de YouTube del Arzobispado.

En entrevista a Esta Hora, el Secretario Técnico de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la CEE, observó que “trabajamos mucho intentando llevar adelante la iniciación cristiana, y los frutos no están siendo grandes. Y es que  la  iniciación  cristiana  en  muchos –dijo– no se realiza”.

Por ello, el Directorio ofrece “un camino” en el que se hacen una serie de insistencias. “Por un lado –afirmó– es importante dedicarnos a lo esencial y dejar lo secundario, y que afiancemos el trato con Jesucristo”. Por otro lado, “es necesario dedicarnos más a la transmisión de la fe desde la experiencia, no tanto desde los conocimientos, puesto que la catequesis está muy “escolarizada”. Debemos poner empeño en entusiasmar a la gente en la vida de cada día con ese seguimiento a Jesucristo”,  explicó.

En un mundo digitalizado y global, está el reto de la comunicación. Si la manera de comunicarnos ha cambiado, quizá la manera de transmitir la fe también debiera de cambiar. Pero la solución última de todos nuestros problemas no se encuentra en las redes sociales, o en la imagen: son una herramienta, pero hay mucho más.

“El Directorio nos interroga sobre las formas y el lenguaje que tenemos que emplear” señala D. Francisco Romero Galván. “Lógicamente –afirma–, en una sociedad de la imagen, es necesario que nosotros también entremos en ese lenguaje para ser vehículo para la transmisión de la fe. No es solo que uno sepa utilizar whatsapp, Facebook o Instagram, porque eso es relativamente fácil, sino que hay una nueva estructura mental y una nueva realidad antropológica y ahí tenemos que saber incluirnos, estar presentes y tratar de transmitir la fe, pero no como algo que nos vaya a solucionar todo, porque no es así. Sin embargo, sí que puede ayudarnos a transmitir la experiencia. Hoy la gente necesita experiencias, testimonios, ver en nosotros algo que les dé una respuesta al sentido de su vida”.

Y es que los medios cambian, pero el mensaje sigue siendo siempre el mismo. El mayor y mejor instrumento para la catequesis no es un móvil o un ordenador, sino el propio catequista. “Él es quien debe transmitir su experiencia de fe –afirma el sacerdote–. Siempre que la haya, claro. Cuando no la hay, lo que hace el catequista en su lugar es transmitir meramente unos acontecimientos. Que podrían valer, aunque también podrían servir para hablar de Napoleón. Sin embargo eso no es la catequesis. La catequesis tiene que ayudar a saborear, vivir la fe, y eso solo puede venir de una experiencia de encuentro profunda del catequista con Jesucristo y que sea capaz de transmitirla, haciéndola vida y relacionándola con la vida, de tal manera que el catequista sienta: “estoy contento, soy feliz, he encontrado sentido a mi vida”,  y como “por ósmosis” eso se transmite a los distintos miembros del grupo”.

 

Según el Secretario Técnico de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la CEE, la catequesis en este sentido tiene que cambiar el chip de lo teórico y meramente doctrinal, y convertirse en algo más vivencial, de experiencia de Jesucristo, y ya desde ahí, tocar otras esferas propias de la iniciación cristiana. Pero siempre, desde lo esencial, lo que el Papa Francisco llama el kerigma:  “La esencia de que Cristo te ama, Cristo ha dado la vida por ti, Cristo te acompaña y él murió y resucitó por ti”.  

Catequesis de adultos

Desde hace unos años a esta parte, junto con la catequesis propia de niños y jóvenes, ha ido apareciendo y creciendo el concepto de catequesis de familias y de adultos.  Francisco Romero Galván afirma que “la catequesis es una cosa de adultos”, por lo que es importante cambiar esa identificación tan generalizada. “Ojalá, lo mismo que tenemos organizadas en las parroquias catequesis de niños y jóvenes, pudiéramos tener también estructurada la de adultos”, reconoce. “Bien porque se van a bautizar, a confirmar, o porque se han alejado de la fe y quieren volver otra vez”. A este respecto señala que ha conocido el trabajo en nuestra diócesis con el catecumenado de adultos y la cantidad de personas mayores de 18 años que se confirman cada año:  “Es un número bastante elevado, y me dio mucha alegría conocer esta realidad. Creo que es una experiencia muy bonita y muy buena la que tenéis organizada en vuestra diócesis asturiana, y que podría traspasarse a otras realidades en otros puntos de España. Creo que vais en muy buena dirección –afirma– y lleváis a cabo una labor muy necesaria”.

Resumiendo, finalmente, las cualidades de un catequista, Francisco Romero Galván señala que “en primer lugar, tiene que ser un hombre/mujer de Dios. Por otro lado, tiene que buscar su propia formación para poder llevar a cabo de la mejor manera su ministerio, y además, debe saber, desde su madurez, trabajar con más personas y tener esa experiencia, no solo formativa, sino también de vivencia espiritual que le lleve a entregarse a Dios en la transmisión de la fe”. “Necesitamos nuevos catequistas –advierte–. Así que todos podríamos plantearnos: ¿me llamará Dios para ser catequista?”.

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