“Iglesia en salida”, junto a las comunidades indígenas de la Amazonía

Publicado el 25/11/2022
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“Iglesia en salida”, junto a las comunidades  indígenas de la Amazonía

Cáritas diocesana de Oviedo ha acogido estos pasados miércoles y jueves, 23 y 24 de noviembre, la visita de Mons. Adalberto Jiménez, presidente de la REMAM-Ecuador y Obispo de Aguarico, y de Carlos Ajón, indígena kichwa, procedente de la misma zona. Son los representantes del proyecto: “Defensa de los derechos humanos de las comunidades amazónicas afectadas por los derrames de petróleo del oleoducto transecuatoriano de Ecuador”, que Cáritas diocesana de Oviedo lleva apoyando desde el año 2018. 

Durante su estancia en Asturias, se reunieron con la Directora de la Agencia Asturiana de Cooperación, las concejalas de Cooperación de Oviedo y de Gijón y con diferentes representantes de la sociedad civil y eclesial asturiana. 

Entre ellas, visitaron la Delegación de Medios de Comunicación de la diócesis, donde concedieron una entrevista para el programa El Espejo, en Cope Asturias. Allí, Mons. Adalberto Jiménez quiso agradecer en su primera estancia en la región, a los “misioneros asturianos que estuvieron cerca de 20 años trabajando en el  Vicariato de Aguarico, y a los obispos que visitaron estos trabajos, por un lado, el recientemente fallecido Mons. Gabino Díaz Merchán, así como Mons. Carlos Osoro y Mons. Jesús Sanz. Asturias –afirmó el Obispo– ha estado muy cercana al  Vicariato amazónico nuestro”.

Esta visita de los representantes ecuatorianos a Asturias formaba parte de una gira más amplia que les está llevando por otras diócesis españolas y a participar también los próximos 28 y 29 de noviembre, en Ginebra, en el Foro anual de la ONU sobre Empresas y Derechos Humanos. En ella, tendrá un papel especial Carlos Ajón, representante elegido por las comunidades afectadas en las cuencas de los ríos Napo y Coca en Ecuador.

Tal y como afirmaba Mons. Jiménez, el objeto de acudir a Ginebra responde a la llamada del Papa Francisco de “salvar la Amazonía”, “salvar los pulmones del planeta –afirma–, que es un tema que interesa a todo el mundo”. Por ello –señala– “vamos a denunciar en el foro que en Ecuador cayeron, el 7 de abril de 2020, dieciséis mil barriles de petróleo al río Coca y al río Napo, y que esto creó un gran desastre a nivel ecológico y de las poblaciones que viven en la zona”. En este sentido, Mons. Jiménez subrayó que “han sido las Cáritas de España y entre ellas Cáritas de Oviedo y Gijón quienes nos han ayudado enormemente en tres aspectos: primero, creando una conciencia y la escuela de Derechos Humanos para forjar líderes que aprendan y defiendan ellos su propio territorio; en segundo lugar, también la siembra de los huertos familiares, ya que quedó todo destruido por el derrame y en tercer lugar, la plantación de árboles: nos hemos propuesto plantar un millón de árboles en la Amazonía. Pensarán ustedes que ya hay muchos árboles allí, pero la realidad es que existe una gran deforestación, y necesitamos sembrar y cuidar”.

“Estos derrames que sucedieron hace dos años en las provincias de Sucumbíos y Orellana –explica Carlos Ajón– afectaron a las familias de más de 150 comunidades que vivimos allí, vulnerando nuestra vida tanto en la alimentación, como en el agua o en el terreno”. Unas comunidades cuyo nivel de pobreza ya era previamente el más alto del país. “A las familias indígenas que vivimos en el lugar nos ha afectado mucho porque no tenemos agua –explica Carlos Ajón–, tenemos que buscarla en otros lugares, y también la alimentación se vio afectada, ya que nosotros vivíamos de la pesca para sustentarnos, así como de la siembra de yuca o plátano, que tampoco podemos realizar, por lo que nos ha influido mucho en nuestro modo de vida”.

La ayuda que se está recibiendo hasta el momento se ha centrado en la formación de la Escuela de Derechos Humanos, para ayudar a que las comunidades aprendan a defender sus propios territorios, pero también se han recibido tanques de agua de 500 litros, de material no oxidable y con posibilidad de potabilizar el agua de la lluvia; además de la siembra de árboles, “en el Vicariato llevamos más de 15.000 sembrados ya, y otros 3.000 en el vivero, con la ayuda de Cáritas”, explica Mons. Jiménez.

Un fatal accidente que sucedió precisamente en el 2020, en plena pandemia, y que inevitablemente marcó el ritmo de las ayudas y los acontecimientos. “Nosotros estábamos muy preocupadas por el Covid mató a mucha gente en Ecuador –recuerda Mons. Jiménez–, aunque curiosamente no sucedió así entre los indígenas. Pero aún así nos tocó improvisar la acogida en el Vicariato con mucho miedo, todos con mascarilla, pero teníamos que estar cerca de las comunidades. Creo que esto es lo que nos pide la Iglesia: que seamos Iglesia en salida, una Iglesia que no se queda solo cuidando los templos de piedra o de manera, en el caso de la Amazonía, sino que sale a estar con las comunidades. Esto es lo que hicimos y tengo una gran gratitud con todos los misioneros laicos, sacerdotes y religiosas que nos ayudaron”.

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