Guadalupe, una «profe de Química»

Publicado el 16/05/2019
Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail this to someonePin on PinterestPrint this page
Guadalupe, una «profe de Química»

Entrevista a Juan Carlos Martín de la Hoz, postulador de la Causa diocesana de Guadalupe Ortiz de Landázuri

Este sábado será beatificada, a las 11 de la mañana en el recinto de Vistalegre, en Madrid, Guadalupe Ortiz de Landázuri, laica y perteneciente al Opus Dei, tras la aprobación del milagro a un asturiano, Antonio Sedano, nacido en la aldea de La Peña (Salas). El acto será retransmitido en directo a través del canal 13 TV.

¿Cómo definiría la manera de ser de Guadalupe?

Me remito al texto que la Iglesia publicó en el llamado Decreto de Virtudes heroicas, donde la Congregación de las Causas de los Santos, después de estudiar toda la prueba testifical y la prueba documental, y al resumir por qué Guadalupe es modelo del pueblo cristiano, nos habla de una mujer con alegría, con optimismo, con buen humor. Es conmovedor pensar que, justo hace un año, el Papa Francisco pedía en el documento Gaudete et Exsultate, “santos de la puerta de al lado”. Pues bien, la Iglesia ahora nos propone como modelo a una mujer alegre y optimista, porque el cristianismo es confiar en Dios y confiar en los demás. Guadalupe fue una mujer santa a base de ir convirtiendo en oración todo lo que tocaba. Aprendió a convertir la oración en verdadera oración; la misa en oración; el trato con los demás en oración: por eso fue heroicamente santa. Una santa de barrio, de proximidad.

Nació en 1916 en Madrid, y la guerra le pilló en plena juventud. Una juventud trágica, tras perder a su padre y a su hermano…

Guadalupe forma parte de esa generación de hombres y mujeres que nos han precedido que, al término de la guerra civil, se echaron el país a sus espaldas y supieron mirar hacia delante, reconstruir el tejido social, económico, educativo, sanitario, etc. es decir, reconstruir una sociedad a base de perdonar, olvidar y confiar. A toda esa generación habría que agradecerles la fortaleza de haber sabido mirar hacia delante y vivir en caridad.

¿Cómo conoció el Opus Dei?

Guadalupe era una mujer corriente, había hecho la carrera de Química, daba clase en dos colegios de Madrid: el colegio de las irlandesas y el Liceo Francés. Tenía un novio catalán, muy perfeccionista; tenía también un grupo de amigas, rezaba el rosario con su madre, iba a misa los domingos: era una mujer muy normal. Pero un día, en misa, el Señor irrumpió en su alma, y puso en su corazón una inquietud espiritual fuerte, como una llamada a entregar su corazón. Buscó, y encontró a Josemaría Escrivá, sacerdote entonces muy joven en la diócesis de Madrid, que acababa de fundar el Opus Dei, y empezó a dirigirla espiritualmente. Ella, en el calor de la oración, en la intimidad, descubrió que esa llamada sorpresiva de aquel domingo 15 de enero de 1944 era la luz para su vida. Precisamente que Guadalupe sea modelo de una mujer optimista y alegre es consecuencia de que la felicidad es la íntima convicción de estar haciendo lo que Dios quiere y lo que ella hizo, toda su vida, fue llevar adelante el querer de Dios.

Parece una mujer con una fuerza especial y con unas convicciones firmes. Ya sólo el hecho de estudiar una carrera como Química en aquella época, cuando eran solo cinco mujeres en una clase de setenta hombres…

Cuando Dios llama, también da los medios para clarificar esa llamada. Por eso no solo le da el primer impacto de esa llamada, sino que la pone “en pista”, porque le hace conocer a un sacerdote al que Dios mismo le ha pedido que abra un camino de santidad en medio de las ocupaciones ordinarias.

Guadalupe es, esencialmente, una profe de Química. La Iglesia va a beatificar el próximo 18 a una mujer que se ha hecho santa dando clase: enseñando a sus alumnos, dedicándoles tiempo y paciencia, investigando, leyendo, haciendo una tesis doctoral. Aunque en ocasiones, por sacar adelante las actividades del Opus Dei tuvo que viajar a México, a Roma, o tuvo que trabajar en cuestiones de gobierno, en dirección de residencias o en la puesta en marcha de iniciativas sociales etc. ella era, de base, una profe de Química.

Por eso, en cuanto la vida lo permitió, sacó su Cátedra en el Instituto de Santa Engracia y allí impartió una docencia y una investigación que sus alumnas todavía recuerdan.

El milagro que ha permitido llevar adelante la causa de beatificación tuvo como protagonista a un asturiano.

El motor de la puesta en marcha de la causa de beatificación fueron los favores y gracias que se recibían. Desde el comienzo, el número fue muy abundante y además del mundo entero, lo cual nos hizo caer en la cuenta de que Dios quería que comenzáramos el proceso. Un milagro es un hecho extraordinario que se puede demostrar y donde hay una acción de Dios en sus hijos los hombres a través de la intercesión de un Siervo de Dios. Antonio Sedano era un asturiano que vivía en Cataluña, donde había trabajado  y sacado adelante a su familia toda su vida. Cuando ya estaba jubilado y viudo, un día le salió una especie de grano, justo donde se apoya la gafa. Su hija, agregada del Opus Dei, que vivía con él, le convenció para que fuera al médico. Allí descubren que ese grano, aparentemente inofensivo, era en realidad un tumor, un cáncer que había que extirpar inmediatamente. La noche antes de la operación le pidió con fuerza a Guadalupe, leyendo la estampa para la devoción privada: “quítamelo, tú puedes hacerlo”. El primer milagro fue que durmió como un niño, pero además, al día siguiente cuando fue a afeitarse para ir a operarse no había tumor, ni rastro. Esto sucedió en el año 2006.

Para mejorar el servicio, utilizamos cookies propias y de terceros. Si sigues navegando, entendemos que aceptas su uso según nuestra política de cookies.

Más información sobre cookies