El Día Internacional de las Familias, celebrado el pasado 15 de mayo, fue el marco en el que Cáritas diocesana de Oviedo publicaba una nota recordando la labor que la institución ha realizado en Asturias en este último año, en el ámbito de los menores y la familia. Un año complejo, lleno de retos y novedades a los que, tanto los niños, como los padres y los trabajadores y voluntarios de Cáritas, tuvieron que enfrentarse. Lo hicieron al igual que tantas familias, pero en el caso de las acompañadas por Cáritas se unía un fuerte componente de exclusión y vulnerabilidad, que complicaba sumamente una situación ya de por sí muy dura.
En el año 2020, Cáritas Asturias atendió a un total de 259 menores y 157 familias, dentro del Programa que se ocupa de estas realidades. Su responsable, Verónica González, recuerda que “Los niños han vivido unos meses muy duros. Se han interrumpido bruscamente los procesos de socialización y de relaciones, que son para ellos y para los adolescentes tan importantes para su desarrollo vital, y se han adaptado perfectísimamente a todas las medidas sanitarias que se han impuesto”. Con semejante comportamiento, destaca Verónica que “en esta pandemia hemos aprendido muchísimo de los niños, y también se ha puesto de relevancia la función y la importancia que tiene la familia como núcleo y motor fundamental de la sociedad –afirma–, y el Papa Francisco ha recordado recientemente que la familia es el punto de referencia más firme, el apoyo más fuerte y el guardián insustituible para la estabilidad de toda comunidad humana y social”.
Poniendo el foco en los atendidos durante este pasado 2020 en Cáritas Asturias, la responsable del Programa de Menores y Familia de la institución, reconoce que “la brecha digital ha sido una circunstancia importante y complicada de solventar”. “Por un lado –afirma– estaba la dificultad material: las familias no tenían recursos informáticos como ordenadores, tablets o wifi, por lo que tuvimos que coordinarnos con la Consejería de Educación para poder proporcionarles estos materiales. Por otro lado, estaban las competencias digitales de estas. Aunque se les proporcionara el wifi, no sabían instalarlo, o no sabían utilizar las plataformas educativas, de manera que teníamos que acompañarles en esos procesos, y al mismo tiempo, estaba la cuestión del uso responsable de lo digital. En definitiva, vimos claramente que esa brecha tecnológica que existe da origen a muchísimas desigualdades, que ya venían de otras anteriores”.
El trabajo y el refuerzo escolar de los niños fue otro de los puntos que en el Programa de Menores y Familia más importante en los últimos meses. “Es muy fácil decir: Vamos a levantarnos pronto para hacer las tareas del colegio. Pero lo cierto es que muchos niños y jóvenes no lo hacían, no estaban motivados, no tenían sitios adecuados donde hacerlo puesto que muchos se encuentran en viviendas muy pequeñas para la cantidad de personas que la ocupan, etc. Por lo que tuvimos que estar muy presentes y acompañarles en esos procesos”.
Finalmente, el apoyo “emocional, de escucha, de reflexión y de apoyo” a las familias en general, fue otro de los puntos que el Programa de Menores y Familia de Cáritas Asturias ha trabajado especialmente en este último año, haciendo hincapie en la importancia del “cuidado del cuidador”.
La transmisión intergeneracional de la pobreza
No es un concepto nuevo, puesto que ya se describió en el Informe Foessa del año 2016: en él, se analizaba la transmisión de la pobreza de una generación a otra, demostrando que las circunstancias de vulnerabilidad tienden a perpetuarse. Y en Cáritas Asturias no dejan de recordarlo: “Vemos que la vida es como una carrera –explica Verónica González–, y cada uno salimos de una posición distinta. Las características familiares, personales, nos sitúan en un sitio u otro, más o menos adelantado.
Así, el nivel de estudios de los progenitores (a más estudios, mayor formación tendrán los hijos), los ingresos (la fuente y la cuantía), o la renta, son factores que influyen poderosamente, tal y como demuestra la realidad, en el presente de muchas familias. “El informe Foessa de 2016 decía que 8 de cada 10 personas que tuvieron dificultades económicas en su familia durante su infancia, a día de hoy siguen teniendo dificultades económicas de adultos. Por eso, nos parece fundamental frenar esa transmisión, y para ello, hay que acompañar a los niños, a los adolescentes, y a las familias como núcleo”, recuerda Verónica González.
El programa de Menores y Familia de Cáritas Asturias cuenta con varios proyectos que desarrollan actividades de acompañamiento integral y familiar, como el centro Colores, en Avilés, o El Llugarín, en Gijón; de tipo socioeducativos (Alba y Arcoíris en Oviedo, y Cascayu, en Mieres), y de ocio y esparcimiento, como el proyecto Medrar. “Partimos de que las personas que acompañamos están llenas de capacidades y potencialidades; no partimos de las carencias –recuerda la responsable del Programa Menores y Familia–, sino de lo positivo y bueno que tenemos dentro”. “Y queremos apoyar las actividades de ocio y tiempo libre tanto para los menores, como para toda la familia –destaca–, porque creemos que las familias tienen que tener momentos positivos y motivadores para fortalecerse. Pensamos que el acompañamiento tiene que ser a todos los miembros, viendo en cada caso, qué puede necesitar más cada familia”.