«Desde nuestros distintos carismas, construimos la Iglesia de Jesucristo»

Publicado el 27/01/2023
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«Desde nuestros distintos carismas, construimos la Iglesia de Jesucristo»

Entrevistamos al padre Roberto Gutiérrez, prior de los Carmelitas en Oviedo y presidente de la CONFER diocesana, con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada que tendrá lugar el 2 de febrero. En la diócesis se celebrará el 4 de febrero con una misa en la Catedral de Oviedo a las 15.00 horas.

Este año, ¿cómo se presenta esta jornada que celebra su vocación?
Se presenta con alegría y con gozo después de unos años que hemos estado casi parados. Por eso, poder celebrarlo con ese esplendor siempre es motivo de alegría y de ilusión. 

La vida consagrada está presente en muchos ámbitos y desde siempre adaptándose a las necesidades del momento.
Eso es algo muy propio de la vida consagrada,  nuestra presencia en todos los sectores desde la enseñanza, la educación, una acción pastoral más parroquial, también social. Estamos en esa frontera, en esa primera línea de batalla,  y eso es algo que caracteriza a la la vida consagrada. Pero no de ahora, sino de siempre. Es cierto que en determinados tiempos de la historia nuestra presencia por ejemplo en la sanidad era mucho más que ahora porque hoy eso nos lo ofrece una sanidad pública, pero incluso ahí no dejamos de estar en otros ámbitos llámense leproserías, hospitales para personas terminales, en todo lo que tiene que ver con las  enfermedades contagiosas… ahí estamos.

Una vocación por lo que cuenta que es, sin duda , de entrega.
Sí, es una vocación de salir de uno mismo, de llevar a la práctica lo que nos dice el Evangelio:  “lo que gratis habéis recibido, dadlo gratis”. Esto es patente en la vida consagrada, como creo que también en la vida eclesial. Cada cual desde nuestros distintos carismas, pero construyendo la Iglesia de Jesucristo. 

¿Cómo podemos ayudar los laicos en esta tarea?
Nos ayudáis sobre todo con vuestra oración que la necesitamos y que desde aquí mismo os pedimos que oréis por todos los que formamos parte de la vida consagrada. Somos también conscientes de que muchos de vosotros os alimentáis de nuestro patrimonio espiritual: ignaciano, franciscano, carmelita… Es mucha la gente que busca en estas fuentes saciar esa sed que tienen porque nuestros santos padres, Santo Domingo, San Ignacio, Santa Teresa… bebieron, aunque cada uno con sus matices, de la única fuente que es Cristo. Los laicos, por tanto, nos ayudáis mucho y estáis muy insertos en nuestras realidades institucionales o carismáticas. Esto era quizás menor en otros tiempos pero ahora nos hemos abierto todos. Un hecho que estamos celebrando también en un sínodo de una Iglesia que camina junta y en la que todos nos necesitamos. Es tiempo de sumar. 

Al igual que el “caminando” del lema de este año.
Es un gerundio que implica que no es que ya hemos caminado y llegado a una etapa, sino que seguimos caminando con nuestras luces y también con nuestras sombras, que hay que asumir. Usando una expresión de mi Santa Madre, Teresa de Jesús, son tiempos recios los que nos toca vivir, no son tiempos fáciles. 

Es cierto que tampoco ellos lo tuvieron fácil en su momento, aunque ahora son otras las dificultades a las que tenemos que hacer frente, pero lo que debemos, y ahí la vida consagrada tiene una palabra que expresar y mostrar, es caminar con esperanza. Esta es una virtud que viene del saber que estamos siguiendo al único pastor y al único maestro que es Cristo Jesús.  Antes de comenzar este milenio el Papa Juan Pablo II con la congregación de religiosos sacó un documento muy bonito que llevaba por título  “Caminar desde Cristo”. Tenemos que tener muy claro ese mensaje, que tenemos que caminar desde Cristo, por él y para él. Ese es el fundamento y nuestra meta. En Santiago de Compostela, en uno de los frontis de la catedral se pueden ver el Alfa y Omega. Lo lógico es que este fuera el orden, pero no, allí pone Omega-Alfa para mostrar que no se ha llegado al  fin, sino que hay que volver al principio y no dar la tarea por concluida. 

¿Y de qué manera podemos conservar esa esperanza como bien decía en tiempos para muchos desfavorables?
Estando bien insertos en el misterio de Cristo Jesús, en el amor de Dios Padre que se ha encarnado en su hijo. Desde esa interioridad, desde esa profundidad es como se mantiene la esperanza, porque él nos la va a dar. La esperanza a mí no me la otorga una obra, me puede dar pequeñas esperanzas, es cierto, pero la Esperanza como nosotros la entendemos me la va a dar Cristo Jesús, es el que me llena y me va a dar plenitud como cristiano, como consagrado y sacerdote. 

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