«Custodios de la vida»

Publicado el 26/03/2021
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«Custodios de la vida»

Casi diez años de presencia entre los gijoneses –fue inaugurada en 2012–; 167 personas atendidas en todo este tiempo; cerca de 60 niños nacidos; un gran equipo de voluntarios y una comunidad de religiosas al frente. Son las cifras que describen, en un primer golpe de vista, a la Casa de Acogida de Madres Gestantes “Nuestra Señora de los Desamparados”, situada en el barrio de la Guía de Gijón y dirigida por las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña. El pasado domingo, 21 de marzo, celebraban, en la parroquia de San Julián de Somió la fiesta de su patrón, San José, con una eucaristía presidida por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz. Y este jueves, precisamente, solemnidad de la Anunciación, se celebraba la Jornada por la Vida, con un lema: “Custodios de la vida”. Eso mismo les recordaba el domingo Mons. Sanz en su homilía a las religiosas:  “El Señor eligió a San José como padre y custodio de Jesús, de una vida que no era suya y de la que le hizo responsable”, de la misma manera “vosotras, como Madres de los Desamparados, estáis llamadas a custodiar, proteger y guiar vidas que no son vuestras, pero sí son de Dios”.

En la Casa de la Guía, se acoge a mujeres gestantes que desean continuar con su embarazo, pero que están solas y por su situación personal, su única salida sería el aborto. Algunas proceden de otros países e incluso de otros lugares de España, lo que provoca que, al no tener apoyos familiares, se encuentren en circunstancias muy vulnerables. Son, en definitiva, “mujeres valientes”, tal y como las describe la superiora de la comunidad, madre María Angustias Illana, “que han decidido continuar con la vida que llevan dentro, luchando contracorriente, a pesar de que tantas circunstancias les sean desfavorables”.

Las mujeres llegan hasta la Casa de la Guía procedentes de diferentes ámbitos. Algunas, a través de organizaciones Pro Vida como Red Madre o Fundación Madrina, incluso, desde servicios sociales de la Comunidad o de otros lugares de España. “Nos llaman, nos cuentan la situación y dependiendo de las plazas que tengamos, vienen”, explica Madre Angustias. “La casa es muy pequeña, tiene tan sólo ocho plazas para madres y ocho para bebés, y no damos más de sí”, reconoce. “Suelen ofrecernos un informe, donde se explican sus circunstancias, que suelen ser muy graves por el tema de la soledad en la que se encuentran y la falta de recursos para salir adelante. Si encima proceden de otros países, a todo ello se le une la dificultad para poder acceder a un trabajo o a una vivienda. Nosotras intentamos ayudarles en todo ello, principalmente a que regularicen su situación. Además, les proporcionamos talleres, cursos de formación, psicólogos, gracias a todo un equipo de voluntarios que nos ayudan muchísimo en esta tarea, que no es fácil”.

El voluntariado de la Casa de la Guía daría para un capítulo aparte. Sin personal contratado, sin ningún medio económico para absolutamente nada, cuentan con un “equipo directivo” compuesto por “una trabajadora social, un psiquiatra, un abogado de extranjería y varios médicos, todos ellos voluntarios”, explica la superiora. “Se nos presentan, nos dan su teléfono y nos dicen que, si queremos, podemos contar con ellos, y lo cierto es que acudimos a ellos siempre que les necesitamos”, explica Madre Angustias. Junto a estas personas cualificadas, otro grupo de personas, muchas mayores, pero también jóvenes, se acercan periódicamente hasta la Casa para hacer de “canguros” y cuidar a los niños en todas sus necesidades mientras las madres están formándose, trabajando o llevando a cabo alguna gestión. Además, otro grupo de voluntarios ayudan en la recogida de alimentos y otro tipo de labores que las religiosas necesiten puntualmente.

Sin subvenciones ni ayudas administrativas

¿Cómo se alimenta una casa con tanta gente, y de dónde sale el dinero para los pañales y todos los detalles que necesita un bebé en sus primeros meses de vida? Pues, en palabras de la Superiora de la Comunidad:  “de la Providencia”.

“No contamos con ninguna subvención, ni ayuda administrativa de ningún tipo” –aclara–. “Hemos solicitado subvenciones al Principado de Asturias y se nos han denegado, de tal manera que contamos tan sólo con la Providencia, y lo cierto es que no nos falla nunca”. Providencia que, según la religiosa, se manifiesta “a través de personas que, de manera altruista, nos aportan un donativo. O personas que, a través de suscripciones mensuales, trimestrales o anuales nos dan una ayuda económica”. Sin embargo, eso no siempre es suficiente. La Casa de la Guía es ya conocida y muchas familias con niños les donan muebles como cunas, sillas, tronas y mucha ropa de recién nacido en buen estado. “Tan sólo pedimos que esté todo recién lavado y desinfectado, en estos tiempos de Covid, y con todo eso vamos tirando”, explica Madre Angustias. “También tenemos Alimerka –destaca–: todos los días van unos voluntarios a recogernos el excedente que no pueden vender: pan, leche, verduras, carne, de todo. Y después, contamos también con la ayuda del Banco de Alimentos, con nuestro ángel de la guarda particular, Paco”. “Gracias a la generosidad de todas estas personas, la Casa va saliendo adelante, junto con gente que de repente nos llama y nos pregunta si necesitamos algo puntual”.

Las Madres de los Desamparados llegaron a Gijón en el año 1947, y su primer destino se situó precisamente en el solar en el que ahora se encuentra la Casa de la Guía, y también, por cierto, la Capilla de la Virgen de la Guía. Allí se dedicaron a la acogida de niñas. Más adelante se levantó el colegio Virgen Reina, en la calle Avilés, y finalmente, la casa en la Guía quedó vacía. “Con los años la congregación se replanteó restructurar la casa para volver a acoger a niñas, como en nuestros inicios, pero hubo problemas con la Administración –relata madre Angustias–. Fue don Jesús el que, hablando con la Madre General, le propuso esta labor, ya que Asturias era una de las provincias de España con mayor índices de abortos. La verdad es que a nosotros nos pilló desprevenidas porque nunca nos habíamos dedicado a este ámbito en la congregación, pero lo cierto es que, si somos Madres de los Desamparados, la madre lo es desde la gestación. Por eso, nos decidimos por ello y estamos muy orgullosas de poder atender a estas mujeres, para custodiar la vida desde sus comienzos”.

 

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