Celebraciones dominicales en ausencia del presbítero

Publicado el 17/01/2019
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Celebraciones dominicales en ausencia del presbítero

El Seminario acoge formación para laicos y religiosas que prestan este servicio

“Conocer a Dios desde Jesús” es el título del curso de formación para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero que comenzó el pasado sábado, en el Seminario Metropolitano, y que tendrá lugar, cada segundo sábado de mes, hasta el próximo mes de mayo. Era una de las propuestas para este curso pastoral que se fijaron en el encuentro de programación el pasado verano, y que apostaba por la formación básica de laicos, sacerdotes y consagrados, y en concreto, “acompañar y fortalecer la tarea de los agentes de pastoral que realicen celebraciones en ausencia del sacerdote”. Una tarea que recayó sobre la Delegación de Liturgia y el Instituto San Juan Pablo II.

Precisamente es el Delegado de Liturgia, el sacerdote y canónigo de la Catedral José Luis González, el encargado de impartir el curso, al que asisten cerca de cincuenta alumnos, algunas religiosas, pero en su mayoría laicos. “Seglares que colaboran en las parroquias y que quieren formarse”, explica José Luis González. “Y lo hacen para que sea una verdadera colaboración en comunión, con la intención, como dice ese dicho tan antiguo, de hacer lo que hace la Iglesia, no lo que a ellos les guste”, subraya. “Esto es muy importante, porque una celebración dominical en ausencia del presbítero no es una devoción, sino que es una acción que la Iglesia realiza y en la que nosotros participamos como miembros de ella por el bautismo, y de la misma manera ejercemos el sacerdocio bautismal”.

ausencia del presbítero son una realidad cada vez más frecuente en nuestra diócesis, donde existen parroquias con pocos feligreses y sin sacerdotes que puedan atenderlas. “Y aunque hubiese sacerdotes suficientes, hay parroquias tan despobladas que no tienen entidad para mantener allí a un sacerdote a tiempo completo”, señala el Delegado de Liturgia, “por este motivo, lo que la diócesis está organizando es una pastoral en comunión, razón por la cual tienen lugar estas celebraciones en ausencia del presbítero”.

En ellas, el domingo cobra una importancia fundamental. “¿Por qué se hacen estas celebraciones en domingo, y no un martes o un viernes?”, explica el Delegado de Liturgia. “Por una razón muy sencilla: el domingo tiene un valor sacramental, es decir, Cristo en domingo rompió las cadenas de la muerte, ascendió victorioso del sepulcro y abrió para nosotros el camino de su Reino. No hay domingo sin reunión y no hay reunión sin celebración. Si no hay eucaristía en plenitud, por lo menos podemos escuchar la Palabra de Dios, que siempre nos llama a la conversión y a una identificación más plena con Cristo. Este, resucitando de entre los muertos, es el hombre nuevo, y da origen a un mundo nuevo comenzando por ese día, que es el domingo, que en la tradición de la Iglesia se llamó día octavo”.

Una celebración de la Palabra sigue el mismo esquema que una eucaristía, pero sin consagración. Excluye directamente la parte que comienza con la presentación de los dones y que concluye con la plegaria eucarística, en el marco de la cual tiene lugar la consagración del pan y el vino. Así, de la oración de los fieles se pasa directamente al rito de la comunión, con el rezo del Padre Nuestro, omitiéndose esa parte central que la Iglesia denomina “la mesa de la eucaristía”, que sólo pueden llevar a cabo ministros ordenados.

Es, en definitiva, la dinámica de la eucaristía habitual, fijada por la Iglesia. “Esta se realiza en un marco de comunión en el tiempo y en el espacio, a lo largo de toda la tradición de la Iglesia”, señala José Luis González: “Tenemos unos signos que el Señor nos dejó, y que realizamos en este marco de comunión todos, seamos seglares o sacerdotes. Y el lugar en el que podemos encontrar lo que la Iglesia nos pide para este tipo de celebraciones no es otro lugar que el Misal Romano. Ahí encontraremos siempre lo que la Iglesia nos pide hacer, que no es otra cosa que un servicio que se hace a favor de la Iglesia y de la comunidad, y en nombre del Señor Jesús. La mejor definición de Cristo Jesús se nos da en un cántico que se utiliza en el oficio de Vísperas, esa oración que se realiza al atardecer, en este caso concreto como puerta del domingo. “Se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Esta es la característica de Jesús, y obedecer es, en definitiva, una palabra latina que significa prestar atención, escuchar, acoger, para poder después llevar a la práctica”.

¿Quién puede celebrar la Palabra en una comunidad?

La Iglesia señala que el perfil es una persona de buena voluntad, que tenga el deseo de servir a la comunidad en una reunión fundamental como son las celebraciones del domingo. “Son personas que se dan cuenta del valor y de la importancia que tiene este servicio, que se realiza como se suele decir gratis et amore, y que con una generosidad encomiable se ofrecen al sacerdote para que puedan contar con ellos”, explica el Delegado de Liturgia. “No es algo que los sacerdotes se inventen, el responsable último de la pastoral en una diócesis es el Obispo y es él quien concede valor a este servicio que se presta, para que quede subrayado que es un servicio en comunión”. En ocasiones  la comunidad de fieles en un pueblo o parroquia es tan pequeña que no hay personas adecuadas, por la edad o por el motivo que sea, para prestar este servicio. En estas situaciones, se pone en práctica esa pastoral de comunión y pueden acudir personas de otras parroquias o localidades a prestar este servicio que es fundamental para la vida cristiana.

Para facilitar la tarea, en la página web de la diócesis www.iglesiadeasturias.org se ofrecen para quien los pueda necesitar unos “esquemas cerrados”, “incluso una pequeña homilía del Papa Francisco para que se diga lo que está en relación con lo que proclamamos, que es la Palabra de Dios, y no un comentario sin más”, afirma José Luis González. Todo ello, con el objetivo de que las celebraciones dominicales en ausencia del sacerdote “sean un medio de comunión con la Iglesia, no se trata de hacer lo que a mí se me ocurre, o lo que a mí me gusta –eso vale para la oración individual de cada uno– sino que esto es un servicio a la comunidad de acuerdo con la dinámica de esa comunidad, que es la dinámica de la Iglesia”, subraya. El objetivo final, como explica el propio Delegado, es “que las comunidades no se queden sin reunirse en domingo para escuchar la Palabra de Dios, que siempre aporta luz, lo que nos da posibilidades de ver el camino que nos lleva al encuentro con Cristo”.

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