Aniversario de la canonización del Padre Coll

Publicado el 10/10/2019
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Aniversario de la canonización del Padre Coll

La congregación de las Dominicas de la Anunciata celebran la subida a los altares de su fundador, el 11 de octubre de 2009

La congregación de las Dominicas de la Anunciata celebra mañana viernes el décimo aniversario de la canonización de su fundador, el dominico Francisco Coll i Guitart.

Las diferentes comunidades de Dominicas en la diócesis se han estado preparando desde hace meses con diferentes actos de carácter interno, “con mucha alegría y gozo, y dando gracias a Dios por la vida, la obra y la santidad de nuestro querido Padre Coll”, tal y como explica la hermana Celia Tuñón, asturiana y Superiora de la Casa de Oración de Lastres. Todas las comunidades celebrarán una eucaristía para conmemorar esta efeméride, como colofón de todas las actividades.

San Francisco Coll fue canonizado un 11 de octubre de 2009 por Benedicto XVI, junto a otros santos entre los que destaca San Rafael Arnáiz Barón, también relacionado con Asturias al vivir éste durante unos años en Oviedo. “Ambos fueron personas orantes, contemplativas, muy amantes de la Virgen, del Rosario, y los dos, en su respuesta vocacional, tuvieron contratiempos similares”, explica la hermana Tuñón: “El padre Rafael, por motivos de enfermedad, tuvo que abandonar varias veces su querida Trapa. Y el padre Coll, por los motivos sociopolíticos de su época, fue exclaustrado y tuvo que vivir su vocación de dominico fuera del claustro”.

Francisco Coll i Guitart nació en Gombrén, un pequeño pueblo del Pirineo catalán, en la provincia de Gerona. Perteneció a una familia humilde, tuvo una infancia feliz y ya desde pequeñó mostró inquietud por la fe y por el sacerdocio. A los diez años se fue al Seminario de Vic y allí, tal y como recogen sus memorias, oyó una voz que le decía “Tú, Coll, tienes que ser Dominico”. Así, entró en el convento de Gerona en el año 1830, y poco después de su primera profesión, en el año 1835, dada la situación política del país, fue exclaustrado. “Se dedicó entonces a ser misionero itinerante por toda Cataluña –apunta la hermana Tuñón–. Se dedicaba a las misiones populares, y entre sus compañeros estuvo otro sacerdote que también es relevante para nuestra diócesis asturiana, como fue san Antonio María Claret”. Con el paso de los años, y como recuerdan las religiosas de su congregación: “preocupado por la situación de la mujer, la infancia y la juventud, el padre Coll fundó las Dominicas de la Anunciata el 15 de agosto de 1856, siendo consciente de que en aquellos años la mujer era infravalorada”.

Las Dominicas en Asturias

La primera casa que se abrió en la diócesis fue el colegio de Sama de Langreo. “Llegaron por mediación de un padre Dominico y un sacerdote de la zona que vieron la necesidad de un colegio. Las hermanas llegaron a Sama el 14 de mayo de 1894, para dedicarse a la educación   de  las   niñas   y  la   juventud –explica  la superiora de la comunidad de Llanes–, aunque posteriormente nos fuimos abriendo a otras actividades, como la sanitaria o las comunidades insertas en medios populares”. En el campo de la sanidad es importante recordar el papel de estas religiosas en el Sanatorio Covadonga de Gijón, de donde se fueron hace unos tres años, y el Adaro, de Sama. En este último, por cierto, se produjo el milagro que permitió la beatificación del padre Coll, en 1979. “Una mujer joven dio a luz en aquel Sanatorio, por cesárea, a un niño –recuerda la hermana Tuñón–. En el postoperatorio comenzó a sufrir un síndrome febril y persistente, y a los seis días de dar a luz la llevaron al quirófano. Cuando iba, una hermana del sanatorio la encomendó al padre Coll. En la operación, el cirujano vio que tenía una peritonitis y dada la gravedad, decidió cerrar para que no falleciera en el quirófano. A pesar de que su muerte parecía inminente, logró recuperarse y llegó a tener otra hija, con el tiempo.

La labor de las Dominicas de la Anunciata en Asturias ha sido muy extensa a lo largo de todos estos años, hasta el punto de ser la congregación con mayor presencia en la diócesis, contando con colegios en Oviedo, Mieres, Sama, La Felguera, Gijón, Navia y Ribadesella, además de la casa de Lastres, su labor en la Casa Sacerdotal, o el colegio mayor de Oviedo. Una labor en la que siempre impulsaron la educación y la promoción de la mujer: “siempre fuimos sensibles al desarrollo integral de la mujer, y cada día lo procuramos potenciar más”, explican, pues “Uno de nuestros mayores empeños es el de formar mujeres cristianas, con una espiritualidad sólida y un arranque femenino fuerte”. Con esa motivación, y a pesar de la elevada edad media de sus integrantes, las Dominicas de la Anunciata afirman querer “vivir abiertas a la esperanza, con posibles cambios, pero confiadas en las palabras del Padre Coll, que solía decir que la Anunciata es obra de Dios. Si es así, seguirá adelante, pues mantenemos viva la certeza de que algo nuevo está naciendo”.

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