«No somos francotiradores, sino discípulos que se saben enviados por la Iglesia»

Publicado el 14/09/2019
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«No somos francotiradores, sino discípulos que se saben enviados por la Iglesia»

En la mañana de este sábado 14 de septiembre, solemnidad de la Exaltación de la Santa Cruz, tuvo lugar en la Catedral de Oviedo el acto diocesano que acogía el envío de catequistas y agentes de pastoral, así como el inicio de curso pastoral 2019-2020.

Así como en años anteriores los diferentes sectores de la Iglesia asturiana celebraban por separado este pistoletazo de salida del curso, en esta ocasión se ha querido realizar un acto diocesano solemne para celebrarlo conjuntamente.

El Vicario General de la diócesis, Jorge Juan Fernández Sangrador, durante la meditación

El acto, al que acudieron más de trescientas personas, arrancaba con una breve oración y una meditación a cargo del Vicario General de la diócesis, Jorge Juan Fernández Sangrador quien, basándose en diversos relatos bíblicos, recordaba la importancia de no dejarse llevar por la negatividad, la apatía o la pereza, especialmente en unos tiempos convulsos y secularizados, sino confiar y tener fe en Dios, dando lo mejor de cada uno en su día a día.

«Para anunciar el Evangelio al hombre de hoy no cabe ya que soslayemos el hecho de que se han producido alteraciones gigantescas en la consideración de cuestiones fundamentales: la naturaleza humana, la relación entre mente y cuerpo o el rol de la persona en una sociedad de máquinas pensantes –recordaba–. Las últimas décadas han conocido extraordinarios avances científicos que ejercen un impacto directo en la autocomprensión del hombre, en particular en el campo de la genética, de las neurociencias y de la inteligencia artificial. Estos avances tienen la potencia de transformar radicalmente muchos aspectos de la vida humana y nos obligarán a repensar también nuestra comprensión de la responsabilidad personal; y a tener en cuenta la aparición de máquinas en grado de exhibir formas de inteligencia, capacidades lingüísticas y de razonamiento, que en el pasado se consideraban exclusivas de los seres humanos. En Laudato Si, 111, –dijo en su intervención el Vicario General– el Papa nos pide que tengamos una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático. Todas estas situaciones –afirmó– que hasta hace poco parecían cosa de novelas y películas de ciencia ficción, y que ahora se han convertido en realidad, constituyen serios desafíos para la teología y la pastoral. Las parroquias y las comunidades cristianas tendrán que realizar un notable esfuerzo de imaginación para tratar de comprender cómo podría ser el mundo que viene y cómo dar respuestas a las cuestiones que se nos están comenzando a plantear, para no errar en el tiro. Y aún no hemos comenzado, ¡cosa preocupante!, a darlas».

Asistentes a la meditación previa a la eucaristía, en la Catedral

A las doce del mediodía tenía lugar la eucaristía ante el altar mayor de la Catedral, con la asistencia de los Vicarios, arciprestes, Delegados episcopales y numerosos fieles. En su homilía, el Arzobispo de Oviedo comenzó recordando que en este día «comienza una novena que concluirá en el día de San Mateo, y que se denomina como la puerta que en algún año jubilar ha servido como puerta de entrada a la misericordia que sólo Dios puede conceder: la Perdonanza«. «En este día –manifestó– hemos querido tener este encuentro como Iglesia diocesana. Tantas instituciones y realidades tienen siempre un punto de partida, un momento de recomienzo: las clases escolares, las sesiones políticas de los parlamentos, las competiciones deportivas, las temporadas musicales, los certámenes culturales… También los cristianos damos comienzo al curso pastoral. Podemos hacerlo tan discretamente que ni siquiera parezca que acabamos de empezar. Pero hemos preferido hacerlo así, de un modo familiar y eclesial, teniendo todavía reciente la mirada de nuestra madre la Santina que el pasado día 8 de septiembre celebramos en Covadonga».

Y recordando Covadonga precisamente, Mons. Sanz hizo un repaso por las pautas y objetivos que se fijaron para este curso en la reunión de programación que tuvo lugar al comienzo del verano en el Santuario. «Fue allí –afirmó– donde nos dimos como tarea no sólo unos objetivos sino también un método que se recoge en el plan pastoral para el curso presente que en breve recibirá la Diócesis y, por lo tanto, todos vosotros». De la misma manera volvió a recordar que en aquel encuentro se vio la necesidad de «seguir creciendo en las Unidades Pastorales, tanto en el ámbito rural de nuestros pueblos diseminados por valles, cuencas y costas, como en el ámbito urbano de nuestras villas y ciudades más pobladas. No es un reparto simple del territorio –dijo–, sino un modo diferente de acompañar a nuestro pueblo cristiano desde esa sinodalidad vocacional antes referida».

Un momento de la celebración

Además, recién finalizada la Semana Diocesana de Formación este pasado viernes, Mons. Jesús Sanz volvió a reiterar la importancia de la formación permanente: «a fin de no repetir lo mismo ni repetirnos nosotros mismos, tenemos la imperiosa necesidad de formarnos con una formación que no simplemente actualice la bibliografía que manejamos, sino la ilusión, el método pastoral y el entusiasmo. Una formación integral que abrace toda la persona: en su inteligencia bíblica y teológica, en su afecto fraterno y en el trabajo catequético de su apostolado. Ahí entramos todos: pastores, consagrados y laicos. Para que esta formación integral sea realmente integradora, deseamos que la oración, la palabra de Dios y la acogida de los sacramentos, siga nutriendo nuestra verdadera espiritualidad con sus ritmos litúrgicos, sus iniciativas espirituales y su calendario. Porque sin esta atención a lo profundo de nuestro encuentro personal y comunitario con Dios, correríamos el riesgo de plantear nuestras programaciones y planes que dibujan los mapas pastorales cada año, tan sólo como una administración de recursos y una estrategia de acción. Antes de proponer nada, hemos de escucharlo en el Corazón de Dios, de ahí la importancia primordial de la oración».

Finalmente, explicó que en esa celebración, los asistentes iban a recibir «aquí en la iglesia madre de nuestra Diócesis, el envío por parte del Obispo diocesano a quienes estáis comprometidos e implicados en la tarea evangelizadora como catequistas, agentes varios de pastoral, profesores de religión. No somos francotiradores, sino discípulos que se saben enviados por la Iglesia consintiendo que Jesús ponga en nuestros pobres labios una Palabra de Vida, y que reparta con nuestras pequeñas manos la gracia que trae la paz, la gracia y la alegría».

Y así tuvo lugar, y debido a la gran cantidad de personas que habían asistido, simbólicamente se entregó una cruz y un título firmado por el propio Arzobispo a dos arciprestes y a un representante de cada comisión diocesana que engloba a todas las Delegaciones episcopales de la diócesis. Finalizó el Arzobispo de Oviedo bendiciendo a todos los asistentes, y agradeciendo, «en nombre de toda la Iglesia diocesana» la «preciosa entrega» de su labor, como «como discípulos» en un año pastoral que ahora comienza.

Homilía completa de Mons. Jesús Sanz

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