Belén Alfonso, de San Antonio de Padua; Manuel Baro, de San Melchor de Quirós; Estrella Rubio, del Corazón de María y Manuel Manzano, de San Pablo, son algunos de los nombres que ponen rostro a la extensa obra que hace en Asturias Cáritas parroquiales con 147 unidades en toda la región. Ellos desarrollan su voluntariado en Oviedo y coincidiendo con la II Jornada Mundial de los Pobres, que este año tiene como lema «Este pobre gritó y el Señor lo escuchó», nos cuentan su experiencia desde estas Cáritas que son el origen de una labor de atención y ayuda que no deja de crecer y la primera acogida para quien lo necesita.
“Recibimos por primera vez a quien acude en busca de ayuda, analizamos su situación y la tratamos en grupo para ver qué posibles soluciones hay”, comenta Belén. En ese sentido, “nos encontramos que pueden aflorar otros problemas por detrás del principal. Intentamos identificar cuáles son y cómo derivarles a los recursos que les puedan servir. Es un tarea ardua y nuestro propósito es empujarles a una vida normalizada, que discurra en sociedad y que puedan superar las dificultades que les acucian”, explica Manuel Baro. Para Estrella, Cáritas parroquial es también un punto de referencia , “es una manera de ayudar desde un lugar concreto. Si no estuviera y tuvieran que ir de centro en centro no recibirían una ayuda integral en colaboración con los proyectos que tenga Cáritas y la Administración. Así logramos conocerles a fondo y que salgan adelante”.
El perfil de personas que acude a Cáritas parroquial, más de 14.700 el pasado año, es muy variado y con situaciones a solucionar igualmente dispares de vivienda, trabajo, visitas a enfermos. Esto hace posible que las problemáticas que llegan a las parroquias permitan también que Cáritas haga un análisis certero de las situaciones de pobreza, que han ido transformándose, y lance una llamada de atención y de denuncia sobre la realidad que muchas personas están viviendo.
Todas ellas tienen cabida y son acogidas porque si hay algo que la Iglesia, a través de Cáritas, y sus voluntarios tienen claro es que las puertas de sus parroquias están abierta para todo el mundo, “acude gente de toda índole: católicos, protestantes, musulmanes. Cuando entran por la puerta no miramos el color de la piel, si es rubio o moreno; vemos a alguien con necesidad. Para nosotros es una persona y como tal debe ser tratada”, comenta Manuel Manzano.
En el caso de Estrella en su parroquia han encontrado también un colectivo especialmente vulnerable al que atender, “hay gente muy mayor que a veces necesita una ayuda puntual o también de acompañamiento, de encontrar la pensión que deberían tener y no tienen, o por ejemplo ves a gente que acude a misa y cada vez las notas más deterioradas”. De este modo, la vida en el barrio les sirve para identificar dónde puede haber un problema que afrontar y una ayuda aún no pedida, a veces incluso por una sensación de vergüenza que se disipa, y de las que salen reforzados, en cuanto ven la atención afectuosa en un entorno de confianza, y de igual a igual que reciben de los voluntarios, para los que una máxima de su tarea es ponerse en el lugar del otro y no perder de vista que cualquiera podría necesitar en un momento dado esa atención.
“El voluntariado tiene compromiso. No dices hoy me ha salido no sé qué y no voy. Tienes que estar comprometido y no lo hago en absoluto a disgusto. Siempre que puedo ayudar en algo, me satisface. Cáritas es acogida y acompañamiento”, afirma Manuel Manzano y Belén apoya esa idea, “quien acude Cáritas valora mucho llegar a un lugar donde encuentran una persona que les acoge, pueden hablar abiertamente de su situación, ven una cara sonriente que les anima. Y también recibimos mucho de ellos, nos ayuda a entender mejor la vida. Queremos acercarnos a los hermanos más necesitados, entendiendo Cáritas como caridad y cariño en un situación difícil: es lo que la Iglesia tiene a su favor”.
Sin esa Iglesia, sin la comunidad, su labor y su forma de llevarla a cabo sería otra: “Estamos en la Iglesia y somos Iglesia”, asegura Belén y Manuel Baro la secunda “es un modo de vivir la fe, nos movemos en el contexto del Evangelio” y concluye con un agradecimiento compartido por todos a “las Cáritas parroquiales por su dedicación y compromiso, a las familias que asumen las responsabilidades y obligaciones que tenemos con ellos para que podamos hacer voluntariado y a todas las personas que con su ayuda hacen posible que Cáritas siga siendo refugio, oportunidad y esperanza”.