«La Semana Santa resurge porque existe una sed de Dios, de belleza y de Verdad»

Publicado el 29/03/2024
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«La Semana Santa resurge porque existe una sed de Dios, de belleza y de Verdad»

Entrevista al Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes

Estamos en pleno Triduo Pascual, son días fundamentales en el calendario litúrgico, ¿cómo los está viviendo?
Pues como un cristiano, al menos así trato. Todo el año litúrgico gira en torno esta semana, especialmente el Tríduo pascual, la noche de Pascua. Pero es un momento intenso que tiene una preparación más remota los días de la Cuaresma que nos hemos dado para ir profundizando en lo que llamamos «conversión», que significa volver la mirada a quien nunca la quita de nuestro lado, que es el Señor. No porque Él se distraiga, sino porque a veces nosotros somos los dormidos o los ausentes. Una «conversión» que es volver el corazón, la mirada del corazón, al Señor, dejando que Él nos mire y teniendo conciencia de esa mirada.
Por eso la Cuaresma nos ha preparado para llegar, como hacíamos ayer en la celebración del Jueves Santo, y esta tarde haremos en el Viernes Santo con la celebración de la cruz, momentos particularmente intensos que vienen a recordarnos un precio, como decía Santa Teresa: «Que el Señor nos conceda saber cuánto le hemos costado».
Bueno, pues el precio que Dios pagó en su Hijo fue el sacrificio redentor, la muerte en cruz de quien después triunfará sobre su muerte y la nuestra, dejando para siempre un sepulcro vacío.
Es lo que estamos celebrando en estos días.

Hablaba antes de la Cuaresma, aunque las Charlas Cuaresmales no son nuevas en la diócesis, en esta ocasión y con motivo del Año de la Oración que estamos viviendo, se ha probado una modalidad nueva que ha ofrecido usted mismo, que ha sido en la Catedral, ¿qué le ha parecido la experiencia?
Bueno, a mí me ha parecido bien, pero habría que preguntarle mejor a la gente. Creo que también les ha parecido bien, con música y con letra. Fueron dos conferencias, el pasado miércoles y el jueves y después el viernes, Viernes de Pasión, tuvimos también el Viacrucis. Las conferencias siempre son una manera hermosa de dar la palabra a alguien que nos ayude, en este caso, siendo una modalidad nueva, pensaron que lo podía hacer yo.
Y decidí además combinar alguna miniatura musical al comienzo y al final de mi intervención. Han sido dos conferencias que en el fondo han sido dos catequesis. La primera en torno a los desiertos, es decir, tantas intemperies en donde tenemos esa sensación de inseguridad, de incertidumbre, de miedo tal vez. En ese desierto, como también Jesús asumió el suyo propio, no siempre contamos solamente con las tentaciones diabólicas, sino sobre todo con el abrazo de un Dios que tiene entrañas de misericordia. Por eso la segunda conferencia profundizó en lo que significa reconciliar nuestra vida, porque hay conflictos, conflictos con Dios, con los hermanos, incluso con nosotros mismos. La reconciliación es volver otra vez a la paz con el Señor, con los demás y contigo mismo.
Y sobre todo ese marco precioso del capítulo 15 de San Lucas con las tres parábolas de la misericordia. Una particular mención a la parábola de ese padre que tenía dos hijos, que la expliqué con un poco de mayor detenimiento.
Yo creo que, en general, han hecho bien, desde luego ha venido bastante gente y bueno, ojalá que hayamos dado con el formato adecuado, sea el Arzobispo o sea otra persona que ofrezca en el futuro estas conferencias cuaresmales.

El pasado día 16 de marzo ofrecía el pregón de la Semana Santa leonesa en el auditorio Ciudad de León. La de allí es una Semana Santa Castellana de gran raigambre, solemne, y en la que toda la ciudad se vuelca. Es un estilo diferente al nuestro ¿Cómo describiría usted la Semana Santa Asturiana?
Me decía el señor Alcalde de León, con mucha simpatía, que quizá podríamos tener una autonomía distinta: la autonomía «asturleonesa», en recuerdo de los reinos astures y leoneses de otras épocas. Bueno, es verdad que tiene ese sabor, aquí sí, sabor castellano. donde se combina la austeridad, al mismo tiempo con la belleza y una raigambre que les lleva a tener siglos.
En la ciudad de León hay 16 cofradías y algunas se remontan al siglo XVI, precisamente, y la última que han creado es de finales del siglo pasado, 1998, por ahí.
Me llamó la atención la solemnidad con la que este pregón marca el punto de partida de la Semana Santa. También allí intenté distinguir lo que son los carnavales de otras comitivas, con los pasos semanasanteros de nuestras cofradías. En cualquier caso siempre hay una procesión que dura todo el año y que no precisa que vayamos de atavíos cofrades, que es la procesión de la vida, también la procesión que va por dentro. Y entonces en esa procesión estamos siempre siendo nosotros los mejores costaleros, sabiendo que Dios se cruzará en mil circunstancias para ayudarnos a llevar la cruz como el mejor de los cireneos.
Las procesiones de Semana Santa que están viviendo en León y las que estamos viviendo aquí en Asturias, son distintas en algunos aspectos, pero tienen en común lógicamente que, en torno a un misterio de la pasión de Jesús, a un gesto de María su madre, pues los cofrades aportan su talento, su belleza en los pasos y también el testimonio de su fe; la formación que ellos reciben con las catequesis apropiadas y el testimonio de la caridad con un compromiso social a través de los más necesitados.
De tal manera que, aunque puedan ser diferentes las cofradías y las procesiones leonesas y las asturianas, tienen estos elementos que son en común.
Yo estoy muy contento en Asturias de nuestras procesiones, no solamente en Oviedo, en Gijón o en Avilés sino también en tantos otros lugares, donde, a poco que se pueda hacer, preparan también en las parroquias y pueblecitos sus procesiones de Semana Santa. Es una manera de sacar a la calle la fe que profesamos en nuestra liturgia dentro de las iglesias y por eso la procesión de la vida siempre es una llamada.

En estas últimas semanas hemos ido presentando hasta tres nuevas cofradías que han nacido en estos últimos meses y que están viviendo ahora su primera Semana Santa. Tenemos la Hermandad del Cristo Yacente de Salas, la de la Resurrección de Oviedo y la del Santísimo Cristo de la Salud, de Cangas del Narcea. No es frecuente que nazcan tantas así de golpe, al menos resulta curioso. ¿Estamos ante un resurgir de la religiosidad popular en torno a la Semana Santa?
Sí, y de la vida cristiana también. Es decir, hay una necesidad, no porque esté de más la liturgia y lo que celebramos con los sacramentos en nuestras parroquias y comunidades cristianas, sino que también hay esta necesidad. Las cofradías son, a veces, como un noble y verdadero banderín de enganche para gente que dice «bueno, pues a lo mejor luego mi vida cristiana es mejorable, sin duda, pero me llama la atención, me atrae, me siento como interpelado por esa cofradía que en torno a ese paso expresa públicamente la fe».
Este resurgir es enormemente positivo porque estamos ante la sed que en el fondo del corazón de las personas tiene, una sed de Dios, una sed de verdad, una sed de belleza, de bondad, frente al contrapunto que estamos lamentando en otros escenarios internacionales o incluso aquí nacionales de la patria chica, donde la gente empieza a estar un poco saturada y reconoce en estas expresiones populares de la fe, un lugar donde expresarla y alimentarla también. O sea que es una buena noticia.

Vamos a enviarles un mensaje desde aquí a los cofrades y a los fieles ya casi en el ecuador de esta Semana Santa.  ¿Cómo vivirla bien, desde dentro, desde las cofradías o como creyentes desde fuera que asisten a los oficios?
Pues serían los dos escenarios: las procesiones callejeras y los oficios o liturgias en nuestras parroquias y comunidades cristianas. No son ni rivales sino que son preciosamente complementarias. Yo pediría que cofrades y fieles cristianos podamos, como estamos haciendo, vivir estos días, mañana con la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección, vivir estos días sabiendo que lo que tan hondamente el pueblo cristiano vive en torno a la Pasión del Señor, podamos celebrarlo con mayor motivo y razón cuando pasado mañana estemos en Pascua.
Es decir, que no acabe la celebración intensa de la Semana Santa, en una procesión que termina con el Sábado Santo, sino que, siendo muy bienvenido, precioso y digno de mucho agradecimiento el esfuerzo que las cofradías hacen para vivir y ayudarnos a todos a vivir estos días, pero la liturgia de la Iglesia, la oración del pueblo de Dios, nos invita a poner sin capisayo, sin capirote, el aleluya en nuestros labios y la paz en el corazón, porque para eso Jesús dio la vida y para eso Jesús la resucitó cuando se la matamos.
Pues es un mensaje de alegría pascual. Decir esto un Viernes Santo, pues tienes su aquel. Pero ya lo hago, enviando un mensaje de paz, un mensaje de alegría con el mejor aleluya que nos acompañe en la procesión cotidiana todos los días.

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